Capítulo 3

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|| Capítulo 3 ||

Al llegar mis ocho años, pude descubrir perfectamente la razón por la cual mi madre aún "no regresaba de su nueva misión como Jōnin". Me destruyó por completo haberlo descubierto de tal manera, pero mi padre creía que era lo mejor. Después de todo, vivir en una mentira no es sano para una niña.

Así fue como quedamos mi padre y yo. No nos mudamos de sitio. Tras la reconstrucción de la aldea, regresamos a nuestro apartamento.

Debimos recomponer los gastos en el arreglo del edificio en general consiguiendo varios trabajos de medio tiempo. Fue difícil regresar a la situación económica en la que estábamos antes, sobre todo porque mi padre tenía muchas misiones como ANBU y no le sobraba casi nada de tiempo para trabajar. Por eso mismo, estuvimos utilizando por una larga temporada el dinero que me daban por hacer misiones con mi equipo (me gradué de la academia un año más tarde, por causa de los daños sufridos por el ataque del Kyubi).

-Me da igual si me quedo sin dinero, sin comida y muero en medio de la pobreza -decía mi padre todo el tiempo-. Si te tengo a ti a mi lado, moriré feliz.

La muerte de mi madre le afecto. Y mucho. Solo que jamás lo demostró en frente de mí. Él jamás intentó suicidarse, emborracharse o echarme la culpa. Jamás. Mi padre era un hombre fuerte. Porque, según él, aún me tenía a mí, su hija. Y por más que el Kyubi le hubiera arrebatado la vida a mi madre, jamás podría con los irrompibles lazos que los mantenían unidos en vida y muerte: el amor. Decía que por más que muriéramos y nuestros cuerpos fueran destrozados, nunca podrían romper los lazos de amor que nos mantenían unidos como familia.

Un recuerdo agobiante, pero que demuestra el amor que mi padre tenía por mí, es cuando paseábamos por Konoha una noche de primavera. Se realizaba un festival. Para tal ocasión, él compró para mí un yukata color celeste, que resaltaba mis ojos, los cuales eran iguales a los suyos. Tenía alrededor de diez años. Para ese entonces, mi estatura había aumentado y aparentaba una edad mayor. Pero no se crean, continuaba siendo igual de torpe e impulsiva.

Caminábamos frente al bar, cuando un sujeto se acercó a nosotros y me dijo algo MUY fuera de lugar. Algo que hiso que a mi padre le hirviera la sangre de ira. Mi padre lo tomó del cuello y estampó su espalda contra la pared del bar.

-Papá, déjalo. Está ebrio. -traté de calmarlo, más no pareció servir de nada.

Continuó apretando el cuello del hombre con más fuerza.

-Ebrio o no, nadie le falta el respeto a mi hija de esa forma. -dijo entre dientes.

Cuanto el cuello del sujeto parecía estar por quebrarse, lo soltó. Tomó mi mano para seguir caminando. Yo estaba asustada. Entonces el borracho se levantó (no había aprendido nada de lo sucedido con mi padre) y repitió las mismas palabras, más otras vulgaridades.

Mi padre ya no aguanto. Oí el sonido de su mano sacar velozmente un kunai de su funda y unos segundos después, el cadáver del borracho yacía en el suelo con mi padre sobre él, clavándole el arma blanca en su cuello.

La gente se reunió alrededor. Enseguida llegaron los ANBU y se llevaron a mi padre.

Mis ojos azules, copia exacta de los suyos, lo vieron alejarse por última vez ese día.

Él permaneció tras las rejas por un largo período de tiempo. Un tiempo en el que tuve que valerme sola en las calles de Konoha...

Aiko de la Hoja || Naruto || Libro #1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora