Capítulo 5.

125 4 0
                                    

Física y química como manera de despertarse era lo peor. Prefería la molesta y chirriante alarma del iPhone e incluso los chillidos del abuelo del sábado pasado. ¿Quién había hecho estos horarios? Un desgraciado, una persona sin fortuna. Ya sé, el creador fue aquel que se gasta cada día la máximo en lotería pero que nunca le toca, le ha tocado y nunca le tocará.

Corinne entra a clase con un conjunto de animadoras, hablando animadamente con ellas. Aun me pregunto, por qué Corinne está interesada en mí, ¿una obra de caridad? ¿Un proyecto de integración? O ya sé lo pondrá en su currículum: "A mis dieciséis años, en mi ultimo año de instituto, en plena flor de la vida ayudé en la integración de una insoportable, malhumorada, e irrespetuosa londinense en el ámbito de Holmes Chapel". Nada más que por su paciencia la admitirán en todos los trabajos.

Corinne se acerca hasta mí. Vestida con ese estúpido uniforme de animadora, soportando los pompones en una mano y los libros en otra. Pregunta del Día: ¿Por qué Corinne lleva sus pompones a clase? Mejor Respuesta: Para que pueda animar eficazmente si se presenta una situación de emergencia.

La señora Levine, tan amargada como siempre entra por la puerta. Vestida con falda y camisa negra. Su largo pelo rubio recogido en un moño perfectamente peinado y sus gafas dejadas caer en el tabique de su nariz. Aparenta más edad de la que verdaderamente tiene. Lo hace para recibir más respeto con su comportamiento severo. Y le funciona sin ni siquiera haber sacado sus libros ya están todos los alumnos sentados en sus respectivos sitios y con sus pertenencias sobre la mesa.

De algún modo ya tengo planes, la inauguración de la temporada de fútbol. Todos hablaban de ello. Entre los dulces, bizcochos, chucherías, manzanas caramelizadas. Voy a tener que cortar esta nueva dieta. Entre comer en la cocina “Rumbo a la Diabetes” de la abuela y no tener un gimnasio, no

voy a entrar en mi ropa para el día de Acción de Gracias. Y no es exactamente como si pudiera ir a comprar nueva ropa porque a) sigo sin mis queridas tarjetas de crédito, y b) ¿a dónde iría?

Después la clase de francés, Corinne se me acerca.

  - Hola, Kate –dice Corinne, y se mueve de un pie a otro –. ¿Cómo estás? Y como sea, ¿qué harás este fin de semana? – me encojo de hombros.

  - ¿Vas a ir al partido? – pregunta ella.

Niego con la cabeza.

  - Te diré un secreto – dice bajando la voz –. Me harté del fútbol, pero soy una animadora, así que tengo que ir. Estoy segura de que ya lo sabías ya que uso el uniforme todo el día. – No respondo y Corinne continúa. – De todas formas, la parte buena de la noche de partido es que siempre hay una fiesta después. Si quieres ir, búscame. – Por alguna razón inexplicable, asentí con la cabeza. Asentir, creo que incluso aquí, es el signo universal para decir sí. Creo que el frío está subiendo a mi cerebro. 

- Genial, – dijo Corinne y se alejó con su uniforme de animadora.

* * *

A pesar de las protestas de la abuela contra las injustas asignaciones de tiempo y dinero en el equipo de futbol, todavía se pone una camiseta color gris con el nombre del equipo en su interior y salta dentro de Trav, el abuelo y yo.

  - Por supuesto que voy a ir, Katherine – dice la abuela– . La inauguración de la temporada es como una fiesta para la ciudad entera. Y todos están esperando mis pasteslitos desde la temporada pasada.

Y con una buena razón. Los pastelitos de la abuela vencieron a cualquier pastelito de cualquier pastelería de Londres. La abuela ha cocinado suficientes para el pueblo entero y probablemente para el pueblo del equipo rival, los de Macclesfield, también.

Where I am? [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora