Ocho de la mañana. La molesta alarma de mi iPhone. La luz del sol entrando por mi ventana. Pasos de mis abuelos y Trav ya despertados. Todos esos factores hicieron imposible que mis ojos siguieran cerrados.
Alargo una mano y busco sin resultado mi iPhone y apagar de una maldita vez la alarma. Recordé que anoche lo guarde en el cajón de la mesita. El ruido no cesaba y mi ciega mano seguía sin encontrar el móvil. Noté un bulto, el mismo móvil, rápidamente lo coji y apagué la alarma de una vez por todas.
Las asignaturas de hoy no me parecían nada interesante. Era un viernes, cuándo un viernes la asignaturas eran interesantes. Cualquier adolescente pensaba qué iba a hacer ese fin de semana, o qué planes tenían. Incluso yo
La semana había pasado rápido, las clases de equitación con Aaron habían sido incómodas al principio, pero después hizo como si nada hubiera pasado, y era mejor trabajar, aunque no hablábamos mucho.
Habían pasado las primeras clases, y mis clases siguientes eran física y biología, y para ser justos no tenía muchas ganas de aguantar a la señorita Levine y a sus malos humos. Busqué a Harry entre las personas. Lo encontré. Iba camino a la papelera para tirar el envoltorio de uno de los tantos chicles que siempre tenía en la boca. Antes de que tirara el papel lo arrastré hacía mí.
- Eh, – se quejó – iba a tirar el papel de mi chicle.
- Lo sé, vamos.
- ¿A dónde? – pregunta extrañado.
- Donde sea, no me apetece estar una hora con la señorita Levine.
Rió. Me arrastró hasta la única zona del instituto no vigilada por cámaras. Harry saltó ágilmente las rejas, en cambio yo tardé más de media hora en atravesarlas. Fuimos hasta un pequeño parque que se encontraba justo detrás del instituto.
Me senté en un columpio, me imitó. Comencé a balancearme hacia delante y hacia atrás. El aire chocaba contra mi cara y hacía que mis pelos se movieran contrario a mi cuerpo. Harry me observaba con su columpio parado, y yo disfrutaba como una niña pequeña.
- Katherine, ¿cómo llegaste aquí?
- Los malditos problemas económicos – dije agachando la cabeza.
- Eso ya lo sabía pero, ¿por qué aquí? ¿Por qué Holmes Chapel?
- Mis abuelos maternos son la única familia que me queda.
- Oh, siento sacar el tema.
- No están muertos ni nada de eso – reí –. Mi madre es hija única y mi padre cuando llegó a la cuidad perdió el contacto con su familia, y día a día la fue perdiendo más. Cuando mi hermano nació ni siquiera fueron a verlo, supongo que le tienen rencor.
No habló, simplemente nos miramos fijamente a los ojos. Su mirada tan intensa me estaba poninedo nerviosa así que sonreí forzada.
- Tienes una sonrisa muy bonita – dijo de repente.
- ¿Esa es tu forma de ligar? – dije riendo.
- Bueno, tal vez – dijo tirándome desde el columpio al suelo.
- Conmigo no sirve – dije riendo, y él como venganza comenzó a hacerme cosquillas por todo el cuerpo.
- No, Harry para – dije entre risas –. ¡Cosquillas no!
Paró de hacerme cosquillas, y se quedó encima de mi, nuestros ojos conectados. Quería besarlo, pero no quería momentos incómodos con él. Opté por la mejor opción, rodé por el césped quitándome de debajo de él. Rió.