Capítulo 17

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Narra Guido

-Disculpame, ¿sabes dónde es ésta dirección?
El flaco se bajó de la bicicleta y se acercó a mí. Agarró el papel, lo leyó y murmuró algo, seguramente ordenando las calles en su mente.
-Seguí derecho, seis o siete cuadras para allá - señaló a mi izquierda. Tenía aliento a cigarrillo. El chabón tendría 20 años, era un rubio barbudo, con un gorro ridículo de lana en la cabeza color verde-. Ahí está el edificio este.
-Okey, muchas gracias.
-No hay de qué pibe- sosteniendo el volante de su bicicleta, se subió y se fue por dentro de una franja blanca en la calle.
Qué cosa rara. Los autos iban y venían a los pedos, algunas personas caminaban apuradas, hablando por teléfono o fumando; otras miraban el paisaje, paseaban a sus perros o tomaban algún café.
En el medio de mujeres hiper producidas, hombres como el de la bici, judíos, pibes que salían de la escuela, y otras gentes raras, me sentía excluido del mundo. No había ni uno sin celular. Las manos de todos estaban ocupadas. ¿Es que no pueden caminar y dedicarse a andar en la calle? No, todos hacían otra cosa. Las dos a la vez, como si no tuviesen tiempo para hacer lo segundo después.
Los peatones se puteaban con los que manejaban los autos, todo era quilombo.
Era como una plaga, de todos lados salían personas.
Frené el paso en plena calle Corrientes (según el cartel en la esquina), desorientado y asustado,  cuando alguien me llevó puesto.
Caí de culo al piso, con la cabeza hacia arriba mirando el Obelisco.
-Uy sorry, no te vi- gritó. Era una minita. Tenía puestos los auriculares y andaba con un cuaderno en la mano.
Me ayudó a levantarme, se volvió a disculpar a los gritos (seguramente por el volumen de la música) y siguió su camino.
En el piso quedó su billetera, la guardé aunque podría haberla parado para dársela. Que se joda.
Caminé las cuadras que me dijo el uachito y llegué a una zona repleta de edificios.
Todos me parecían idénticos. Volví a fijarme en el papel, la dirección estaba bien.
De uno de esos monstruos salió una mujer con su perro.
-Eu, ¿sabes qué edificio es el 4?
Los ojos verdes de la mina me miraron con un poco de miedo. Prejuicios otra vez.
-Es este, ¿entras?
Acepté. Luego de que entré, el portero me saludó y la mujer cerró la puerta de entrada. ¿En dónde me metí? Sin miedo, Guido, dale.
¿Qué le digo? ¿Cómo se hace esto?
-Vine de visita-aclaré.
-Lo sé, sino te conocería. ¿El dueño de casa ya viene o...?
-No. No sabe que vine. Es sorpresa, ¿puedo ir a su puerta?- sentí un calor inmenso en los cachetes, producto de la vergüenza.
La tela de mi suéter empezó a picarme, el pelo a molestarme en la cara, sentía ganas de salir corriendo. Todo me incomodaba.
-Está bien- el tipo me miraba con desconfianza- . El ascensor es ahí.

Tecleé el piso y enseguida, después de un sacudón, el aparato empezó a subir.
Si me costó hablar con el portero, ¿qué haría cuando tuviera que hablar con mi hermano?
Que fluya, no pienses tanto, no te agobies.
De repente, comencé a pensar en Gastón. ¿Nos pareceríamos? De chicos no teníamos nada que ver uno con el otro. Yo y mi peluca rubia, él y sus pirinchos negros.
¿Fumaria? Si es cheto, seguro que en pipa. Debe flashear filósofo fumando así.
Un ruidito me cortó el mambo. Las puertas se abrieron. La respiración se me aceleró.
Frente a mi estaba su puerta. 7b.
Apreté con fuerza el botón del timbre.
¡Ahora! Era el momento que tanto esperé. ¡Por fin!
Una mujer de unos 40 años me abrió la puerta.
-Vos no sos Gastón- se me escapó.
Con una risa un tanto falsa, contestó:
-No amor, obviamente que no. Soy Silvia, la novia del padre de Cuty.- (¿¿??????)- Ahora le digo que venga. ¿De parte de?
-Un amigo- mentí.
Silvia entró nuevamente, dejando la puerta entreabierta. El nombre le quedaba perfecto. Una vieja rubia con plata, bronceada (otra cosa más que no entendía), y gritona.
-¡¡Cuty, amor, te buscan!!!- escuché que girtaba- ¡A buena hora traes un amigo!
Un escalofrío me recorrió el cuerpo, y se me puso la piel de gallina.
Un morocho, alto y delgado, se asomó. Me miró confundido, no me reconoció.
-Así que ella es tu mamá... No reconoces a tu hermano y te olvidas de tu verdadera madre- me crucé de brazos e hice una mueca.
Frunció el ceño, y salió del departamento. Cerró la puerta y se plantó frente a mí.
Me miró de arriba a abajo.
-¿Guido?

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Hola!!!
NO ME ODIEN(?
Acá está el capítulo, con mucho amor dedicado a AnabelaxAirbag , feliz cumpleaños!!!!
Si tengo tiempo, mañana publico, pero el lunes tengo una prueba y el martes dos así que los estudios me consumen.

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Gracias por leer!!!

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