Bella.
Salí de la habitación, estoy cansada de estar aquí, era temprano, él jamás se levanta a esta hora, así que decidí ir al jardín, quiero estar sola.
Me senté en aquel banco, donde habíamos estado con Abraham hace unos días. Llevo aquí tan poco tiempo, y lo único que quiero es irme, salir de aquí, no soporto más todo esto; no dormí en toda la noche pensando alguna cosa que pueda hacer para escapar, odio tener que romper mi promesa, siempre fui una chica de palabra, pero simplemente no soporto más...
-Perdón mamá- Sollocé.
-No deberías pedirle perdón, cualquier cosa que hayas hecho mal o vayas hacer, no importa, ella desde donde este debe estar muy orgullosa de ti- Su voz...
-¿Qué haces despierto?- Mascullé.
-No dormí en toda la noche-.
No respondí, ni si quiera me permití mirarlo, sólo me levante y caminé, lo que menos quiero es verlo.
-Bella- Susurró, y me detuvo tomando de mi brazo derecho con mucha suavidad.
-No- Retrocedí.
-Perdóname- Suspiró cabizbajo.
-No soy tu juguete, no soy algo que puedes tratar como quieres y luego simplemente pedir perdón, las cosas no funcionan así-.
-Lo sé, Bella enséñame a cambiar- Pidió.
-¿Cómo quieres que haga eso? No te conozco Abraham, no me permitís conocerte- Exclamé.
-¿¡No entiendes Bella?!¡No puedo contarte la verdad, me odiarías!- Exclamó.
-Jamás lo sabrás si no lo intentas- Respondí.
-Es tan difícil- Masculló.
-Lo entiendo, todos tenemos algo malo dentro de nosotros Abraham, todos cometemos errores, somos humanos, pero no puedes guardarte las cosas que te hacen mal, debes liberarte, eso que guardas dentro, que te duele, y no quieres decirme, te hace mal- Agarré sus manos intentando que nuestras miradas se encuentren, pero fracasé terriblemente.
-Tenía 15 años, Bella yo era... yo era una mierda, no me importaba nadie, usaba a cada chica que estuviera conmigo, trataba mal a mis padres y a todos, sólo era yo, y yo y yo y nadie más, esta siempre fue mi casa, sólo que antes parecía una casa, una gran mansión, yo lo tenia todo, podía alojar en mi casa a más de cincuenta personas. Había un orfanato cerca de aquí, que se quemó, no eran muchas personas, afortunadamente cuando sucedió nadie había allí. Mis Padres viajaron ese día, me encontraba sólo. Llegó una mujer con 7 niños y me pidió si podía quedarse en mi casa sólo una noche, sólo una, y yo me negué y los eché- Sus ojos se empezaron a hacer cristalinos, solté sus manos ¿Cómo alguien puede ser tan cruel para hacer eso?.
-Bella, no me odies- Susurró.
-Sólo termina Abraham- Dije firme.
-Pasó una hora de lo sucedido, golpeó otra mujer, estaba sola, abrí y me dijo "Niño escóndete, vendrá por ti" le pregunte quien y me dijo "la bruja, ella te maldecirá, sálvate ahora o sera muy tarde" le dije que se vaya que eso era una estupidez, que estaba loca, hasta la empuje para que se vaya; pasó una hora más, golpearon nuevamente la puerta, no quería abrir, pero insistían e insistían con los golpes, abrí la puerta con toda la impotencia posible-.
-¿Y luego?- Pregunté.
-Una mujer estaba allí, era muy anciana, y estaba cubierta por una capa negra, dejando ver solamente su rostro; le pregunté que quería, de la peor manera, jamás lo podré olvidar-.
-Eres una mala persona- susurró.
-Váyase de aquí, vieja loca- Exclamé.
-Te haré pagar cada cosa que has hecho mal, te arrepentirás el resto de tu vida por haber sido como eres- Su voz se tornaba diabólica.
-No le tengo miedo, ahora váyase de aquí, ahora mismo- La empuje y se calló.
-En una bestia te convertirás, nadie jamás te amará, y hasta el fin de los tiempo, así te quedarás, por tu egocentrismo, y arrogancia, todos los que estén a tu lado pagarán, y a menos que alguien te amé por ser como eres, para siempre, una bestia serás-.
-La mujer me convirtió en esto, y me dio una rosa-.
-¿Una rosa?- Pregunté.
-Sólo me queda un año Bella- Susurró.
-¿Un año para que?- Pregunté asustada.
-Cuando la rosa se marchite yo me iré con ella. Si en un año, no hay nadie que me ame por lo que soy, moriré- Su voz se quebró, una lagrima se derramo por mi mejilla derecha sin permiso.
-Abraham lo siento mucho- Lo abracé.
-No dejes de abrazarme Bella- Sollozó con su voz casi inaudible.
-No lo haré hasta que me pidas que te suelte- Le susurré.
-Jamás quiero que me sueltes- Me abrazó aun más fuerte.