—¿Por qué estás aquí?—. Inquirió Ji Soo, con la espalda recargada en la mugrienta pared, abrazada a sus rodillas—. ¿Te ordenaron que me vigilaras? Despreocúpate, no pienso huir.
Mi Joo frunció el ceño, ajena al alboroto que se había armado en los pisos superiores.
—No es así.
—¿Entonces qué? Seguro te sientes genial de verme así, ¿no? Encerrada como si fuese una bestia, como si fuese igual que tú...
—No sólo con barrotes uno es prisionero, ¿sabes?
Replicó la mujer lobo, ladeando la cabeza con dulzura.
—Quiero que te vayas.
—Es solitario estar aquí abajo...
—No es tu problema.
Pero Ji Soo no deseaba que la otra se marchara. Tenía miedo y no quería estar sola, pero su orgullo de cazadora le impedía mostrarse débil. Y menos aún frente a un miembro de la Academia Dissander.
—¿Sabes? Cuando era niña un grupo de chicos mayores intentó propasarse conmigo —habló Mi Joo—. Pensé qué... bah, no importa, porque Jong Hyun apareció y les dio una paliza. Siempre fue fuerte y siempre vio por la Academia.
Ji Soo hubiese querido creer en ello, pero conocía a su hermano. Había visto de lo que era capaz.
—Tengo frío.
Susurró en su lugar, ocultando el rostro. Se sentía desprotegida. Había hecho tantas cosas malas. El Gremio la expulsaría. Y sólo había una forma de dejar el Gremio.
Y Ji Soo no quería morir. Le temía a la muerte.
Mi Joo se quitó el suéter del uniforme y se acercó hasta los barrotes.
—Aquí tienes.
Ji Soo la miro, pero no se movió del sitio.
—¿Por qué?
—¿Ah?
La cara de la otra chica era de confusión, sus hermosos rasgos faciales contraídos.
—¿Por qué eres buena conmigo? Sabes que de estar al revés yo...
—Lo sé —repuso Mi Joo con dulzura —pero eso es porque nunca has estado en el infierno... y yo si.
Ji Soo la miró en silencio.
Estar en el infierno.
Tenía razón, pese a su madre y su hermano, pese a la muerte de su padre... Ji Soo no sabía lo que era el dolor. Ni el verdadero miedo.
Se levantó y tomó el suéter que Lee le ofrecía.
—Gracias.
—No hay de qué.
Le sonrió con simpatía. Y ella que siempre los trato mal. Estaban equivocados, todos lo estaban, porque las únicas bestias eran ellos, los cazadores, seres irracionales que mataban todo aquello que no podían comprender.
—Eres hermosa, Mi Joo.
La aludida se sonrojo, pero no apartó la vista de la otra. Manteniendo ambas el silencio mientras escuchaban a Myung Soo decir algo en las escaleras. Mi Joo entendió de lo que hablaba. Habían ido por la enfermera. Sung Jong, Sung Yeol y ese pesado de Hee Chul estaban... ¿heridos? No lo sabía, pero tendría que ir pronto a ayudar.
—Quédate conmigo, por favor.
Pidió la joven cazadora, casi como si hubiese leído se mente. Y Mi Joo no fue capaz de negarse. Se dejó caer de rodillas en el pasillo, evocando brevemente sus noches en el sitio. Su miedo. A ella misma. A sus compañeros.
—Jong Hyun no es bueno.
Susurró Ji Soo, sentándose del otro lado, muy cerca.
—Lo sé. Mataba las mascotas de todos cuando era niño —replicó Mi Joo —pero a veces lo era.
—Si. A veces lo es.
La mano de Mi Joo se entrelazo con la suya a través de los barrotes, en comparación a ella misma estaba tibia. Era un tacto agradable, sereno.
Y Ji Soo se permitió creer que todo estaría bien.
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Academia Dissander
FanfictionTras un accidente de auto Kim Sung Kyu lo olvida todo. No sabe quién es. No recuerda a su hermano. No recuerda a su abuelo. Y sobre todo no recuerda al joven de cabellos dorados que lo mira tan intensamente.