Sus pertenencias y su equipo de cacería estuvo empacado mucho antes del atardecer. Aquel podría, fácilmente, ser catalogado cómo u día eterno. ¿Sería acaso porque se trataba del último? El último día de su vida… Sonaba prometedor en cierta forma.
Kim Sung Kyu observó el largo pasillo semi destruido que conducía al dormitorio de los chicos, recordando la primera vez que estuvo ahí, cuando Woo Hyun, inocente y crédulo, le había llevado a conocer a su familia. Sus manos se hallaban entrelazadas. Pero también podía recordar la segunda ocasión, cuando su amnesia le impedía recordar su vida y al hombre de sus sueños. ¿Había sentido tristeza? Creía que no. Y, sin embargo, en aquel momento no hacia sino luchar contra el llanto, ese que había reprimido durante toda su vida por hacerlo débil. Y ahora sabía que no era así. Llorar no te hacia débil, te hacia humano. Y ahora Sung Kyu lo sabía. Tanto cómo sabía que una vez Jong Hyun y los vampiros fuesen erradicados el Gremio dejaría de ser bien recibido en la Academia Dissander. Sería tarea de Sung Jong, su sucesor cómo Maestro, limar las asperezas entre Cazadores y licántropos. Era una tarea colosal, pero Sung Kyu confiaba en las capacidades de su hermano.
Sung Kyu llegó a lo alto de las escaleras, topándose con Dong Woo, quién le miraba con nostalgia. Habían sido un gran equipo juntos. Les bastó mirarse para recordar todo eso.
—¿Es todo?
Inquirió su viejo amigo en voz baja, con Hoya de pie junto a él, en un gesto que a Sung Kyu le pareció protector. Y le alegraba. Dino merecía ser feliz. La vida le había dado otra oportunidad.
—Lo es.
Asintió Sung Kyu, pero sin tratar de acercarse, mirando directamente a su equipo esperándole en el vestíbulo. Con Woo Hyun incluido. No había desistido a acompañarles y Sung Kyu no desistiría de su destino. Sólo esperaba que al final el joven de cabellos dorados lo entendiera.
—Buena suerte.
Kim asintió y bajó los escalones con calma. Sung Yeol ayudaba a Sung Jong a mantenerse erguido, pero no había rastro alguno de Myung Soo. El Maestro sintió pena por el prefecto, pero quizás así era mejor. Myung Soo no pertenecía al mundo de Sung Jong. Y a veces… a veces el amor no era suficiente.
—Estamos listos, Maestro.
Indicó Min Ho, con los hombros firmes, ateniéndose a las reglas hasta el final. Choi Min Ho sería capaz de morir por cumplir su deber como Cazador. Sung Kyu pensó entonces que quizás Min Ho merecía también el voto de confianza para ser un Segundo. Ojalá que Jjong lo considerase.
—Vayamos entonces. Nos espera un largo camino y será mejor que encontremos al prófugo antes del anochecer.
—Sí, Maestro.
Ésta era Ji Soo, bajando las escaleras con rapidez, con las mejillas sonrojadas y los labios hinchados. Sung Kyu sospechó lo que la joven estaría haciendo, pero decidió no decir nada. Todos tenían derecho a despedirse de quién quisieran.
—Woo Hyun —Kim se detuvo frente a él—. ¿Estás seguro de…?
—Completamente.
La serenidad en los ojos de su novio lo hicieron estremecerse, pensando en lo mucho que lo amaba. En su deseo de que Nam fuese feliz, en sus ganas de hacer un mundo mejor y menos injusto para que el prefecto llevase una vida libre de prejuicios. Pero eso, así como sus sueños de una casa y una vida juntos, tendrían que ser dejados de lado. Hasta que Woo Hyun encontrase a alguien que… a alguien que pudiese cumplirlo.
Ningún alumno salió a despedirles y Sung Kyu, Woo Hyun, Sung Yeol, Sung Jong, Ji Soo y Min Ho abandonaron la Academia Dissander, lugar al que no todos podrían volver después de aquella noche.
Woo Hyun entrelazó su mano con la de Sung Kyu, mirándole como antaño. El joven Maestro le miró a su vez, asintiendo. Esa sería su última noche juntos.
—En otras circunstancias —dijo Sung Kyu, deteniéndose junto a la barda que separaba a la Academia Dissander del bosque, colgándose una mochila ligera sobre los hombros —la indicación sería no separarse, pero no podemos darnos ese lujo—. Todos le miraban a la espera de indicaciones—. Sung Jong y Sung Yeol ustedes irán juntos. Manténgase en zonas no muy profundas. Tu pierna no está del todo bien.
—Puedo seguirles el paso, Sung Kyu.
—Lo sé, pero te necesito cubriéndome.
Aunque eso no era del todo cierto. Sung Kyu deseaba a su hermano tan lejos de él como fuera posible. Confiaba en su hermano, pero también era consciente de lo mucho que éste se oponía a su decisión final. No necesitaba al menor cerca para arruinarle sus planes.
—Lo haremos, Sung Kyu.
Asintió Sung Yeol, manteniendo a Sung Jong sujeto del brazo.
—Bien. Ji Soo y Min Ho vendrán con Woo Hyun y conmigo. Sí Jong Hyun aparece de improviso Ji Soo tratará de calmarlo
La chica asintió, pero esas tampoco eran las razones. Kim no necesitaba a ninguno de ellos para darle caza a Jong Hyun, pero sí los necesitaba para contener a Woo Hyun. Y era que el rubio no había apartado sus ojos de él, como si pudiese leer su mente y supiera la verdad tras aquellas extrañas indicaciones.
—¿Podrías disparar un arma, Woo Hyun?
Se interesó Min Ho, tomando un par para él.
—Lo haré si es necesario.
—No lo será.
Le cortó Sung Kyu, encajando en su cinturón la pistola con los tranquilizantes. Cuando el momento llegase la usaría en Woo Hyun. Su dulce novio sólo sería un obstáculo en el cumplimiento de su deber.
—¿Algo más?
—Por ahora es todo. Debemos darnos prisa.
Y Sung Kyu saltó la barda, seguido de cerca por Woo Hyun, quién no tardó nada en volver a tomarlo de la mano.
—No vamos de excursión, Nam.
Se quejó el mayor, pero sin apartarle.
—Lo sé, pero quiero estar cerca de ti. Me tranquiliza tu tacto—. Para Sung Kyu era igual. Tener a Woo Hyun cerca lo ayudaba a pensar (y aceptar) con más serenidad—. Además controlo mis instintos mucho más fácil cuando estoy cerca de ti.
—Escuché que los licántropos machos suelen guiarse por su instinto reproductor.
Susurró Sung Kyu, andando con cautela.
—Entonces yo quiero reproducirme contigo, Sung Kyu.
—Sabía que dirías eso.
Replicó el Maestro en voz baja, girándose un poco, distinguiendo a Min Ho y a Ji Soo detrás de ellos, pero sin ver a Sung Yeol ni al Segundo. Era mejor así. Se quitaba la angustia de ser interrumpido por Jong y además se aseguraba de mantenerlo a salvo. Mientras más lejos estuviera Sung Jong de Jong Hyun mucho mejor.
—Myung Soo y Ho Won me han echado de la Academia.
Dijo Nam entonces, tirando de Sung Kyu con algo más de fuerza.
—El enojo se les pasara después de limpiarla. Ya verás como te reciben.
Indicó Kim, quitándole importancia.
—No lo creo. Ellos… están decepcionados. Creen que los he traicionado.
—Yo creería lo mismo —y Sung Kyu miró hacia atrás de nuevo. Ya no veía a los chicos—. Escogiste ayudar a los Cazadores en lugar de a los tuyos.
—No escogí a los Cazadores, te escogí a ti.
Se exasperó Woo Hyun, deteniéndose y tomando a Sung Kyu por los hombros con fiereza, mirando al Maestro con intensidad. Pero Sung Kyu apenas y se entero de esto. Su instinto de cazador se había activado. Sus oídos entrenados habían detectado el susurrante ruido de las hojas muertas al ser pisadas con cuidado. Justo como lo haría alguien que no desea ser detectado.
—Sung Kyu, ¿me estás…?
—Silencio —y Sung Kyu volvió a girar la cabeza. No había señal ni de Min Ho ni de Ji Soo—. Nos ha seguido alguien desde la Academia.
Y como si esas palabras hubiesen sido una señal se escuchó un disparo muy cerca de ellos. Kim se distrajo una milésima de segundo, momento que Woo Hyun aprovechó para hacerse con la pistola tranquilizante, retrocediendo un paso. Sung Kyu giró el rostro, sin poder ocultar su sorpresa, pero entendiendo lo que estaba ocurriendo.
—Ki Bum.
—Y Tae Min.
Añadió el joven con aspiraciones de médico, con Ji Soo entre sus brazos, apuntando a la cabeza de la chica.
—Lo siento mucho, Sung Kyu, pero no voy a perderte.
Y Woo Hyun levantó el arma todavía más, apuntando al pecho del Maestro. Sung Kyu no movió un musculo. No cuando Kim Ki Bum apareció en su campo visual, con una pequeña daga en la mano y la sangre de Choi Min Ho empapando la blanca tela de la camiseta de su uniforme escolar.
ESTÁS LEYENDO
Academia Dissander
FanfictionTras un accidente de auto Kim Sung Kyu lo olvida todo. No sabe quién es. No recuerda a su hermano. No recuerda a su abuelo. Y sobre todo no recuerda al joven de cabellos dorados que lo mira tan intensamente.