No quiero vivir así

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Sería toda una mentirosa si dijera que mi vida es una maravilla, aclaro: no es como era antes, con golpes, intentos de acecinato y esas cosas, pero es de verdad un fastidio.

Ya han pasado tres años desde que Trunks estuvo apunto de morir es ese fúnebre hospital, ahora él es mi esposo, y yo, su esposa. Vivo en su casa y tenemos un hermoso bebé, lleva por nombre Vegeta, según Trunks ese era el nombre de su padre, le quería mucho según él y lo sigue queriendo aun después de que los abandonara.

Es raro, pero Trunks nunca me habló de su mamá, siempre que trataba de adentrarme al tema inmediatamente lo evadia y se excusaba con cualquier cosa... No le he prestado importancia, pero siendo sincera es raro...

No es que antes llevase una vida de princesa pero ahora no me siento a gusto, no voy a negar que antes todo era perfecto... Pero con el tiempo todo cambió, sé que Trunks me ama, pero siendo realista siento que yo no a él.

Su casa es bastante pequeña, en estos momentos desearía regresar a mi antigua habitación, no quiero vivir con Trunks, quiero vivir la vida, tener dinero, conocer ciudades y países nuevos, estar aquí entre estas cuatro paredes me da flojera.

Mi amigo, Kurota, se volvió el mejor luchador de el país, cosa que me sorprende porque cuando estábamos en la escuela, sufría lo mismo que yo, el dichoso «Bullying», él y yo eramos los más débiles del colegio. Pero ahora, ahora él puede golpear sin descansar y defenderse de quien lo desee golpear. Él si vive la vida, no como yo.

Estaba amamantando a mi hijo cuando de pronto recibo una llamada, como si mi vida dependiese de ello contesté el móvil:

- ¿Hola? - contesté.

- Pan... ¿Cómo estás?¡Tanto tiempo! - respondió la voz de un hombre del otro lado del móvil.

-¿Kurota?, sí, hace mucho que no hablamos, ¡me has dejado muy olvidada eh! - le dije con una sonrisa poniendo al bebé en su cuna.

- A decir verdad no, siempre te estoy pensando, es más; te llamaba para invitarte a salir, así que... ¿Qué me dices? - propuso y a mi se me iluminaron los ojos, pero ese efecto no duró mucho tiempo:

- ¡Ahhh! - suspiré con pesadez - desearía ir Kurota, pero tengo que cuidar al bebé... ¡Lo siento! - le dije mientras por dentro maldecía el ser madre.

- ¡Qué lástima! - contestó - bueno... Otro día será... ¡Hasta entonces! - no quería que se fuera de línea así que lo detuve.

- ¡Espera!... Verás... El bebé se acaba de dormir creo que si podríamos salir un momento - le dije - solo me cambio y salgo... ¿Pasas por mí? - cuestioné.

- Ahí estaré - respondió para después colgar.

A los pocos minutos llegó él en su brillante y flamante auto rojo... Venía vestido informal y se veía tan guapo como para comérselo de un bocado.

Como todo un caballero abrió la puerta del copiloto dándome paso, acto seguido subí al auto.

Fuimos a un antro, yo; perdí la noción del tiempo y hasta me olvidé que tenía un niño esperándome en una cuna, quizás con hambre o alguna otra necesidad, pero eso fue algo que se me olvidó mientras me emborrachaba en un antro a media noche.

Pasaron las horas y eran alrededor de las 03:00. y yo apenas estaba llegando a mi casa, estaban las luces apagadas, me quité los tacones para no hacer ruido alguno, pero no sirvió de nada:

- ¿Qué son estas horas de llegar Pan? - se escuchó la voz de Trunks detrás mío y luego se encendió la luz de la sala.

- Trunks... - mencioné con miedo, casi cayéndome por el efecto del alcohol.

- Pan... ¿Sabes cómo encontré al bebé?, estaba mojado Pan, llorando, con hambre, y tú, tú quien sabe donde, haciendo quien sabe que, sin recordar siquiera que tienes un hijo, una familia Pan... ¿En qué diablos estabas pensando? ¿No tienes cerebro acaso? - decía en tono frío con ganas de pegarme.

- ¡Vete a la mierda Trunks! - exclamé tambaleándome mientras me encaminaba a las escaleras.

- Nada de «Vete a la mierda Trunks» aquí la única que se va de mi casa eres tú, no quiero verte nunca... Eres una zorra - dijo con carácter fuerte y yo, yo exploté y le propine una buena cachetada.

- ¡Vete de mi casa! - apuntó a la puerta - VETE DE MI CASA ANTES QUE COMETA UNA LOCURA PAN - me jaló del brazo y me llevó hasta la puerta, estando allí abrió ésta y bruscamente me empujo hacia afuera.

- ¡Gracias!, gracias por librarme de esta vida de mierda, quédate con el niño, tanto él como tú me importan y reverendo pepino - lo escupí y luego me tiré una sonora carcajada.

Como pude llegué a la casa de Kurota... Quería verlo, no sé porqué pero quería tenerlo cerca...

- ¿Pan?¿Qué te pasó? Pa... - no lo dejé terminar y lo que hice fue darle un fogoso beso en sus labios dulces y con un ligero sabor a alcohol. No negaré que fue algo que disfruté... Me encantó...

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Continuará...

El chico de la ventanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora