Regreso

513 88 71
                                    

Estaba allí... Parado frente a mí en el baño... ¿Cómo entró?¡Qué atrevido por Dios!.

-Yo... Ah... Estoy retocando mi maquillaje ¿Acaso no ves? -respondí volviendo mi mirada al espejo y acomodando mi lacio cabello.

-Se te notaba pensativa. Hasta... Triste -dijo acercándose.

-¿Qué? ¿Yo? -miré mis perfectamente manicuradas manos -para nada, solo hacía lo que te dije y ya. No preguntes ahora vete que una chica necesita estar sola cuando se está maquillando, amenos que esté con otra chica. ¡Espera! ¿Eres gay? -me acerqué y lo miré con cara de duda.

-¿Q-Qué? -balbuceó -Sí, si claro. Mi forma de caminar y mi vestido te lo dice todo... ¿Cómo no te diste cuenta antes? -mencionaba mientras se daba aire con una de sus manos.

-No, si créeme que lo noté, pero no quise decir nada, soy una niña confiable -guiñé un ojo -ahora vete que necesito seguir con mi trabajo.

Dicho eso se fue. Mejor dicho lo saqué de allí. Volví a donde estaba antes y seguí mirándome al espejo. Espero que no se haya dado cuenta, no creo, soy una gran actriz. YO debería hacer castings en Hollywood, ¡Mundo te perdiste de una gran actriz!.

(•••)

Ha pasado mucho tiempo ya desde aquel día de la dichosa fiesta. Hoy, estoy de regreso al lugar donde fue me horrible infancia. Recostada al hombro de mi marido dormido, pienso que quizás volver a ver a Trunks me traiga malos momentos. No quiero que eso pase.

Llegamos a un hotel grande y lujoso, como siempre todos nos quedaban viendo y nosotros haciendo como si ellos no existieran.

Reservamos una suite donde efectivamente estaría cómoda y sin interrupciones en absoluto.

Por la tarde fuimos a un lugar donde Kurota practicaría para sus peleas, no era algo que me interesase mucho, pero era mi marido y tenía que estar con él en todo momento.

Kurota entrenaba y entrenaba sin descanso y cada minuto que pasaba yo me aburría más y más. Al cabo de unas horas miré que mi marido caía rendido al suelo, supuse que era el cansancio, pero estaba equivocada, se detenía con su mano el pecho y hacía unas muecas de dolor con su rostro.

Me acerqué gritando alterada y le pregunté que le ocurría, mas no recibí respuesta de su parte.

Rápidamente lo llevaron a la enfermería y allí tardó unos minutos, largos minutos a decir verdad. Luego salió un señor bastante canoso y de lentes.

-Señorita Son... Pase por favor -llamó y obedecí.

-¿Qué tiene él doctor -pregunté preocupada y luego me senté.

-Lamento decirle que él está muy enfermo del corazón, si sigue peleando y entrenado su tiempo de vida será corto. Lo mejor será que deje las peleas y se dedique a otra cosa... -dijo seriamente mirándome a los ojos.

-¡No lo haré! -dijo Kurota golpeado levemente el escritorio del doctor -Las peleas son mi vida, aparte de eso... No sé que hacer -volvió a sentarse.

-Es por su bien señor -dijo igual de serio el doctor.

-Yo hablaré con él, no sé preocupe -le dije al señor y tomé el brazo de mi marido y lo llevé hasta el hotel.

Llegamos y él se tiró a la cama, no sabía que decirle, no soy buena para platicas motivadoras. Pero es difícil, si él no pelea... ¿De qué vamos a vivir? Yo no puedo trabajar, nunca lo hice, no lo necesité. Pero ahora ¿Qué hago?.
-Amor... Creo que el doctor tiene razón, deberías dejar las peleas, es por tu bien, yo no quiero que tú te mueras -le dije abrazándolo.

En realidad es cierto, lo necesito vivo, si no está él ¿Quién soy yo?. Kurota se apartó de mi abrazo y se volteó, era obvio que no quería hablar sobre eso y yo acosándolo.

-Está bien... Hablaremos mañana cuando ya te sientas mejor -articulé y me acomodé a su lado -¡Buenas noches... Amor!

Luego de esas palabras me quedé dormida plácidamente en esa suave cama.

La ventana del cuarto se abrió bruscamente y una lujuriosa tormenta se desató de un momento a otro.

Kurota no estaba en la cama y asustada comencé a llamarlo, sin embargo no recibí respuesta de su parte. Me levanté y me acomodé una bata que no me protegía nada del frío.

Un gran trueno se escuchó y yo pegué un chillido de niña por el susto que me dio.

-Siempre le tuviste miedo a las tormentas Pan...

Escuchaba una voz en medio de la oscuridad pero no lograba ver a nadie.

-Mamá, tengo miedo, tengo miedo mamá ayúdame...

Volví a escuchar una voz, pero esta vez era la de un niño, un niño que parecía estar llorando y me llamaba.

-Te odio Pan...

Volteé y esta vez si lo vi, era Trunks, Trunks con el mismo niño de mi sueño anterior. No, no, no, no, esto... Esto es un sueño, una pesadilla, tú no puedes estar aquí, vete... ¡VETE TRUNKS, VETE!

Con un gran miedo me desperté y lo primero que vi fue a Kurota leyendo el periódico.

-Mira lo que encontré -me tiró el periódico.

-Trunks... -dije atónita por lo que había visto...

____________________________________________
____________________________________________

Continuará...

El chico de la ventanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora