Re-encuentro I

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El lunes por la mañana ambos jóvenes se en listaron para ir a sus respectivas escuelas.

En Kioto, en una gran mansión, padre e hijo terminaban de desayunar. El hijo, llamo la atención de su progenitor. — Padre— el mayor miro al joven pelirrojo — Hoy viajare a Tokio al salir de la escuela. Tengo unos asuntos que atender.

El Akashi mayor levanto la mirada — ¿Vas a dejar el entrenamiento? y ¿Cuáles son esos asuntos, hijo?— preguntó algo curioso, pues era la primera vez que Seijūrō quería realizar algo fue de su agenda.

Una pequeña sonrisa se forma en sus labios, al percatarse de la curiosidad de su padre — Al parecer el otro yo, había dispuesto de este día sin entrenamientos... Son asuntos personales, padre— dijo sin especificar qué haría realmente.

El Akashi mayor sólo quedó asombrado. Su hijo no le estaba pidiendo permiso, estaba informado a medias. Después de dudas decidió hablar ¿Qué podría pasar si le dejaba ir? Como había dicho su hijo, estuvo mucho tiempo sin hacer algo. Tal vez, eso le ayudaría para recuperarse — Está bien, cualquier cosa avisas a mi celular, tengo una junta. Ah sí, partir del próximo lunes, reanudarás las actividades.

— Entiendo. Buen día, Padre— se despidió y salió rumbo a Rakuzan. Al llegar, asistió a las clases y al consejo, siguiendo la rutina que tenía en la agenda el otro Akashi. A la una, cuando termino sus actividades escolares y se dispuso a marchar a Tokio, eso, hasta que llegaron los chicos del equipo.

— ¿Es verdad que no vamos a entrenar hoy?— pregunto Hayama.

— Es cierto, el otro ya lo había planeado. El miércoles reanudaremos el entrenamiento. Hoy y mañana pueden hacer lo que quieran— comenzó a caminar rumbo al estacionamiento, dejando un peli naranja sorprendido.

En el trayecto a Seirin se cambió el uniforme por una playera blanca, un pantalón cortó (a la altura de las rodillas) en color negro y unos cómodos tenis. Al llegar a su destino, tomó su celular y ambas carteras. — No sé cuánto tiempo me tome, así que le llamare. Mientras puede hacerlo que quiera— indicó a su chófer.

Los que aún quedaban en la escuela, lo miraban. — Disculpen, ¿dónde está el gimnasio?

Tras seguir las indicaciones, llegó al lugar que quería, la mayoría estaba haciendo canastas básicas. Entró al recinto, sin hacer ruido alguno y se deslizó al suelo, en la pared más cercana. Estuvo durante media hora sin ser notado, siguiendo con la mirada a Furihata. La entrenadora daba órdenes a diestra y siniestra, como si se acabase el mundo.

8 de 10 canastas fue lo que encestó — Furihata playera fuera, no empieces a titubear. Les dije que sucedería si fallaban alguna de las 10 canastas— dijo Riko bastante molesta.

Seijūrō disfrutaba de la vista del chico castaño quitándose la playera, pero se llevó la mano al corazón, el cual le latía irregularmente. No sabía por qué, pero no podía quitar los ojos del cuerpo de Furihata. Era delgado, bella mente esculpido, una tez delicada — ¿Qué me pasa? ¿Por qué estoy viéndolo de esta manera?— sus pensamientos fueron interrumpidos al llegar un balón a sus pies.

— Akashi— gritó Kagami. Todos voltearon, y si, allí estaba el emperador, cómoda mente sentado.

— No grites, Kagami— respondí algo ensordecido por el grito del otro peli rojo.

— Akashi-kun, no pensé que fuese a venir— dijo Tetsuya acercándose a su ex capitán.

— ¿Lo sabias?— preguntaron todos.

— Bueno si, anoche me mandó un mensaje, pero no creí que fuera a venir— respondió mirando de forma inexpresiva al peli rojo menor.

Fue Riko la que habló — ¿Podemos ayudarlo en algo, Akashi-san?

— Hablar con Kuroko, pero cuando finalice el entrenamiento, necesito hablar con otra persona— respondió mirando a la castaña.

Los de Seirin se miraban entre ellos, nadie aparte de Kuroko hablaba con el emperador y, eso, fue los que le dio curiosidad por saber de quien se trataba — Entendido, aún nos falta poco para terminar.
Todos continuaron con el entrenamiento, mientras el peli celeste se sentó al lado el peli rojo.

— ¿Pasa algo, Akashi-kun?— pregunto. No era normal que Akashi Seijūrō se presentara de la nada.

— Si necesitó reunirme con ustedes, aun no se lo planteó a Midorima y a los demás ¿Puedes ir a Kioto este fin de semana? Serán los dos días— dijo viendo a Furihata.

— Claro, no tengo nada para este fin de semana. Pero.... ¿Akashi-sama no se enojara si vamos? — preguntó Tetsuya algo extrañado. Pues una que fueron a la casa de Akashi, cuando estaba en Teiko, el padre no lo tomo muy bien.

— No te preocupes por él. Tengo hasta el lunes disponible para cualquier actividad que quiera— respondió sonriendo al recordar la cara de su padre esa mañana.

— Está bien— después de dudas preguntó — ¿Con quién viene a hablar, Akashi-kun?

— Ya lo verás... Anda, a continuar entrenado— indicó y Tetsuya se levantó sonriendo, pues esa línea fue una de las primeras que le dijo cuándo comenzó a entrenar como titular.

Media hora después, entraron a los vestidores. Tras acordar que querrían saber por quién iba el peli rojo decidieron salir al mismo tiempo.

Al notarlos salir, Seijūrō se levantó. Busco por quien vino a Tokio — ¡Vine por ti, Kōki!— dijo mientras tendía su mano a Furihata. El cual, se había sonrojado visiblemente por haber sido llamado por su nombre.

Un Chihuahua sin suerte... O eso creía    -Editando-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora