Veneno silencioso

37 3 0
                                    

Hemos recorrido varios kilómetros. Desde que la encontré a ella ya han pasado cuatro meses, los cuales podrían ser los más felices de mi vida, pero como todo, la felicidad tiene un precio, el cual supera cualquier tipo de deuda que un hombre pudiese pagar.
La amo, no tengo la menor idea de lo que ella piensa de mí pero durante todo el viaje no ha habido algo que me indique que no haya posibilidades de que ella me corresponda. Sé que antes de la destrucción ella era una de esas personas con ideas innovadoras, rechazada por gran parte de la conservadora sociedad a la que pertenecía, igual que yó, pero con la enorme diferencia de que a mi me rechazaban por mis ideas, esas ideas que eran y siguen siendo crueles. Recuerdo que mis compañeros de trabajo alguna vez me invitaron a una comida, ahí hablamos de muchas cosas. Llegamos al tema de la extinción,  yo dije que la extinción de la mayoría de las especies era nuestra culpa, ellos no estuvieron de acuerdo conmigo. Para mi buena suerte, supe suprimir el pensamiento  que desde hace tiempo se alojaba de mi mente, el de que los humanos no mereciamos el planeta en el que nos habia tocado vivir, y que no teniamos ni la mas minima idea de todo el daño que habiamos y seguiamos haciendo.Desde entonces, me miraban como  a un fenomeno, alguien que no merecía pertenecer a su perfecta sociedad, así,   en la aerolínea en donde trabajaba jamás tuve amigos, mis ideas impedían que ellos se acercaran a mi, o tal vez era yo mismo quien trataba de alejarlos, sus ideales me repugnaban, se expresaban de la raza humana como si fuesemos lo mejor que existiera en el universo, tenian una venda que les impedía ver lo equivocados que estaban, así que yo, que me consideraba alguien menos tonto que los otros, resultaba ser el loco ante ellos. Trabajaba en una agencia de viajes, por fortuna, a pesar de los grandes avances tecnológicos,  las máquinas aun eran incapaces de sustituirnos a nosotros, los pilotos.  La nave que yo pilotaba en conjunto con otro compañero era una especie de obra maestra voladora, era hermosa, era un crucero aereo y yo amaba lo que hacía,  por momentos pensaba que  no necesitaba más que estar en esa nave, viajar era mi pasión,  y ese artefacto en el otros solo veían lujo, era para mi la única compañía no repugnante de la que podía disponer. Así,  quede aislado de aquella perfecta sociedad a la que no me creían digno de pertenecer, y me conformé   con la metálica y lujosa compañía de mi nave y sus controles.

2100Donde viven las historias. Descúbrelo ahora