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Luego de un desayuno en grupo en el comedor, cada una de las internas se dedicó a lo que mas le gustara, era sabado.

Debra acompañó a su hermana a caminar un poco al rededor del instituto. Les gustaba pasar tiempo a solas.

-cuanto tiempo falta para irnos?- preguntó Ellie.

-vas a hacerme cada día la misma pregunta?- respondió casi fastidiosa, Debra.

-ah, es verdad. Perdon- ellie continuó a mirar los árboles a su alrededor.


Debra la observó de reojo y sintió pesar.

-seguramente faltará poco. - Debra dijo sonriendo.

-yo tambien lo creo- dijo Ellie.

-estan esperando a que llegue una familia perfecta. Buenos, simpaticos y que amen los chicos.- Agregó Debra.

-Quiero que me lleven a conocer la playa.- dijo Ellie.

-entonces les avisaré que solo con esa condición iremos a vivir con ellos.- Debra

-Me parece justo. - respondió Ellie.

Debra dejó escapar una risita, amaba el modo maduro de hablar de su hermana.


Caminaron un poco por el patio trasero y luego comenzaron a dirigirse hacia el parque donde jugaban todas las compañeras. Pasando junto a una de las puertas de servicio. Estaba prohibido abrir esas puertas, y normalmente estaban cerradas a llave. Esta era la más vieja, si eso era posible en el instituto. Casi nadie la utilizaba, Debra sabia que era un taller donde tenia sus cosas la persona que "arreglaba todo", pero nunca había estado allí.

Las hermanas caminaban tranquilas cuando vieron que "El Señor que arregla todo", como lo llamaban las internas, caminaba hacia ellas. Debra lo miro fijo un momento,para luego bajar rapido la mirada cuando el señor le sonrió. Tenía un aire extraño, no era como papá, ni si quiera como algunos de los vecinos del viejo barrio, aunque deberia tener solo unos años mas que el papa. Nadie le hablaba, estaba prohibido tambien hablar con los hombres que alli trabajaran (preciso que ademas del director, el señor que todo lo arregla era el único hombre que trabajaba en el lugar). De todas formas no le hablaban no solo porque era hombre, mas bien porque sobre él, como con todo lo que tenía que ver con el viejo instituto, se contaban muchas historias.

-Buenos dias, jovencitas- Dijo el señor mientras pasaba junto a ellas.

-Buenos dias, señor!- exclamó sonriente Ellie .

Debra la tomó del brazo obligandola a acelerar el paso y dejando detrás al señor que continuó caminando.

-au! Me lastimas.- dijo Ellie.

-camina- dijo Debra.

-porque has sido tan maleducada con ese señor?- preguntó Ellie.

Debra se giró a mirar y vio al hombre habriendo la puerta de servicio. Él le devolvió la mirada con una sonrisa. Debra volvió rapidamente a mirar adelante. Habia desarrollado una desconfianza grande hacia los desconocidos.

Miserere (#Wattys2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora