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Entraron por detrás para no ser vistos, su casa aún estaba siendo vigilada. En su cama, luego de un baño largo y relajante, Debra se encontró algo de ropa más o menos de su talle. Unos pijamas, pantalones, camiseta y poco más. Sonrió, hacía tiempo que no recibía un regalo. Dejó caer la toalla junto a la cama y tomó la ropa. Se miraba de frente a un espejo, sin notar la presencia de Kevin, fuera de la habitación.

La puerta estaba entreabierta, y él pasaba caminando por el pasillo cuando la notó. Tomó el pomo de la puerta con la mano para cerrarla, pero se quedó paralizado ante tanta belleza. Su figura era perfecta, y no la de una niña. Su piel... podía olerla a la distancia. Lentamente cerró la puerta sin que ella lo oyera. Bajó su mirada, y respiró profundamente, casi con pena, la pena de saber tener que cancelar cualquier pensamiento insano de su mente.

Le había prometido un día de normalidad, luego de que ella aceptara seguir el camino legal para resolver la situación. Kevin estaría siempre junto a ella, donde sea que la llevarán, visitandola para asegurarse que nada malo le sucediera. El fue firme sobre la decisión de no adoptarla, nunca había tenido niños y no le interesaba en lo más mínimo, sólo sería su amigo.

La tarde comenzó a sentirse, las primeras sombras se empezaban a ver. Debra se movía sin hacer ruido, iba de un lado a otro, manteniéndose ocupada. Kevin prosiguió con su rutina cotidiana, y era el momento de preparar una cena saludable.

El timbre de la puerta sonó dos veces, haciéndoles exaltar.
-Escondete y no te muevas hasta que te llame yo, ok?- dijo, Kevin.
Debra asintió con la cabeza y se dirigió al garage.
Él abrió la puerta, manteniendo al intruso fuera. Era la asistente social.
-Buenas tardes- dijo ella.
-Buenas tardes, me diga.-respondió.
-Quería saber si había tenido noticias de la joven...-empezó diciendo.
-No, nada.- interrumpió Kevin.
-Quizás la haya visto, o recibido alguna llamada- continuó la asistente.
-No tengo teléfono y además sus muchachos lo pueden confirmar, han estado allí todo el tiempo.- dijo un poco enfadado.
-Por eso no se preocupes, se irán ahora mismo. De hecho tiene razón, le pido disculpas por la molestia. Se que usted se habría puesto en contacto conmigo.- comentó ella.
-Así es, aún mantengo mi palabra.- respondio.
La asistente se tomó un momento para reflexionar y tratar de echar alguna mirada dentro de la casa, pero Kevin le ocupaba todo el campo visual, era bastante grande y atlético.
-Aún me sigo preguntando como una niña pudo escaparse de ese lugar, llegar a su casa y sobre todo confiar en un hombre, luego de lo que "ella dice" que le ha sucedido- dijo tratando de no soñar ofensiva.
-Los niños son bastante inteligentes, no se confíe. Y en cuanto a mi... quizás no todos los hombres sean iguales... no cree?- dijo con una pequeña sonrisa, Kevin.
-Si, tiene razon... incluso en su caso... quizás no sean todos iguales, quizás las personas cambian y mejoran...- Concluyó la asistente.
Kevin, no quiso responder a la provocación. Sabía que ella lo había investigado y cualquier cosa dijese podría jugarle en contra. La mujer le guiño un ojo y se giró para marcharse. Kevin quedó expectante y fue antes de bajar el primer escalón que se volteó hacia el de nuevo, como si se hubiera recordado de algo.
-Sabe, creo que usted no es para nada una talla S.- dijo.
Kevin resistió la tentación de dar explicaciones.
-Quizás no se dio cuenta ayer, al fin y al cabo era de noche y quizás estaba cansado. Imagino volverá a la tienda a cambiar la ropa.- dijo ella.
La mujer bajó los peldaños y caminó un poco hacia el auto, al llegar volvió la vista hacia él.
-Estos hombres ya se van, todos necesitamos espacio. Recuerde que tiene mi número, y que nunca es tarde para hacer las cosas correctas.- la mujer le sonrió y subió al auto.
Kevin esperó a que se fuera, cerró la puerta y se volteó hacía dentro con velocidad.
-Sal ya de donde estés, nos han descubierto...- dijo.
Ninguna respuesta. La casa parecía vacía, pero no como cuando Debra trataba de disimular su presencia. Estaba vacía de verdad.

Kevin miró hacia la puerta del garage, estaba abierta. Fue rápido hacia allí y no la encontró ni si quiera dentro del auto.
-Debra, donde estás? Sal ya!-
No había rastros de ella. Kevin se estaba dirigiendo dentro de la casa de nuevo cuando notó algo. Respiró profundo, lo sabía, en su interior ya lo sabía, pero quiso acercarse para confirmarlo. El cajón estaba abierto y el arma ya no estaba allí.

Miserere (#Wattys2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora