Sueño ≠ Realidad

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 De repente. Todo, absolutamente todo, había surgido de repente. Y muy rápido. Un día me encontraba con Frederick Coste, un chico egocéntrico, creído y mujeriego. Al siguiente me encuentro con Freddy, un chico dulce, amable y amistoso. Y al día siguiente, me encuentro con mi verdadero, y hasta ahora único amor. Y otra vez, al siguiente día se esfuma y me deja sola. Y ahora-

 -¿Me escuchaste? -grita Jason, con cierta esperanza en su voz, aunque parece más que preocupado.

 Ahora... Volvió. ¿Realmente estaba vivo? ¿O es que Jason quería verme feliz, aunque fuera tan sólo por unos segundos? Claro que después desataría una furia inexplicable en mi, a causa de la esperanza y luego de la desilución. Pero eso todavía no lo sabía. Lo único que me había quedado claro desde el comienzo de todo es que, la felicidad dura muy poco, y hay que aprender a valorarla. 

 Apreté los dedos contra el alambrado. Escuché los pasos de Jason acercándose a mi, me tomó de los hombros y me dió vuelta. Lágrimas de tristeza, miedo, esperanza y felicidad se convinaron. 

 -¿Por qué lloras? -preguntó Jason, incapas de verme a los ojos.

 Pero por más que quisiera hablar, las palabras no surgían. El daño me había abierto una cicatriz profunda y en ese momento dudé verdaderamente poder cerrarla.

 -No... tú quieres lastimarme más... -susurré pero se me quebró la voz al final y mi instinto me sugirió escapar. Salir corriendo, correr lejos de Jason y sus falzas esperanzas. La doctora lo había dicho claro «El ya no está con nosotros.» No, no lo está. No hay por qué esperar a que aparesca, al final de la calle, por que no lo hará. 

 Corrí nuevamente hacia el puente, pero en mi camino, me topé con Sophía y Bastián.

 -¡¡Cheryl!! Es un gusto ver... -no pudo terminar de hablar, ya que me levanté y seguí corriendo. Ahora siendo perseguida por Sophía y Bastián.

 -¡Dejadme! -grité estúpidamente. Ellos no lo harían. O tal vez sí, al ver todo este tiempo en que me dejaron...

 Corrí dejándolos atrás y por fin llegué al puente.

 Y justo allí... Caí sobre mis rodillas al presenciar. Se largó a llover, pero aún así él seguía allí... Justo delante de mis ojos, estaba Freddy sentado en el puente.

 -F-F-Freddy? -mis ojos no podían creerlo, pero rápidamente se llenaron de lágrimas. Justo en frente de mi, estaba Freddy. Su cabello oscuro y vagamente despeinado, sus hombros cayendo hacia delante, su forma de pararce, éra él. Es él. Pero su rostro... No extresaba nada, quizá seguía mal herido. Sin embargo, no pude contenerme.

 Me eché a correr lo más rápido otra vez, aunque estaba falta de aire yo seguí. Pero aunque me reconoció, no alargó los brazos, se quedo en su posición.

 Corrí hasta que su cuerpo me detubo bruscamente. Sentir su calidez me debolvió la felicidad, o al menos, en ese instante, aun con la lluvia cayendo sobre nosotros, me sentí viva otra vez.

 Lo abracé, y nunca se presentó ante mi el pensar soltarlo o verle la cara. Debía de tenerla lastimada después del choque, aunque su belleza me cegó. Entonces cayó un rayo de luz en el cielo y Freddy ya no estaba.

 Sentí una mano detrás de mi y me voltee con una sonrisa, claro que esta desapareció. 

 Freddy ya no estaba.

 -¿Estás bien? -me preguntó Bastián rodeándome con su brazo. Aturdida, impactada, asombrada, asustada y loca. No, no lo estaba.

 -F-F-Freddy... Él estaba aquí... -conseguí decir, pero las miradas de Sophía y Bastián me hicieron entender.

 El jamás estubo aquí. Fue una especie de ilución, tal vez, o tal vez mi cabeza necesitaba verlo, sentirlo, aunque sólo fuera una ilución. Parte de mis sueños eran volver con él, encontrarlo en el puente donde yo escapaba, sus brazos rodeandome y él susurrando: "Tranquila, solo ha sido un mal sueño, estoy aquí". Pero ahora no sabía bien cuando era sueño y cuando no.

 Ahora todo formaba parte de una gigantesca pesadilla a la cual no puedo despertar, aunque quisiera. 

 Camino a casa, escuché a Sophía hablando con Bastián. Pude escuchar las palabras "Golpe. Loca. Psiquiatra. Casa. Esmeralda. Suicidio" pero mi cabeza se negava a encontrarle algún sentido. 

 Seguimos caminando hasta que él volvió a aparecer. Seguía mojado, aunque la tormenta había cesado. 

 Levantaba una mano, llamándome. "Riku" pronunciaban sus labios, aunque no permitía ningún sonido...

 No podía. No podía dejarlo ahí, por que quizá fuera el verdadero. Por que quizá necesitaba otro abrazo. Por que quizá mi cabeza lo quería aquí, conmigo. 

 Corrí otra vez, librándome del brazo de Bastián. 

 -¡¡Freddy!! -chillé dejándome llevar por mi cabeza. Volví a caer en el sueño. Lo sentí, estaba húmerdo, pero seguía estando caliente. O tal vez ése fue el último recuerdo que me quedó de Freddy, su calor. 

 Entonces, sin previo aviso, Bastián perdió el control.

 -¡No está allí! ¡¡Sólo tú lo ves!! ¿Acaso no entiendes? Te has vuelto loca, ¡¡Está muerto!! -las palabras de Bastián quedaron flotando en el aire, haciendome sentir destrozada y borrando a Freddy.

 -¡¡Vuelve!! -grité ahogada, pero él ya no estaba. Y otra vez caigo en la dura realidad. Sophía chilló, tal vez de angustia o miedo al ver y oír a Bastián. Entonces se detubo y lo próximo que gritó fue;

 -¡Corre Ceryl, vete de aquí! ¡¡Ahora!! -no logré entenderla, pero me eché a correr, ahora, siendo perseguida tal sólo por Bastián. Y más atrás, por Sophía quien me hacía señas para que acelere el paso. Bastián estaba frenético, sin cordura pero seguía gritando:

 -Muerto. ¡Ya no existe! Y tú estás loca, ¿entiendes? Loca -gritaba fuera de sí.

 Corrí corrí y corrí, escapando de Bastián, de sus palabras, de los recuerdos y sobre todo, de la realidad.

 Pero entonces llegué al hospital y los recuerdos volvieron. Escuchando las palabras de Jason en mi cabeza, entré. «Freddy está vivo.» Por alguna razón, me creí a mi misma lo suficiente para encontrarlo. Pase por muchas salas hasta encontrar a la doctora que me dijo lo de Freddy.

 Le grité, le ordené que me dijera lo que realmente había pasado con Freddy. Ella repitió sus palabras.

 -Frederick ya no está con nosotros -entonces me miró, sin gota de tristeza. Y agregó, devolviendome la felicidad, la vida y sobre todo, la esperanza. Me devolvió lo que me había sacado y ya no me sentí ni sola, ni loca, ni triste -.Lo han transferido al hospital de Nueva Jersey.

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