Día 1

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 Habían pasado dos meses depués de la fiesta y después de aquél deseo. Me lo había anotado en un pequeño diario que tenía desde chiquita y todas las noches escribía algo que quisiese recordar para el futuro. Ya era el 1º de mayo, y eso significaba... 

 -Día 1 -anoté en  mi pequeño diario. Hoy empezaba mi terrible día en la escuela de Deevon. Ya estaab vestida con el uniforme y cargaba mi mochila con mi consola y algunos libros. Peiné ligeramente mi flequillo y retoqué mis ojos con deliniador. 

 -Cheryl, hora de irnos -me llamó mi madre, escaleras abajo. 

 Corrí hasta abajo y me subí al automóvil de mi madre. El uniforme de la escuela Deevon no era muy meticuloso. Era una falda escosesa con colores grises y tonos verdes, una remera blanca algo grande para mí y unas medias grises junto a un par de zapatos negros. Me escabullí al asiento de atrás sin que mi madre logre verme. No me había puesto los zapatos, los había reemplazado con unas convers mucho más cómodas. Si mi madre me veía con eso, me castigaría y no quería eso el primer día de clases. 

 -Cheryl, projura portarte bien -me regañó mi madre tan pronto como habíamos llegado a aquél edificio tan colorido. 

  Bajé del auto con brusquedad y asoté la puerta detrás de mi. Caminé lentamente, con la cabeza agachada. No quería empezar mal el primer día así que intenté pasar inadvertida. Cosa que nunca pude lograr. Mientras caminaba pude ver algunas cosas algo raras, pero que llamaron mi atención enseguida. En una esquina del colegio se encontraba un grupo pequeño de personas. Todos tenían el cabello de distintos colores. Una chica tenía el pelo rosado y ondulado, luego otra lo tenía verde azulado y liso. Al final habían dos chicos; uno con el cabello largo hasta los hombros color violeta y el otro con el pelo rizado, color amarillo. 

 -"Hola me llamo Cheryl", no es tan complicado -me decía a mí misma, acercándome lentamente hacia aquellos chicos. Paso, a paso hasta que me tropecé con un chico alto y musculoso.

 -Arg, podrías tener cuidad... -el chico se cayó repentinamente al verme. 

 -Yo... eh... perdón -tartamudeé estúpidamente. ¿Es que no podía hablar bien? Cada vez que me topaba con alguien más o menos normal, terminaba arruinándolo. Prefería hablar con mi computadora antes de tener que hablar con alguien en persona. 

 -¿Como te llamas? -preguntó el chico ya parado, extendiéndome su mano para ayudarme.

 -Me llamo Riku -balbuceé. Qué idiota. Me presenté con mi nombre de los video-juegos. Creo que ya estaba acostumbrada. No podía sentirme peor.

 -¿Riku? Q-que lindo nombre -dijo entre dientes aquél chico. Se notaba que estaba tratando de guardarse la carcajada. 

 -Me tengo que ir -dije bruscamente y me alejé corriendo. Sólo quería encontrar un lugar seguro para jugar y olvidarme de todo. Sólo quería desaparecer...

 -Riku, ¡Espera! -gritó el chico. 

 Corrí y seguí corriendo hasta hayar el baño de mujeres. Entré a unos de los baños y me conecté rapidamente. Lo único bueno de aquél colegio era que la conección a Internet no tenía ningún tipo de clave o contraseña. Después de unos minutos aparecieron cuatro usuarios en la misma zona de conección que yo. 

 -Los chicos de la esquina -pensé, recordándo a los chicos con cabello de colores. Tan pronto como pensé en aquél hecho, salí corriendo del baño, para trpesarme otra vez, con aquél chico alto y apuesto de antes.

 -¡Hey! Te estaba buscando -dijo él. Y repitiendo lo mismo, se levantó y extendió su mano hacia mí. Yo la cogí y dimos un salto, lográndo ponerme de pie.

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