No volví a cerrar los ojos. Su respiración se había realentizado, y sus manos se habían relajado posándose en mi pecho. Una de mis manos empezó a acariciar su cola larga. Y la otra sus espalda baja, casi su hermoso trasero. Imaginé como se sentiría poseerla ahora mismo, en ese momento. Con su cuerpo desatado por la pasión y gimiendo mi nombre, durante horas, días, semanas...
Empecé a contar, mi amigo se había despertado, y no sería una buena idea que Alex se levantase rozándolo. Intenté apartarme de su cuerpo al ver que mi amigote no se tranquilizaba. Alex se movió, y me paré. Sus manos me rodearon, de esa manera abrazándome.
- Mierda...
Su cuerpo se aplastó contra el mío. Cerré los ojos por el placer. Sentía como sus pechos se aplastaban en mi abdomen, y como entrelazaba sus piernas con las mías. Miré al techo intentando relajarme, pero se me hacía imposible. Alex se movió, gruñí involuntariamente. Parecía que lo estuviese haciendo aposta. Volvió a moverse. Esto era una tortura. Me levanté apartando sus brazos de mi. Creo que hasta corrí al baño. Al cerrarme suspiré aliviado, no creo que soporte estar a su lado. Me adentré a la ducha, necesitaba agua fría, una buena ducha de agua fría.
Al adentrarme encendí el agua, cerré los ojos alzando la cabeza contra esta. Froté mi cuerpo con jabón. Pensé en sus labios rosados, en sus ojos, en sus mejillas sonrojadas. En sus pequeñas manos acariciando mi pecho sin vergüenza, como hizo ayer; en su sonrisa juguetona y en como su trasero se marcaba con esos vaqueros. Gruñí ante el dolor de mi erección. Hacía mucho tiempo que no utilizaba estos recursos, pero el momento lo pedía. Bajé mi mano a mi erección, imaginé cómo lo haría ella. Tímida y sonrojada, lenta y sin experiencia... No tardé mucho en correrme. Era la primera vez que me pasaba y sabía que no era algo normal. Apoyé mi frente contra las frías baldosas, y suspiré aliviado.
Tras secarme con la toalla me fijé en el pequeño cuerpo enredado entre las sabanas de mi cama. Alex estaba escondida entre los cojines, y abrazaba entre sus piernas la colcha. Mi camiseta en ella le sentaba realmente bien, esta se había ido subiendo, y podía ver sus bragas de encaje negras. Su trasero se veía más bien de lo normal.
Rodé mis ojos y volví a entrar cogiendo mi ropa. Cuando hube terminado me miré en el espejo. Maldije al verme marcado. Esta era roja, pero no tardaría en ponerse morada. Era bastante grande. Suspiré con una sonrisa, no podía creer que esa niñata me hubiese marcado, y encima no estubiese enfadado. Me gustaba, me gustaba pensar que de algun modo le pertenecía.
¡Qué coño estás diciendo!
Me miré, tenía una mirada distinta, me sentía extraño, como si no fuera mi cuerpo.
Al salir de la habitación, no sin antes dejarle una nota, me fuí directo a la cocina. Le iba a preparar el desayuno, y por si a caso, llamaba a Lee para que viniese. Esto tenia que terminar.
Mientras sacaba el jugo de naranja de la nevera sentí unos pasos perezosos acercarse. Me dí la vuelta al sentir como Alex se había detenido. Tenía la coleta desecha y aún llevaba puesta mi camiseta gris, por poco y se me cae el jugo al verla. Al asegurarme que este no saldría de mis manos la ví y esta miraba con asombro la mesa que había puesto. Me miró y se sonrojó al darse cuenta que la había estado observando.
- ¿Has hecho todo esto tú solo?- asentí y ella sonrió tímida- Dá muy buena pinta.
Sonreí de lado- Me alegro, por que lo he hecho para tí.
Ella abrió sus ojos con ilusión. Se sentó en la silla que tenía en frente deprisa, cosa que me hizo reir. Ella se sonrojó y me miró.
- ¿Tú no desayunas conmigo?- su propuesta hizo que mi corazón se acelerase.
- Claro- contesté con una sonrisa-mueca, me dí la vuelta para alcanzar dos vasos. Ese fue el tiempo que utilicé para tranquilizarme y no comportarme como un idiota. Ella no recuerda nada...
Le serví jugo y ella me agradeció con la boca llena con una sonrisa.
- Dios... esto esta buenísimo...- dijo blanqueando sus ojos- Tienes que enseñarme a preparar esto.
Señaló un pequeño bizcocho que había preparado. Sonreí de lado.
- Cuando quieras, Alessandra.
Ella frunció el ceño al oirme pero siguió en lo suyo esta vez menos alegre, hasta que paró. Me insulté a mi mismo por haberla cagado, pero la parte orgullosa que tenia salía a flote al recordar que ella no recordaba nada de lo que habíamos hablado a noche. Y seguramente no se recordaría ni de mi verdadero nombre.
Ella miraba concentrada el mantel de la mesa mientras jugaba con unas migajas.
- ¿Me puedes explicar que te he hecho?- tardó unos segundos en levantar la mirada, pero yo seguía con la misma expresión.
No quería parecer débil, ni siquiera quería que ella lo recordase, pero a la vez sí, para poder besarla de nuevo.
- Nada- dije normal. Ella sonrió sarcástica y me miró seria.
Pasaron unos minutos dónde lo único que hacíamos era retarnos con los ojos. El timbre sonó interrumpiendo nuestra batalla y ella se cruzó de brazos.
- Es Lee, me ha dicho que estaba despertándose cuando dormias- ella me miró y volvió a apartar la mirada.
Me levanté suspirando, me sacaba de mis casillas. Al abrir la puerta, Lee se encontraba con las manos en frente su rostro como rezando.
- Lo siento, lo siento... No recordaba que Rosy se levantaba tan temprano despúes de emborracharse- dijo en voz desesperada- Esa chica es como un reloj.
La miré mal cruzándome de brazos, pero no duró mucho su cara de cachorrito.
- ¡Alex!- gritó esquivando mi cuerpo y lanzándose encima la morena que ya estaba vestida.
Me sentí impotente y desesperado al verla vestida y lista para largarse. Me tomó unos segundos, nada, en apreciar su comportamiento exagerado. La miré como sonreía sin que su felicidad, por lo que Lee le estuviera contando, le llegase a sus ojos. En un momento desvió su mirada a mí y por un momento creí que no había olbidado nada de ayer, pero eso solo era un autoengaño que me hacía mi cabeza para no sentirme tan desgraciado.
- Bueno, se van ya ¿o qué? No tengo todo el día, princesas- dije en mal humor y con una sonrisa sarcástica.
- Capullo...- dijo Lee- Anda y que te vaya bien con tu estúpido tiempo.
Lee pasó por mi lado, pero se paró para darme un beso y ofrecerme una sonrisa, la cual yo contesté. Ese era nuestro juego personal, nos insultábamos pero a la vez nos apreciabamos.
- Te aseguro que lo aprobecharé bien.
Miré como Alex se abrazaba los brazos y bajaba la cabeza tapando con su coleta parte de su rostro. Me dí la vuelta y ví una de mis viejas cazadoras, una de mis favoritas. Y cuando se estaba acercando para irse la paré. Ella me miró con un sentimiento de odio, que me hizo apartar la mirada de la suya. Cogí con la cabeza agachada y le coloqué la cazadora.
- No necesito nada tuyo, Cazador- su voz era fría y sabía que estaba enfadada. Pero yo también lo estaba, ella no recordaba nada de ayer, y eso era muy frustante.
- Espero que algun día te tragues esas palabras, princesa- dije con una mirada afilada. Ella entrecerró sus ojos y se fué dando un portazo.
Suspiré cansado y me tiré en el sofá. Miré por la ventana y ví como la ciudad se podía apreciar bajo el frío del invierno, este se estaba terminando, pero las bajas temperaturas aún seguían calándote los huesos.
Al menos había cogido la cazadora, pensé antes de volver a cerrar los ojos...
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Su próximo objetivo.
RomanceAlexandra Rose Drew, Alex para los amigos, es la personificación del aburrimiento. Su vida se basa en: 1- Sobrevivir a las sobreprotecciones de sus hermanos mayores. 2- Evitar que su padre se case con una cazafortunas y la humille delante de su mej...