El sabor a maionesa y atún llenaba mi boca, y el sabor del atardecer se filtraba por ellos. Amstel reía por mi faena al comer ese enorme bocadillo.- Anda ven aquí...- dejó su bocadillo para acercarme a él.
Estábamos en una barandilla sentádos. El viaje en ese cacharro no fué tan malo como pensaba. Estar cerca de Odín y abrazarlo por su firme abdomen no estaba tan mal... Sonreí al estar tan cerca de él. Me miró y rió por lo bajo.
- Pareces una niña- dijo burlón.
- Soy una niña- le dije sacando mi lengua. Él negó y con su dedo limpió mi labio inferior sacando restos del bocadillo.
- Ahora mejor- dijo en voz baja aún mirando mis labios.
Los lamí sintiendo el sabor del atún en ellos. Él se acercó con la intención de besarme pero le tapé la boca.
-¡No!- grité asustada. Él me miró confundido y se levantó de la barandilla para ponerse de pie.
- ¿Qué?
- No puedes besarme, tengo sabor a atún- dije avergonzada. Él empezó a reir, a carcajada pura, y yo le golpeé por reirse de mí- No te rias.
- No me río de tí, Ángel. Me río de lo estúpido que sonó eso... ¿Crees que eso me detendrá para besarte?
No respondí, su mirada me calaba hasta los huesos. Sus manos me encerraron y se colocó haciendo que abriese mis piernas para tenerlo más cerca.
- Nada podrá evitar que te bese.
Una de sus manos se movió deprisa a mi cintura, mientras que la otra se posaba en mi nuca atrayéndome a él. Lo que quedaba de mi bocadillo se fué al suelo, ya que tenía mis manos ocupadas en su pelo.
Al separarse de mí por falta de aire, Odín me miró y sonrió de lado. Rozó su dedo pulgar en mis labios y volvió a besarlos. Suspiré por el placer que me daba. Unas extrañas sensaciones se posaban en la boca de mi estómago haciéndome querer gritar y sonreir todo el puto tiempo.
- Ves...- al separarse tardó en abrir sus ojos. Qué hermoso era...- Nunca podrás evitar que te bese.
- No quiero evitarlo...- dije queriendo más de esa medicina.
Cuando me besaba no pensaba en nada, mi mente se iba a otro lugar, a Odín y a sus labios, y a su sonrisa, y a sus pensamientos, y a quién era... Solo quería volver a sentir esa sensación que me quitaba el aliento y me hacía sentir que estaba por encima de todo, pero a su lado.
No sabía que hora era, pero el cielo ahora se estaba pintado de color naranja y eso significaba que se estaba haciendo de noche. Estábamos sentados abrazados en su moto, yo enfrente de él. Sus manos no habían dejado de acariciar mi espalda y estábamos en un silencio cómodo, en paz. No necesitaba nada más. Miré como el cielo iba cambiando de color, y como se me cerraban los ojos al ver lo hermoso que se veía todo des de donde nos encontrábamos. Cuando algunas de las luces de la ciudad empezaron a encenderse me separé lentamente de Amstel para verlo.
Su pelo estaba alborotado, y sus mejillas estaban sonrojadas por el frío viento que hacía aquí arribar, pensé en como estaría yo... Mis manos repasaron su figura, su cazadora marrón oscura estaba desgastada. Cogí la capucha que tenía en su espalda y se la puse. Sonreí al ver que se dejaba hacer por mis caricias. Seguí describiendo su mandíbula, hasta que llegué a sus labios, estos estaban calentitos. Le dí un pequeño beso haciendo que parpadease. Me miró medio dormido y me sonrió, yo también le sonreí.
- Ángel.
- ¿Sí?- pregunté siguiendo con mis movimientos ahora en sus párpados.
- ¿Qui- quieres salir conmigo?- dejé de tocarlo para que me mirase. Frunzí el ceño.
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Su próximo objetivo.
RomanceAlexandra Rose Drew, Alex para los amigos, es la personificación del aburrimiento. Su vida se basa en: 1- Sobrevivir a las sobreprotecciones de sus hermanos mayores. 2- Evitar que su padre se case con una cazafortunas y la humille delante de su mej...