Lee me miraba enfadada mientras señalaba su teléfono.
- Déjame Lee, no lo haré.
Ella se levantó de la mesa en la que estávamos enfadada y se fué. Ruth se levantó con un suspiro y la siguió. Marcus estaba sentado callado en frente de mí. West no había venido hoy.
Sabía que tenía ganas de hablarme, pero yo no quería escuchar a nadie. Estaba de mal humor, y por si fuera poco tenía un extraño sentimiento que me seguía des de hace unos dias.
- Puede que Lee tenga razón...- dijo mirando la mesa. Suspiré.
- Tú no, por favor...
Él negó con la cabeza aún sin mirarme.
- Algún día tendrás que verlo, por si no lo recuerdas somos sus amigos.
Me levanté de la mesa, estaba harta de hablar de esto. No me despedí, ni escuché como Marcus me llamaba.
Hacia una semana, seis dias exactamente, que no hablaba con el imbécil. Seis dias para que sintiera que me iba a volver loca. El lunes, después de ese fin de semana, se presentó en la entrada del colegio. Los chicos se acercaron a él, pero él no había ido por ellos. Una rubia plástica, que nunca había visto, fue a su encuentro. Sinceramente eso no fue lo que me molestó, fue el hecho de que mientras ella le gritaba cualquier tontería por una marca, él no dejaba de mirar por sus espaldas. Sentí que me buscaba, pero eso era imposible. Él y yo nos odiabamos, sí. Era extraño nuestro odio, pero estaba allí.
Saqué enfadada de mi casillero mis cosas. Cerré de golpe la puerta y suspiré posando mi frente en el frío metal. No podía creer que esto estuviera pasándome. Miré el color amarillo de la puerta, y con la ayuda de mis manos volví a estabilizarme. Salí fuera del edificio, un mensaje llegó a mi teléfono.
"Haz lo que quieras, yo te lo doy.
Arxivo adjunto: Amstel Cazador Papasote"
Rodé los ojos y borré el mensaje. Lee no había parado de querer convencerme a hablar con él. Se había empeñado en que yo estaba sufriendo, y que mi orgullo no me dejaba estar bien. Suspiré. Empecé a andar para llegar a casa, no había nadie a esta hora. Miré como mis uñas mordidas se enganchaban al jersey. Volví a suspirar.
Al llegar a casa me fuí directo a mi cuarto. Esta semana no me había presentado ningun día a entrenar. Frey no había entrenado, tampoco; mi padre estaba empezando a sospechar sobre mis excusas, hasta quería llevarme al médico el dia que le dije que me dolía el estómago.
Me senté en la cama. Me saqué los zapatos, miré la cazadora que estaba encima la silla de mi escriptorio. Me levanté con un suspiro y me acerqué dónde guardaba la ropa de dormir. Me quité los tejanos y la blusa azul que llevaba. Me coloqué unos pantalones cortos y una camiseta de tirantes. Me solté la coleta para que se calmara el dolor de cabeza.
Mi teléfono empezó a sonar, colgué. No quería hablar con Lee ahora. Apagué el teléfono y me volví a sentar en la cama, suspiré. ¿Qué me estaba pasando?
Miré la cazadora y me acerqué a ella. Rocé su exterior, estaba áspero. La cogí y me la coloqué. Olía a él aún. Cerré los ojos y me tumbé en la cama.
Esto es una pesadilla...
Me acurrequé en la cama y cerré los ojos, las imágenes de esa noche se visualizaron en mi cabeza. No estaba segura de que la mayoría fuera cierta, pero lo más nítido que tengo es cuando estábamos en su auto.
La imagen de Amstel conduciendo se apareció. Mordía su labio evitando reir, y cómo miraba concentrado el camino. Como la luz se volvía roja y él me miraba con curiosidad para sonreirme.
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Su próximo objetivo.
RomanceAlexandra Rose Drew, Alex para los amigos, es la personificación del aburrimiento. Su vida se basa en: 1- Sobrevivir a las sobreprotecciones de sus hermanos mayores. 2- Evitar que su padre se case con una cazafortunas y la humille delante de su mej...