XII (AMSTEL)

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La voz roñosa de aquel hombre no me asustaba. Miré como este sonreía macabramente y llamaba a alguien. Ví borroso por un momento y luego ví acercarse a cinco hombres. La situación no era de risa, pero el alchol en mi sangre era elevado y no pude evitar reir. Uno de ellos se acercó directamente, le golpeé tirándolo al suelo, este escupió sangre. Dos me cogieron por detrás, gruñí. El hombre con voz roñosa empezó a pegar mi estómago. Intentaba soltarme pero me tenían bien cogido. En un golpe me tiró al suelo haciéndome escupir sangre y doblarme por el dolor. Sonreí y me levanté dispuesto a acabar con ellos. Uno de sus hombres sacó un filo brillante, no temí. Tampoco pensaba en que pudiera morir, y si lo hacía nadie se molestaría... Rugí y me lanzé a por él, sentí un dolor en mis costillas izquierdas. Uno de ellos empezó a gritar y todos se largaron. Sentí que mis ojos se cerraban mirando el cielo claro, aún era muy temprano. Recordé por que había empezado a beber. Ángel...


Abrí los ojos agitado, ¿dónde estaba? Miré a mi derecha y tenía un pequeño escriptorio blanco con un ordenador y papeles encima. Estaba todo decorado. Era de día por la luz que entraba. Intenté levantarme, pero un agudo dolor me lo impidió. Gemí, y volví a tumbarme. Intenté hacer memoria, recordé alzarme tras pensar en Alex, pero nada más.

Un aire caliento rozó mi oreja, giré mi cabeza a la izquierda. Alex estaba con la cabeza del rebés. Intenté mirarla mejor, estaba sentada en el suelo y con la cabeza apoyada en el colchón. Tenía sangre en la cara y sus manos apretaban una toalla sucia de barro. Contemplé su rostro, este parecía cansado pero a la vez calmado.

- Alessandra...- dije con voz ronca.

Ella despertó al segundo asustada y me miró preocupada. Sonreí para que se calmara y ella acarició mi pelo soltando un suspiro. Cerré mis ojos por su tacto, pero de repente dejé de sentirlo. Abrí mis ojos y ella me miraba seria. Sabía que quería una explicación, pero ni yo sabía cómo dársela por que no la tenia. Intenté sentarme en el cabezal para poder estar mejor. Ví como me miraba enfadada.

- ¿No vas a decir nada?- no contesté, ella se levantó más enfadada aún- Mira,- aparté los ojos de ella- no, mírame- ordenó. La miré, estaba llena de sangre y barro. Mis ojos se posaron en sus piernas descubiertas y luego en sus mejillas rojas, pero no por vergüenza.

- No quiero que me expliques nada- su voz sonó fría. Abrí mi boca pero ella levantó su mano haciendome callar- No, no quiero que te acerques nunca más a mí. E-esto no es para mí...

Su voz se rompió. Ví como agachaba su cabeza, maldecí por no poder levantarme y cojerla. Intenté ponerme en pie, y cuando lo conseguí ella aún seguía sin verme. Sabía que la iba a cagar, no quería dejarla, pero era lo mejor para ella. Yo era una mierda, y ella era demasiado buena para mí. Algo imposible, además de no soportarnos. Éramos como una bomba que estaba empezando a calentarse.

- Esta bien, voy a dejarte...- dije acercándome a ella.

Ella no contestó, no subió su cabeza.

- Siento haberte causado problemas, siento que me hayas conocido, siento-

Sus labios estaba encima los míos, abrí los ojos sorprendido. Ella estaba llorando, y sabía a sal. Sus mejillas aún con sangre ahora estaban sonrojadas. Cerré mis ojos y puse mis manos en sus mejillas para profundizar el beso. La oí suspirar encima de mis labios. Al separarnos apoyé mi frente con la suya. Qué mierda iba a hacer ahora... Sus ojos aún cerrados, ahora sin ninguna lágrima. Bajé mis manos lentamente hasta colocarlas en sus caderas, ella puso las suyas en mi pecho desnudo. Sus manos frías temblaban, y su labio inferior empezó a temblar, ella lo mordió y sin poder resistirme yo lo mordí por ella.

Su próximo objetivo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora