Bach sonaba en mis oídos mientras miraba el techo de mi habitación.
Necesitaba pensar claramente que iba a hacer el día siguiente y que mejor que un gran músico de piezas clásicas para ayudarme.
Miro hacia la ventana, ya es tarde, debería estar durmiendo y ni siquiera me había puesto el pijama. Sólo una canción más.
El reproductor de música de mi celular se cambia de Bach a Nick Jonas. Puse los ojos en blanco, eso no iba a hacer que pensara mejor, me iba a distraer. Así que volví a la pieza que estaba escuchando anteriormente y seleccioné el modo de repetición.Si. Lo admito, otro Nicholas que me vuelve loca. Pero tendré que pensar sólo en uno.
Suspiré. Si estuvo sintiendo cosas por mi todos estos años ¿por qué no me advirtió antes? Podría saber que hago con mis sentimientos cada vez que me mira o me toca.
Me quito los auriculares, y saco mi pijama que está debajo de mi almohada. Me harté de pensar. Improvisaré mi discurso, pero la verdad es que necesito dormir para tener la mente fresca.
Termino con mi pijama y me acuesto, y me fuerzo a cerrar los ojos y me digo a mí misma Mañana será otro día nuevo.
****
Me miro en el espejo del baño. Dentro de todo dormí normal, pero mi cara ya limpia parecía como si aún siguiera pegada a mi almohada, así que abrí las puertas de los costados del espejo buscando alguna crema o maquillaje, pero no encontré nada mas que una crema anti-edad de mi madre.
Salí del baño y me fui a mi habitación. Tantos años de ballet hicieron que tuviese una colección entera de maquillaje de distintas tonalidades y tamaños. Abrí mi maletín y busqué alguna base en polvo y me lo coloqué por el rostro. Listo.
En mis años en el colegio jamás me había preocupado por usar algo de maquillaje, salvo en esas ocasiones en las que mi maquillaje de ballet no se salía bien de un día para el otro, y no me quedaba más remedio que ir con rastros de brillos al colegio. Pero esto era especial, quería sentirme bonita para él, incluso si me rechazaba; o más bien, si yo lo hacía.
Me decido por rizar mis pestañas como toque final, así que encendí la secadora de pelo y lo coloqué unos segundos en mi rizador. Si tenía onduladas las pestañas, tenía que durar.
La primera hora de clases de geografía pasa lentamente, y no puedo siquiera saber si estoy en este país o en este universo.
-Jane, hoy luces diferente- Alice llevaba un buen rato mirándome, buscando algo en mi rostro y pensando qué decir.
-Oh, si, me siento diferente, con más sueño de lo normal. Ha de ser eso.
Reí y ella lo hizo. No necesitaba más preguntas por ahora, por lo contrario, varias respuestas.
El alarido del timbre me baja a esta realidad en un abrir y cerrar de ojos. Ya está, es ahora, tengo que moverme e ir a mi escondite ahora no tan secreto. Cierro mi libro y cuaderno y me levanto rápidamente de mi silla. Me toma unos instantes llegar a las escaleras para bajar. Las personas aquí son lentas en estas escaleras, pero no son así cuando tienen que salir de inmediato de sus cursos. Pienso que quizás sea una manera de liberación, pero no necesariamente tenía que ser hoy y en este momento.
Todo mi mundo se movía a una velocidad incalculable a comparación del mundo que me rodeaba. No necesitaba ver ningún otro rostro por ahora, así que agaché mi cabeza para evitar contacto visual con el universo.
-Oh, mi día se vuelve cada vez mejor- reconocí esa voz sarcástica pero la ignoré. No quería saber nada con Augustus- Vamos, dime algo y alegrame el día.
Lo miré. Iba a decirle la palabrota más ofensiva de todas, pero no quería darle ese gusto. Busqué en mi mente por otra palabra y solo pude decir una frase.
-Que tengas un buen día. Permiso.
Moví mis pestañas rizadas mientras dibujaba una de mis mejores sonrisas falsas y seguí mi camino. Como era de esperarse, Augustus tardó bastante en reaccionar a algo distinto a su vocabulario, algo que agradecí enormemente, no quería escuchar a su cerebro carente de neuronas.
Una vez en planta baja, me dirigí a ese lugar que temía, porque ¿qué pasaría si sucede algo malo de recordar? Ese era mi lugar favorito en este mundo, todas mis emociones estaban en esas hojas y no quería que un mal momento estropee un precioso lugar. Los seres humanos sabemos arruinar lugares por momentos fallidos, y luego existe ese temor de volver por si llega a suceder, o lo que es peor, el cerebro hace su jugada rebobinado hasta el último detalle. Y la verdad no quería eso.
Cuando llego, tomo aire e impulso necesario. Cruzo el umbral y veo que Nicholas está sentado en el suelo con las rodillas entre sus brazos mientras juguetea con las hojas de mi enredadera.
-Hola- pude decir mientras aclaraba mi garganta.
Nicholas me miró y se apresuró a levantarse. Su sonrisa me decía que él no esperaba que yo viniera.
-Hola Jane. Al fin podremos hablar ¿No? Y tenemos tiempo- y miró su muñeca donde no había ningún reloj. Sonreí- Oh, déjame saludarte como debe ser.
Y como si fuera poco volví a ese mundo paralelo cuando él agarró mi cara con sus manos e acercó su boca a mi mejilla. Cerré mis ojos mientras escuchaba su respiración calmada, contaria a la mía. El hormigueo apareció nuevamente, pero expandido por todo mi cuerpo.
Despegó sus labios y sentí ese sonido tan cariñoso, un sonido que solo había escuchado en películas. ¿Cómo vamos a hablar ahora si él me hace esto?
-Hay que hablar, por favor
Mi voz estaba en el subsuelo y mis ojos seguían cerrados. Los abrí lentamente y vi esos ojos cafés con la luz tenue del sol.
-Podríamos hablar así ¿no lo crees?
Iba a cometer la mayor de las estupideces más precipitadas si seguía pegada a él de esta manera. Agaché mi cabeza y di un paso atrás, de verdad necesitaba aclarar mis dudas.
-Hablemos como dos personas que tienen que aclarar sus dudas, por favor- no quería ver su mirada penetrante, iba a hacer que me sintiera culpable por haberme alejado.
-Está bien, empecemos hablando de lo bien que te quedan así tus pestañas- y movía sus dedos en una ondulación sobre sus ojos.
-Por favor- dije rogándole. No había demasiado tiempo como para estos juegos que me descontrolaban.
-Esta bien, iré al grano. Pero voy a ser sincero. Demasiado si así lo quieres ver- Tomó aire y lo expulsó- He estado enamorado de ti más tiempo del que imaginas.
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Las cuatro estaciones enamorándome
RomanceJane, la chica autosuficiente. Nicholas, el chico por el cual todas morirían por ser basadas por él. Ella, la chica invisible y rellenita. Él, el chico que luchaba a escondidas de sus amigos por los estereotipos y la igualdad sexual. ¿Podrán ellos t...