Capítulo 10

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Hola!! Vengo aquí a dejarles una maratón de tres capítulos para que se entretengan. La verdad que me anda mal el Internet, así que si surge algún problemilla, avisen.

Al fin pude escribir. Sean felices, coman hasta quedar como chanchos y que viva las novelas (literarias obvio) 🙈

Saludillos hombres y mujeres terrestres. Su vecino spiderman.
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¿Cómo haces para mover dos neuronas y chocarlas entre sí?

Pues, no lo sabía.

-Jane, por el amor de tu amiga ¿Qué pasó con el príncipe como para que te comportes de esa manera?

Miré a Becca. Estaba conteniendose con todas sus fuerzas por no gritarme aquí, en mi cocina.

-Nada, solo...

-¿¡Nada!? ¿¡Cómo que "nada"!?- listo, explotó.

-Creo que casi se me declara.

-¿¡Qué!? ¿Qué te dijo?

-Fue todo muy rápido. No estoy segura si lo habrá dicho de verdad, porque se fue y me dejó con mis hormonas en el cielo.

-Ay Jane, no se que pensar-se movía de un lado para otro nerviosa-¿Te besó?

Ah. Allí quería llegar.

-No. Casi. Bueno..en realidad ¿Por qué me lo haces tan difícil?

-¿Apoyó su dulce boca sobre la tuya? ¿Si o no?

No sabia si reír por si expresión o si largarme a llorar porque no había sucedido.

-No- mis labios lo dijeron pero el sonido no salió.

-Ese maldito. Dime, ¿te dio la rosa?

¿Cómo sabe ella de la rosa?

Después de tanto rodeo, logré sacarle a Becca cómo había conseguido saber de la rosa y de lo que habían charlado.

¿Por qué le daría tanta vergüenza un gesto tan tierno? Los hombres deberían aprender de él.

Aun la conservo. Ocupa un lugar privilegiado en el jarrón junto con las que me dio Becca. Se ve hermosa, la miro y recuerdo cuando se la vi entre su nariz y labios, aspirando su perfume.

Solo pienso que puede llegar a pasar después. Quiero que sea mañana así al fin puedo saber que hacer con mis sentimientos. Bueno, esto que jamás me había pasado. Era como un dolor que me hacía sonreír pero a la vez quería quitármelo de encima con alguna medicina. No sabia como explicarlo, era como si mi cuerpo fuera de estereotipos no fuera lo suficientemente grande como para contener semejante sentimiento.

Me dormí y soñé con aquel episodio. Desperté de golpe. Lo vi a él burlándose al ver mi reacción con su regalo y a Augustus saliendo de los arbustos riéndose y contandome cómo Nicholas me había usado.

Respiré profundo. Era una pesadilla. Él me dejó en claro que no era de ese tipo de personas que usan a los demás para obtener algo.

O al menos eso era lo que yo quería entender.

Miro el reloj. Tres y dieciséis de la mañana. ¿Acaso el reloj no puede hacerme el favor de adelantarse? Quiero hablar con él, la duda no deja de apoderarse de mi torrente sanguíneo cada vez que pienso en lo que hubiera sucedido si ese timbre no hubiese sonado.

Me despierto otra vez sobresaltada por la misma pesadilla. Falta media hora para que el reloj suene, así que decido darme una ducha antes de ir al colegio y también logro pensar con la mente fresca.

Cuando llego a mi curso no hay nadie como siempre, entonces recordé el día en que había llegado a este mismo horario cuando Nicholas estaba preguntándome y haciéndome sentir incómoda mientras leía, así que me levanté y me dirigí hasta su curso para ver si lo encontraba.

Sentía como bombeaba algo dentro de mí fuertemente, pero cesó cuando no lo encontré y ni siquiera Jamie, su compañero de banco, sabía por qué no había llegado aún.

Fui a mi escondite como última opción, y nada. Me senté en unos de los laterales de la pared y recordé todo lo sucedido hace apenas un día. Apoyo mi cabeza sobre la maleza y suspiro. Hoy será un día muy largo.

Las cuatro estaciones enamorándomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora