Capítulo 7

65 1 0
                                    

Efectivamente era él. Nicholas no dejaba de mirarme, pero el odio en sus ojos había desaparecido. Se tocó su párpado, estaba empezando a sangrar.

-Oye lo siento ¿si?, no tenía ni idea de que hacer un acto tan tonto como defender a alguien te causaría esto-dije señalando sus heridas. Él me miró bruscamente dándose cuenta de que lo sabía todo-Si. Me enteré por tu "amigo". Se delató solo y me amenazó con volver a golpearte si te volvía a hablar-recordé su cara cuando lo golpeé en su entrepierna y sonreí-pero creo que no volverá a suceder-y largué una carcajada. No sabía que golpear a alguien que se lo merecía iba a causarme semejante risotada.

Nicholas me miraba como intentando descifrar lo que decía.

-¿Acaso lo...golpeaste?-dijo asombrado.

-Lamento decirte que si-mi estómago no me dejaba emitir ninguna otra frase.

-¿En qué lugar?

-No querrás saber donde.

-Mejor no investigo más-dijo y al fin sonrió-No puedo creerlo ¿Dónde aprendiste a defenderte?

-Una chica siempre consigue sus recursos.

-Ya veo...

-Espera, ¿cómo supiste que él me iba a seguir a los baños? Me tienes que aclarar varias cosas-él asintió.

-Ayer cuando te defendí vi como a él solo le importaba su reputación. Y eso me iba a salir caro sabiendo que todos estaban mirando.
>>Cuando salí del colegio él me estaba esperando y no se veía contento. Me amenazó con sacarme del equipo, pero era obvio que no podía, yo soy el capitán y la estrella- su ego no tenía límites al parecer -y como eso no funcionó, empezó a golpearme como verás. Me dijo que tú no valías nada, que eras una perra por creerte inteligente y un montón de cosas que es mejor callarlas. Dejé que él siguiera, yo solo te defendía y eso lo enojó más.

Terminó de explicar y levantó su remera. Sus costillas habían pasado de color trigueño a morado y llegué a visualizar algo más de su piel. Una pequeña "V" se formaba por debajo de sus abdominales. Dios, ¿por qué esto me enloquece demasiado? No se dio cuenta de mi atrevimiento porque supe ocultarlo bien. Aunque si me medía la presión cardíaca se daría cuenta fácilmente lo que me había causado.

-Y se que te siguió porque lo vi dirigirse hacia los baños, y cuando te busqué, no había nadie-dijo mientras bajaba su remera, cosa que odié.

-Entonces, ¿por qué me trataste así?

-Le había prometido tratarte mal. Me había cansado de que me golpeara. Ya empezaba a doler. Cuando me saludaste tenía pensado luego buscarte y aclararte todo. Necesitaba que supieses que te trataría así cuando estuviese él cerca y luego te pediría perdón.

-Ah, vaya. Ya veo. Pero eso había sonado demasiado real por si no te habías dado cuenta- le dije, ya que no le había importado mucho decirle que no a Augustus y jugar conmigo.

-Lo se y lo siento. Necesitaba que sonase real, lo suficiente como para que Augustus dejará de molestarme por hoy.

-¿O sea que esto no se va a acabar tan pronto?

-No- el timbre había sonado para entrar a las aulas -Cuando sea el primer recreo te esperaré en el lugar donde sabes leer o dibujar. No hagas preguntas. Seguiremos hablando de esto.

Ni siquiera había llegado a formular la pregunta del millón y ya me había contestado. ¿Cómo sabía él que yo iba ahí a leer o a dibujar?.

Salí despacio del aula por temor a que nos vieran, aquí los chismes se saben mejor que las materias que se cursan, y corrí hacia mi aula para llegar antes que la profesora de literatura entrase y además para ahorrarme la sanción. Si, una mujer muy complicada.

Me pasé la hora de lectura haciendome preguntas y formulando también unas para él. Había cosas que aún necesitaba que me explicara, me había confundido en cuestión de minutos. Él quiere defenderme, ¿pero también quedar bien con los demás? Entonces ¿para qué lo hace?

No dejaba de repetirmelo una y otra vez. Una hora había válido la pena para pensar lo suficiente. Me dirigí a mi "escondite". Era un lugar que estaba alejado del patio, pero la entrada era casi invisible. Nunca nadie supo de este lugar porque siempre lo mantuve en secreto y porque su recorrido estaba casi escondido. Lo encontré una vez cuando era niña, Augustus me había dicho "gorda" por primera vez y huí en busca de un lugar para esconderme y llorar. Y acabé aquí. Cuando entré era solo una pequeña caja con paredes de plantas. Pero con el paso del tiempo la arreglé y quedó como una habitación natural, y desde ese entonces la cuido y mantengo. Es mi escondite favorito.

Cuando ingresé Nicholas no se encontraba ahí, así que esperé y en cuestión de segundos estaba ingresando.

-Perdona el retraso, tuve que distraer a Augustus. No tienes ni idea de como camina

Reí. Me sentía muy a gusto con esa patada.

-¿Cómo supiste de esto?-dije señalando con mi mano la habitación. Me gustaba tenerlo en mi escondite, se veía.. vulnerable.

-Eh, varias veces te vi correr hacia aquí.

Fruncí el ceño. Eso no sonaba para nada convincente. Había algo que me estaba ocultando. Dejé pasar eso. Ya iba a encontrar el momento para sacarle esa información.

-¿Qué pasa con Augustus? Necesito que me aclares todo esto.

-Como te dije antes, a él solo le importa su reputación. Pasó de ser un don nadie a ser un gran jugador de hockey, y cuando descubrió que con su poder de molestar a los demás conseguiría más respeto, se aferró y logró lo que quería, que el entrenador lo igualara conmigo.

-¿Y eso que tiene que ver conmigo?

-El entrenador no quiere vernos involucrados en ninguna pelea, así nos vamos acostumbrando a ser mejores jugadores. Es solo una teoría, pero me pareció justo.
>>Como Augustus sabe que yo no me meto en las peleas que él genera, decidió meterse contigo. Él sabe que odio molestar a chicas como tú, y no me negué en tres oportunidades, pero después les pedí perdón. Entonces él supo lo que hice y me amenazó a ir a peores, y que mejor contigo, Jane.

-Aun no lo entiendo Nicholas.

-Jane, es sencillo. Tú eres famosa aquí por saber contestar y Augustus sólo quiere ir por más. Quiere involucrarme así el entrenador no me lleva a jugar las finales.

-¿O sea que me usa como un instrumento para dejarte en lo más bajo a ti?- dije asombrada. Todo por un maldito juego de hockey. Lo que las personas hacen por pisotear a los demás.

-Algo así.

-Pues no quiero ser la causante de que te quedes fuera del equipo. Pero sólo aclarame algo- él asintió -¿Entonces, por qué me defiendes?

-Es algo muy simple Jane. Yo odio que molesten a los demás y tú odias ser molestada. Creo que es justo.

Había algo en su mirada que no me terminaba de cuadrar. Es un tanto predecible, debo admitir. Estaba por preguntarle si era verdad lo que salía de sus labios cuando me ganó.

-Oye, no se si sabes. Hoy comienza la primavera.

-Em, al parecer si- Mi cara de confusión debe haber sido muy notable, porque enseñó una dentadura alineada mientras su sonrisa se ampliaba. Me giré hacia las hojas de mi enredadera para ocultar el enrojecimiento de mis mejillas -¿Por qué lo preguntas?

-Por esto.

Me giré de vuelta hacia él y la vi. Una rosa roja escondía sus labios mientras la olía.

Oh mi Dios. Era para mí.

Las cuatro estaciones enamorándomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora