Melisa se despertó de golpe. Hacía mucho tiempo que no soñaba con aquella trágica noche de hacía cuatro años. Se levantó de la cama, y al ver la hora que era, decidió darse una ducha rápida, para luego almorzar y salir corriendo hacia el instituto.
Desde la muerte de sus padres, Melisa se había aislado completamente del mundo, y aquello probocó la pérdida de la mayoría de sus amistades. Poco a poco se iba undiendo más en la oscuridad. Pero en aquellos dos últimos años, y grácias a Milena y Clementy, empezó a ver algo de luz en su oscura vida.
Cuando llegó al instituto, Milena y Clementy la esperaban en la entrada.
-Buenos días -dijo Melisa.
-Hola -respondieron las dos chicas al unisono.
-Tienes mala cara, ¿ha pasado algo? -preguntó Milena.
-No es nada, tranquilas.
-Melisa....
La chica suspiró, sabiendo que si no le contestaba Milena seguiría insistiendo durante todo el día.
-He soñado con la muerte de mis padres, nada más -dijo en un tono seco.
Ninguna dijo nada ante aquello, y las tres entraron al instituto.
En clase, Melisa y Milena se sentaban juntas, por lo que pasaban las horas hablando, y aquella vez no iba a ser una excepción.
-¿Seguro que estas bien?
-Sí. Es solo que hacía tiempo que no soñaba con eso...
-Sabes que para lo que sea puedes contar conmigo. Así que si quieres esta noche podemos salir y te distraes. ¿Que te parece? Hablamos luego con Clementy y los chicos.
-Perfecto. No me vendra mal despejarme un poco.En cuanto acabaron las clases, las tres chicas esperaron frente a la puerta del instituto a que los chicos llegaran.
-Si que tardan -dijo Milena.
-Y tu que poca paciencia tienes -contestó una voz a sus espaldas.
Dos chicos altos y fibrosos se acercaban a ellas.
-Ya era hora ¿no?
-A mi no me mires -dijo el más alto de los dos- Izan se ha vuelto a meter en problemas.
-Y tu, Daniel, como siempre también estabas ahí -contestó Izan.
Daniel le dió un golpe en el brazo y los dos se pusieron a reir. Daniel e Izan siempre habían sido así. Los dos se llevaban estupendamente, los dos se cuidaban mutuamente y ambos cuidaban a Melisa, Milena y Clementy. Eran como una peque a familia, pese a que solo les unían lazos de amistad.
Daniel era como el hermano mayor. Siempre miraba por el bien de los demás antes que por el suyo própio. Era un chico alto, de cabello castaño y ojos marrones, con un carácter mas bien tranquilo. Aún que no dudaba en sacar su genio cuando la situación lo requeria. Izan, en cambio, no se lo pensaba dos veces en saltar a la defensiva o a una pelea por lo que fuera. Sobretodo si se trataba de las chicas o su amigo Daniel. Era como el típico hermano que no deja que nadie se acerque a sus hermanas para que no las hieran. E Izan cuando se lo proponía podía intimidar bastante. No era tan alto como Daniel, y pese a su delgado cuerpo se le notaban los musculos bajo la camiseta. Era moreno, con unos impresionantes ojos verde esmeralda. Y aquellos ojos enfadados podian llegar a transmitir mucha frialdad.
-¿Habeis terminado con las tonterias? Habíamos pensado en salir esta noche, ¿os apuntais?
Los dos chicos se giraron hacia las chicas.
-Lo siento, pero la semana que viene hay examenes y quiero estudiar -dijo Izan.
-Yo tampoco voy -comentó Daniel- examenes ¿recordais? Vosotras tendriais que hacer lo mismo.
Clementy miró al cielo.
-Siempre igual -dijo mientras dejaba escapar un suspiro.
-Si nosotros no os llevaramos por el buen camino, ¿quien lo haría?
-Izan, la voz de la sabiduria al habla. El que es el más infantil de todos y a la mínima salta -soltó Milena con sarcasmo.
-Eeeh tampoco hay que pasarse -se rió.
-Haced lo que querais, nosotras salimos.
-Nos vemos el lunes chicos -se despidió Melisa mientras se deban la vuelta para irse.
-Ir con cuidado. Y si pasa algo...
-¡No va a pasar nada Daniel! Deja de preocuparte -le cortó Clementy.
-Y si pasa algo -continuo él como si nada- avisarnos.
Las tres chicas pusieron los ojos en blanco.
-Esta bien, esta bien...Si pasa algo, cosa que no va a ocurrir -dijo Melisa- Sereis los primeros en saberlo. De todos modos iremos al lugar de siempre.
-Bien. Pues nos vemos el lunes chicas.
Las tres dieron media vuelta y se fueron.Cuando Melisa entró a casa se quedo ahí en medio parada, observándola. Hacía cuatro años que vivía sola, entrando y saliendo de aquel enorme espacio sin que nunca nadie le diera la bienvenida o la despidiera al salir. En aquella casa no se respiraba vida, solo soledad. Con un suspiro se fue a la habitación, dejó sus cosas en el suelo y se tumbó. Ni siquiera comió. Lo único que quería era descansar, por lo que ajustó el despertador y cerró los ojos.
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Infierno en el Paraiso
FantasyMelisa, a sus 18 años, no había tenido una vida fácil. La muerte de sus padres la había sumido en una profunda oscuridad. Pero con el tiempo, y grácias a sus amigos empezaba a salir de ella. A pocos meses de acabar sus estudios se presentan unos nu...