Habian pasado tres semanas desde que Alex, Adam y Henry estaban en el instituto. Los tres chicos se habian integrado bastante bién, y la mayoría de sus compañeros los trataban genial. Aún que para alguien como ellos tres aquello no suponía ningún milagro. Con tan solo una mirada podían hacer que cualquiera callera rendido a sus pies. Pero no debían mostrar sus cartas aún. Debían de hacer las cosas lentamente para asegurar su victoria.
Llevaban dos semanas con los examenes finales, por lo que Melisa y los demás estaban enfrascados en los estudios. Pero sus mentes también necesitaban un poco de descanso y desconexión, así que aquella tarde, Melisa, Milena y Clementy decidieron salir a tomar un cafe.
-Como necesitaba esto -dijo Clementy.
-No pense que estubieras tan cansada de los examenes -dijo Melisa- Siempre lo llevas tan bien.
-Que va. Estoy agotada ya, quiero que acabe todo esto lo antes posible. Y al fin libres.
-Bueno libres...te recuerdo que toca prepararse para los examenes de acceso a la universidad.
-Yo paso de la universidad -dijo Milena- Estoy tan saturada con los estudios que no he podido escribir ninguna canción en semanas.
Milena componia unas canciones preciosas, y además tocaba el bajo. No paraba de repetir que ella lo que quería era dedicarse a la composición de canciones y poder triunfar en ello. De vez en cuando incluso cantaba, y aún que le habian ofrecido el poder ser la vocalista de un grupo ella lo había rechazado.
-¿Sigues con la idea de ser compositora? -preguntó Clementy- No quiero decir que tus canciones no sean buenas ni nada -aclaró- es que creo que es bastante dificil entrar en ese mundo y no te iria mal tener alguna carrera o algo por si acaso.
-Sí, sigo con esa idea -contestó- Se que es difícil lo que quiero conseguir, pero al menos voy a intentarlo. He visto algunos lugares donde poder estudiar y la verdad, hace poco aquel grupo me volvió a proponer ser su vocalista. Y aún que no me atraiga mucho la idea de cantar, creo que les diré que si. Me han dicho que dejaran que cante algunas de mis canciones, asi que creo que eso me ayudara bastante. Y quien sabe, quizas me haga famosa lentamente -dijo riendo.
-Entonces ya sabes que hacer. Yo te apollo por completo -dijo Melisa- Eso si, acuerdate de nosotros cuando seas famosa en el mundo entero.
Las tres chicas rieron.
Continuaron la tarde dando un paseo y viendo algunas tiendas de ropa. Cuando empezaba a oscurecer las chicas decidieron volver a casa.
-Milena -se escucho una voz tras ellas. Las tres se giraron y vieron, para su sorpresa, a Edwin. Melisa suspiró enfadada, Clementy puso los ojos en blanco y Milena lo miró aborrecida.
-¿Que quieres ahora Edwin? -dijo.
-Me gustaría poder hablar contigo, a ser posible a solas -dijo mirando a las dos chicas con indiferencia.
-Pues yo no quiero hablar de nada. Y ya se lo que me vas a decir, así que no me interesa.
-Pero Milena...
-Te he dicho que no Edwin. Dejame tranquila.
Milena se dió la vuelta y siguió caminando, y luego la siguieron sus dos amigas. Aún que no por mucho rato, ya que Edwin no se dió por vencido y agarró a Milena del brazo y la arrastró hacia un callejón que había ahí al lado.
-¡Oye! ¿Que haces? -gritó Milena.
-¡Dejala tranquila! -gritó Melisa corriendo detras de ellos- Clementy, ves a pedir ayuda a alguien.
Clementy salió corriendo del callejón en busca de ayuda. Necesitaba encontrar a alguien. Mientras tanto, Edwin arrinconó a Milena entre la pared y él.
-Por favor, escuchame -suplicó.
Melisa le dió un empujón que no se esperaba, y aún que no consiguió gran cosa, al menos lo distrajo unos segundos.
-Te ha dicho que no quiere hablar contigo -dijo Melisa- Dejala tranquila de una vez. Vamonos Milena.
La chica agarró a su amiga de la mano para sacarla de ahí, pero Edwin cojió a Melisa del ombro y tiró de ella hacia atrás.
-Esto no tiene nada que ver contigo. Así que deja de meterte en nuestros asuntos y vete -le dijo.
-Enterate que ella no quiere nada contigo. Deja de ser tan pesado.
Edwin se hartó de ella y la empujó con fuerza para apartarla de ellos. Melisa no pudo estabilizarse y calló al suelo, dandose un fuerte y seco golpe en la cabeza.
-¿¡Pero tu estas loco!? -gritó Milena al ver que a su amiga le empezaba a caer sangre por la frente y no se levantaba del suelo.
La chica quiso acercarse a su amiga, pero de nuevo Edwin la agarró del brazo y tiró de ella.
-Milena...dame una oportunidad. Yo aún te amo. Te necesito a mi lado...
-¡Tu estas loco! ¿Que vuelva contigo? ¡Ja! No me hagas reir anda -dijo despectibamente- Mira, desde que lo dejamos, jamas se me había pasado por la cabeza el volver contigo. Pero ahora, despues de lo que le acabas de hacer a Melisa, nunca, jamas, te cruces delante de mi. Y ahora ¡sueltame! -gritó mientras intentaba zafarse de él sin exito.
Empezó a forcejear, pero Edwin no la soltaba. No sabía que hacer, tan solo quería llegar corriendo hacia Melisa y poder llevarla a un hospital. Estaba al borde de las lágrimas cuando notó como al fin Edwin la soltaba y al mirar vió que alguien lo había cojido por la espalda y lo alzaba para lanzarlo por los aires. Vió a Adam, que volvía hacia Edwin, pero esta lo único que hizo fue salir corriendo hacia Melisa.
-¡Melisa! -gritó mientras se arrodillaba a su lado.
-Esta bien -dijo una voz.
Alzó la vista para ver a Alex a su lado. Ni siquiera le había visto.
-Tranquila, se ha desmayado a causa del golpe. La sangre es de una pequeña brecha que se ha hecho. No tardara en despertar.
Milena lo miró extrañada, pero volvió a fijar la vista en su amiga, ya que empezaba a moverse. Lentamente abrió los ojos.
-Tranquila Melisa. No, no te muevas mucho -le aconsejó Milena- Llamare a un taxi e iremos al hospital.
-¿Que ha pasado? -dijo Melisa incorporandose lentamente.
Algo que hizo que se mareara. Pero Alex la agarró del brazo para ayudarla y evitar así que se desplomara de nuevo.
-Gracias...-dijo sin saber que hacía él ahí. Miró a Milena para ver si esta le daba alguna pista, pero se encojió de ombros, dejando claro que ella tampoco sabía que hacía Alex ahí.
De repente se escucho un fuerte golpe, el de algo o alguien chocar contra algo metalico. Los tres se giraron para ver como Adam cojia a Edwin del suelo y le propinaba un puñetazo en la nariz. Edwin no se defendia, primero por que Adam le doblaba casi el tamaño de sus musculos y segundo por que empezaba a perder la concienza a causa de la paliza que estaba recibiendo. La nariz le sangraba sin parar a causa del puñetazo, y muy probablemente estubiera rota. Tenía el labio partido y los ojos medio cerrados. Pese a que su adversario no podía defenderse, Adam siguió golpeandole.
-¡Que pare ya! -gritó Milena- Lo matara...
-Tranquila, yo me encargo -dijo Alex a su lado- Deberias llevarla al hospital. Tranquila, llamé a un taxi hace rato, posiblemente este esperando ya.
-Pero...
-Hacedme caso. Iros de aquí -dijo mientras ayudaba a Melisa a levantarse lentamente- Camina despacio. Aún que no tienes nada grave, el golpe ha sido fuerte.
Alex le apartó el cabello de la frente ensangrantada, intentando no tocarle la herida.
Milena cargó con su amiga, y vió a Alex alejarse de ellas y llendo hacia Adam, que aún seguía golpeando a Edwin. Apartó la mirada y salió del callejón.
-¡Chicas! -gritó Clementy, que llegó corriendo hacia ellas- ¿Que le ha pasado? ¿Esta bien? -dijo con algo de miedo.
-Luego te lo contare. Ayudame a llevarla hacia el taxi -dijo Milena señalando a un taxi que había parado y tenía las luces de emergencia encendidas.Milena y Clementy esperaban en la sala a que el doctor acabara de mirar a su amiga. Las dos estaban nerviosas, y no paraban de caminar de un lado a otro. Pararon en seco en cuanto la puerta se abrió y salió el doctor.
-¿Como esta? -quiso saber Clementy.
-Tranquilas no tiene nada serio. Le hemos puesto puntos en la brecha que tenía en la cabeza y esta noche la tendremos aquí en observación. Mañana por la mañana podrá irse.
Las dos chicas suspiraron aliviadas. El doctor les dijo que si querian podian pasar la noche con ella y después se despidió y salió de la sala de espera.
-Deberíamos llamar a los chicos...
-Ya les he enviado un mensaje -dijo Milena.
Las dos chicas fueron a la habitación donde se encontraba Melisa. Esta estaba durmiendo, y decidieron salir fuera y sentarse en las sillas que se encontraban en el pasillo. Dejando así que su amiga Melisa descansara tranquila.
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Infierno en el Paraiso
FantasyMelisa, a sus 18 años, no había tenido una vida fácil. La muerte de sus padres la había sumido en una profunda oscuridad. Pero con el tiempo, y grácias a sus amigos empezaba a salir de ella. A pocos meses de acabar sus estudios se presentan unos nu...