Melisa se remobió. Abrió los ojos. La oscuridad la rodeaba. Notó como algo se movía a su lado, y se apartó todo lo rápido que pudo. La cabeza aún le daba vueltas. Algo se volvió a mover, y pudo ver, cuando sus ojos empezaron a adaptarse a la oscuridad, como un cuerpo que reconocía se incorporaba.
-¿Milena? ¿Eres tu?
-Melisa...¿Donde estamos?
-No lo se...acabo de despertarme. Creo que he bebido demasiado.
-No creo que sea el alcohol. Me parece que nos has drogado...
-¿Drogado? ¿Quien va a querer drogarnos?
-Pues precisamente quienes nos han traido aquí -dijo- ¿Con quien estabas? ¿Con quien estaba yo?
-¿Crees que...? -no siguió con la pregunta.
-Adam se puso raro, de pronto me acorraló. Empecé a marearme, y recuerdo como antes de desmallarme me miraba con una expresión seria en el rostro. Luego antes de perder la consciencia del todo, noté como Adam me cargaba.
-Alex tambien estaba raro...quiso saber que habíamos estado haciendo Izan y yo cuando estabamos solos. Dijo algo de que Izan tenía razón...
-¡Izan! Si le mamdamos un mensaje...
Milena rebuscí en los bolsillos de su chaqueta. Nada.
-Mierda, no lo tengo.
-El mio tampoco esta -dijo Melisa mientras sacaba las manos de los bolsillos- ¿Nuestros bolsos?
-A saber donde estaran. Mierda. Bueno no nos quedemos aquí paradas, salgamos de aquí.
Las dos chicas se levantaron y se dirigieron a la puerta. La abrieron con cuidado, y antes de salir miraron que no hubiera nadie. El pasillo estaba iluminado con una luz tenue. Las dos salieron y buscaron alguna salida.
-Ni siquiera sabemos donde estamos.¿Como vamos a escapar de aquí?
-Daremos con la salida, no te preocupes Melisa. Mira, ahí hay unas escaleras.
Las dos bajaron por ellas. Llegaron a un enorme salón.
-¿Y ahora? -preguntó Melisa.
-Buscamos la salida.
Escucharon voces, y las dos corrieron a esconderse. Entraron por la primera puerta que vieron, que las llevó a una enorme biblioteca.
-Vaya, que cantidad de libros -dijo Melisa asombrada.
-No es momento para eso.
Milena entreabrió la puerta con cuidado. Vio a Henry hablando con alguien más, un chico alto con el cabello tan rubio que parecia casi blanco.
-Henry, con alguien más -susurró- Y vienen hacia aquí.
Las dos buscaron alguna otra puerta, una ventana, lo que fuera. Mientras recorian la biblioteca buscando desesperadamente una salida, notaron como el suelo cedió un poco bajo sus pies. Las dos miraron hacia abajo. Si no te fijabas, aquel pedazo de suelo era como el resto, pero las dos chicas se agacharon y al darle varios golpes escucharon como el suelo en esa zona estaba hueco. Vieron un pequeño agujero, metieron el dedo por el y tiraron hacia arriba.
-No me lo puedo creer -dijo Milena asombrada.
-Bajemos, no tenemos tiempo.
Las dos entraton y dejaron que la tabla callera sobre sus cabezas, justo a tiempo de escuchar como la puerta de la biblioteca se abria.
-...tener que prepararlo todo.
-Chrys, deja de quejarte. Tenemos que preparar muchas cosas. Ayax va a venir personalmente para comprobarlo. Así que más vale que nos demos prisa.
-Si, si...tu siempre tan correcto Henry.
-Simplemente no me apetece hacerle enfadar.
-Melisa, deberiamos irnos -susurró Milena.
-Dime por donde, por que ellos están ahí arriba.
-Mira. Escaleras. Realmente no se que tipo de casa es esta.
-No creo que sea buena idea ir por ahí. ¿Una trampilla con unas escaleras que llevan ves a saber donde? No es buena señal. La salida no está por ahí.
-¿Prefieres estar aquí parada y ver si deciden abrir la trampilla o quieres al menos esconderte de ellos?
Melisa resopló y siguió a Milena. Bajaron por aquellas escaleras agarrandose a las paredes. Apenas había luz, pero siguieron hasta llegar a una especie de sotano. Tocaron la pared para encontrar un interuptor. Debía haber alguno, era imposible que en aquel lugar no hubiera nada de luz. Al fin Milena dio con lo que parecia un botón, lo presionó y unas pequeñas lamparas de la pared iluminaron el lugar con una suave luz. Milena y Melisa se quedaron paralizadas. Había varias camillas, todas ellas salpicadas de sangre. Alguna hacía tiempo que llevaba ahí, ya que estaba de un color rojo oscuro. Otras, en cambio, eran de un rojo intenso. La pared, e incluso el suelo estaban manchados de sangre.
-Dios...¿Pero que es todo esto? -dijo Milena.
Melisa no contestó. No era capaz de articular palabra. Milena le dió un pequeño golpe en el brazo para señalarle una puerta al fondo de aquel sotano.
-Quizas nos lleve a algún lugar -dijo Milena.
-No quiero entrar ahí.
El cuerpo, la mente, todo el ser de Melisa le gritba que aquello no las llevaría a ningún lugar. Que si cruzaban esa puerta lo único que encontraría sería algo horrible.
-Puede ser, pero tenemos que intentar salir de aquí. No sabemos si Henry y ese otro están ahí arriba.
Milena se acercó a la puerta, seguida de Melisa. La chica estiró el brazo y empujó la puerta con cuidado. Oscuridad. Las dos entraron con cuidado, intentando buscar otro interuptor. Nada. Se adentraron más.
Un olor como a podrido inundó sus fosas nasales. Y a cada paso que daban algo crujia bajo sus pies. Melisa imagino la estancia llena de cucarachas y otros bichos.
-Milena, salgamos de aquí -dijo Melisa mientras se tapaba la nariz.
-Espera.
-Aquí no hay ninguna salida. Volvamos.
Milena se adelantó, y Melisa se lanzó hacia ella, primero para retenerla y segundo por que no quería estar ni un segundo sola en aquella oscuridad. Algo la hizo resbalarse, y cayó al suelo con un estrepito. Más crujidos. Al querer incorporarse, noto que el suelo estaba lleno de cosas duras y otras gelatinosas.
-Melisa ¿estas bien?
Melisa agarró algo de lo que había en el suelo. Sabía que no debía hacerlo, pero quería ver que era aquello que cubría el lugar. Se acerco aquella cosa a una distancia en la que al menos podía distinguir la silueta. Un brazo. Gritó. Un grito lleno de pánico y terror. Se tiró hacia atras, chocando con algo.
-¡Melisa! ¡Nos descubriran!
Melisa escuchana la voz de Milena a lo lejos, como en un sueño. Giró la cara para ver con que había chocado. Vio una cara descompuesta, pegada a un cuerpo al que le faltaban los brazos...
-¡Vamonos, vamonos! -gritó.
Milena se acerco a ella a tientas y la agarró. Se quedó paralizada al ver con lo que Melisa había chocado. Llena de miedo miró el suelo a su alrededor. No podía creer aquello. Lo que pensaban que podian haber sido cucarachas eran huesos quebrado, brazos, piernas...e incluso pudo distinguir algo que parecía algún tipo de órgano. De ahí aquella olor a putrefacción. Era un almacen de cuerpos desmembrados. Milena levantó a Melisa, que estaba como ida, y tiró de ella.
-Vamos Melisa, no es momento para entrar en pánico. Hemos de salir de aquí cuanto antes.
Aún que intentara mostrarse todo lo tranquila que podía en aquella situación, la verdad era que las piernas le temblaban, que apenas la aguantaban en pie. Pero tenían que huir si no querían acabar así. Al ver que Melisa apenas reaccionaba, le dió un bofetón.
-Escucha, yo también estoy asustada pero tenemos que irnos. Ya. Así que haz el favor de intentar calmarte, por favor...-empezaron a caerle lagrimas.
Melisa la miró a los ojos y también empezó a llorar. Las dos se agarraron de las manos y salieron de ahí. Vieron que estaban cubiertas de sangre, pero no pensaron en ello y corrieron hacia las escaleras. Cuando llegaron a la trampilla esperaron un rato, y al ver que no se escuchaban voces abrieron. No había nadie. Milena abrió la puerta con cuidado, y antes de salir miró la sala en busca de alguna otra puerta. Al fondo de todo pudo ver algo de luz. Muy levemente, pero supo que tenían que ir hacia ahí.
-Melisa, tenemos que ir lo más rápido que podamos. No te sueltes de mi.
-Vale.
Milena abrió la puerta y empezó a correr con Melisa. Las dos chicas escucharon voces a su espalda. Cruzarón el salón y llegaron a un recibidor enorme, lleno de ventanales y una gran puerta de madera. Melisa se giró para ver quien las perseguía. Henry, un chico rubio, y Adam y Alex mirando desde el piso de arriba.
Llegaron a la puerta y Milena intentó abrirla.
-¡No se abre! -gritó Milena.
Melisa miró a su alrededor y vió un par de sillas situadas junto a una estantería. Corrió hacia ellas, pero justo cuando iba a cojer una, algo la empotró contra el suelo. Se giró a duras penas, y pudo ver como aquel chico rubio se volvía a abalanzar sobre ella. Retrocedió, pero este la agarro de la pierna y se la retorció. Escuchó un crujido, y gritó.
Milena corrió hacia ella, y le dió un empujon al chico. Este se tambaleo y cayó, sorprendido.
-Henry, ocupate de esta.
-No me des ordenes, Chrys -dijo.
Milena se giró y vió a Henry a su espalda. Este no dijo nada, y se fue acercando lentamente a Milena. Vió las sillas, corrió todo lo rápido que pudo hasta ellas y agarró una. Henry la agarró de la nuca y la lanzó contra la pared.
Mientras, Melisa se arrastraba como podía por el suelo. Pero Chrys no le permitió seguir avanzando. La agarro de la espada, le dió la vuelta y la elevó del suelo agarrandola del cuello. Despues la estampó contra la pared, apretando cada vez más sus manos alrededor de su cuello.
-Debería matarte, pero te necesitamos con vida de momento. Pero nadie me ha dicho que no pueda jugar contigo un rato -Chrys rió.
Melisa forcejeó sin éxito.
-No te servira de nada, no tienes fuerza suficiente cielo.
-Eso ya lo veremos -Melisa miró fijamemte a los ojos de Chrys para luego, con todas sus fuerzas, darle una patada en la entrepierna.
Chrys la soltó de golpe y se dobló de dolor.
-Esto siempre funciona -dijo Melisa.
Fue hacia las sillas, agrró una y se dirigió hacia Henry, que tenía acorralada a Milena en un rincón.
Agarró la silla y se la estampó en la cabeza. Este se tambaleo por la sorpresa, se giró y la miró a los ojos. Melisa le dió un empujón para apartarlo.
"¿Que vamos ha hacer? ¿Como saldremos de esta?" Pensó Melisa.
Henry empezó ha acercarse a ellas, y de repente, de la nada, un muro de fuego se alzó entre ellos. Melisa retrocedió asustada, y vió como a Henry le cambiaba la cara. Este miró a Chrys, que estaba serio y quebse giró en busca de alguien.
Melisa no quería quedarse ahí para saber a quien. Ni siquiera sabía hasta cuando diraría aquel extraño muro de fuego.
-Milena, salgamos de aquí.
Esta se levantó, agarró la silla que Melisa le había tirado a Henry y la lanzó contra la ventana. Esta estalló en mil pedazos. Milena y Melisa cruzaron por ella, cortandose las palmas de las manos. No miraron atrás, corrieron por aquel jardin hacia un camino de arena. La luz de la luna había desaparecido, tapada por unas gruesas nuves negras. De pronto empezó a llover.
Las dos siguieron corriendo, sin parar, sin mirar atrás. Las dos cojidas de la mano. Apenas tenían aliento para seguir. El pie de Melisa falló, y resvaló por una pendiente, llevandose a Milena con ella. Sus manos se separaron. Melisa intentó hacerse un ovillo para amortiguar los golpes. Su cuerpó frenó, pero no tenía fuerzas para abrir los ojos. Notaba algo cálido resvalarle por la cara. Y luego oscuridad.
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Infierno en el Paraiso
FantastikMelisa, a sus 18 años, no había tenido una vida fácil. La muerte de sus padres la había sumido en una profunda oscuridad. Pero con el tiempo, y grácias a sus amigos empezaba a salir de ella. A pocos meses de acabar sus estudios se presentan unos nu...