Capítulo tres

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Suspiro profundamente y trato de armar aún más coraje del que había formado ya antes al ver las puertas del instituto al frente mío, mientras que a la vez me doy ánimos internos a mí mismo, diciéndome "Vamos, Nathaniel, tú puedes", aunque ayer con...

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Suspiro profundamente y trato de armar aún más coraje del que había formado ya antes al ver las puertas del instituto al frente mío, mientras que a la vez me doy ánimos internos a mí mismo, diciéndome "Vamos, Nathaniel, tú puedes", aunque ayer con tan sólo recordar la voz de Castiel cantando me flaquearan las piernas terriblemente. No sé por qué me siento nervioso hoy, más de lo que he estado alguna vez frente a ese chico. Por alguna razón siento que no puedo fingir hoy, no después de haber soñado toda la noche con él y fantaseado como una ridícula niña. Sin embargo, necesito mis llaves y él es el que las tiene, lo que me provoca que quiera salir corriendo en ese mismo instante.

Cuando entro al instituto, él es lo primero que capta mi atención. Está recargado en las taquillas, justo en frente de la sala de delegados, y me roba el aliento. Quiero aparentar como se supone que lo hago todos los días pero no puedo. Los recuerdos de la tarde de ayer no me lo permiten y me siento totalmente ridículo. Sé que él me mira justo cuando entro y aparto la mirada de él y de todo lo que le rodea, aunque me es muy difícil, y con un esfuerzo sobrehumano voy a la sala de delegados.

Dejo mis cosas encima del escritorio en el que trabajo diariamente y suspiro cansinamente. Estoy demasiado nervioso como para hacerle creer ahora mismo que le detesto, para aparentar que lo que había pasado ayer no me afectaba y para hacer como si no hubiera pasado nada. Para hacer como si no me encantara.

Soy un cobarde, me reprimo mentalmente, mientras que tocan a la puerta y Melody entra apurada a la sala, con una pila de papeles en sus brazos tapándole la vista y que posteriormente deja encima del escritorio en el que yo trabajo. Ella me sonríe y apoya uno de sus brazos en él.

—Hola, Nath. La directora me ha encargado que te deje estos documentos y que te diga que es urgente que los organices para hoy... es importante, al parecer —muerde su labio y noto el brillo en sus ojos, como si hoy estuviera esperando algo de mí.

—Ah, gracias, Melody... —le doy las gracias, aunque por su mirada me siento demasiado incómodo.

—No me des las gracias, yo voy a estar aquí para todo lo que necesites... todo.

Trágame ya, Tierra.

Salto en mi lugar y me alejo de ella un poco lo más disimulado que puedo.

—Oh, gracias... ahora que lo recuerdo, ¿me podrías hacer un favor? —Se me hace casi imposible ignorar lo entusiasmada que se ve y cómo asiente energéticamente— ¿Le podrías pedir a Castiel mis llaves? Ayer me las robó —soy un cobarde, soy un cobarde, soy un cobarde, pero si con serlo puedo librarme de Castiel y sus efectos en mí y de Melody y sus constantes insinuaciones por un rato me viene bien.

Ella parece desilusionada y en mi mente hago una pequeña fiesta, mientras asiente.

—Yo... sí, sí, claro, no te preocupes —su sonrisa es forzada— Yo —oigo cómo traga saliva— voy inmediatamente.

Ella se lo pierde, Castiel »casthanielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora