Capítulo trece

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Manera de enamorar número dos: No necesitas decir te amo para decir te amo

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Manera de enamorar número dos: No necesitas decir te amo para decir te amo.

—Y después, él dijo... ¡oye, préstame atención! Te estoy contando algo verdaderamente importante.

Más que nada, ahora mismo me arrepiento de cada una de las decisiones que he estado tomando desde hace dos semanas. Eso incluye aceptar ayudar a Castiel a enamorar a Debrah y, si hubiera resultado de otra manera, también de prácticamente proponerle tener una cita entre los dos.

—Alexy, ¿cuál es tu prototipo de vestimenta en tu cita ideal?

Pero ¿qué es arrepentirse? Ésta es, sin duda, una de las preguntas que más me ha estado rondando la cabeza desde ayer en la tarde.

Pero ¿qué es arrepentirse? Ésta es, sin duda, una de las preguntas que más me ha estado rondando la cabeza desde ayer en la tarde

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No era mi intención. En serio. Realmente no era así. Yo no tenía planeado formular esa pregunta en voz alta: la idea sólo llegó rápidamente a mi cabeza, y no tuve demasiado tiempo para controlar mis impulsos cuando mis labios empezaron a moverse y mi voz a salir de mi garganta.

—¿Quieres que practiquemos juntos cómo tener una cita?

—¿Eh?

No había vacilación en mi voz que delatara cuán tonto me sentía en ese momento. Yo me quedé callado, analizando el inusual rubor que se colaba por las mejillas de Castiel. Se sintió como un festín para mis ojos verlo tan avergonzado, o... bueno, en su momento.

—¡¿EEEEH?! ¡¿Qué insinúas?! ¡Por su puesto- por supuesto que no!

De un segundo a otro, el pelirrojo me tenía agarrado de la corbata celeste con fuerza, acercándome a su rostro de una manera exagerada y viéndome con una sobredosis de veneno inyectado en los ojos grises. ¿Debería haberme dado miedo cómo tan rápido cambiaban sus emociones? Supongo que no.

Sin embargo, dejando eso de lado, su repentino y brusco rechazo empezó a dolerme en el pecho más de lo que él suponía que debería de hacerlo. Traté de guardarme ese sentimiento tan bochornoso, propio de una chica la cual acaba de ser rechazada por su amor platónico. Ante la inminente burla que acababa de pasar, traté de justificarme mientras me apartaba de él, quitando su mano apretada alrededor de mi corbata y alejándome de él unos cuantos pasos.

Ella se lo pierde, Castiel »casthanielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora