Capítulo dos

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Mi mirada se posa dudosa sobre aquella libreta de tamaño francés, que está forrada de cuero y que descansa sobre mi regazo

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Mi mirada se posa dudosa sobre aquella libreta de tamaño francés, que está forrada de cuero y que descansa sobre mi regazo. Tiene un aspecto desgastado el cuero de color marrón que la envuelve, dándole un toque único, y unas cuantas figuras como un ancla y una cuerda enredadas entre sí están dibujadas en la portada, en la esquina inferior derecha, como una decoración sencilla. Me muerdo el labio y la abro, dejando la primer hoja en blanco y, en la segunda, escribiendo en letras pequeñas y minúsculas justo en medio.

maneras de enamorar.

Echo la cabeza para atrás y doy un pequeño quejido, mientras siento que de repente toda esa seguridad que había sentido en algún momento atrás se va por completo en ese instante. Es mucho más fácil imaginarlo que hacerlo definitivamente. No tengo inspiración desde hace días, y me quedo en blanco siempre que he tratado de escribir algo. Necesito de algo pero no sé exactamente qué, sólo que eso sería lo suficiente como para darme toda la inspiración y la energía que necesito para escribir aunque sea una pequeña introducción.

Maldigo en voz baja, cerrando la libreta y colocándola entre mis demás cosas para levantarme de las escaleras. He estado rondando por todas las esquinas del instituto tratando de concentrarme para poder iniciar ese proyecto y puedo decir que no hay ningún avance. ¿Por qué escribir parece tan fácil, cuando en realidad es tan complicado? Estoy entrando en un mar de frustración, necesito avanzar rápido y no parezco poder lograrlo.

Paso cerca del sótano al bajar de las escaleras y me encuentro con Melody, Peggy y alguna que otra persona pasando casualmente por el fondo del pasillo. La castaña me ve y sonríe enormemente, sonrojándose y saludándome con un ademán de mano. Después de eso, lo único que siento es que la poca inspiración que tenía se iba esfumando, aunque eso sonara muy cruel. No quiero ser pretendido por una persona a la que no puedo corresponder.

Estoy estresado y mi mente es un lío por completo, siendo que además del proyecto y mis pocos avances me persiguen, también lo hace la directora, mandándome deberes que debo cumplir como delegado para hacerme darme cuenta de que ¡diablos! Soy su perrito faldero, yendo de un lado a otro a su lado siempre y besándole los pies, tal como me lo dice Castiel cada vez que lo veo. Ah, Castiel...

Tuve un impulso de sonreír un poco, pero trato de reprimirlo, ya que no hay día en el que no lo pensara e, inconscientemente, extrañara su presencia. Puaj, me doy asco y no encuentro razón para que él esté presente en mi mente, siendo que sólo me lo imagino frunciéndome el ceño, insultándome o mandándome una de sus tantas sonrisas burlonas y, desgraciadamente, hermosas. Jadeo, negando con la cabeza, y me dispongo a caminar hacia el jardín del instituto, pasando por el patio en donde (sin querer) yo sé que ése es el lugar favorito del pelirrojo y en donde pasa la mayoría del tiempo.

Lo veo hablando desinteresadamente junto a Debrah, una chica con, a mi parecer, un nombre de víbora y aspecto de una, con grandes pechos y una bella cara que ella sabe que tiene y logra usar a su favor, a lo que me muerdo el labio, sintiendo un impulso casi incontrolable de ir hasta ellos e interrumpirlos y reprimiéndome a la vez que me regaño internamente. Yo soy alguien enamorado profundamente y para mi mala suerte, suelo ser una de esas personas que siente celos con facilidad. Debido a mi situación... no es como si pudiera reclamar algo.

Ella se lo pierde, Castiel »casthanielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora