Siento cómo un sudor frío me recorre por completo mientras que sigo de forma vacilante los pasos lentos pero seguros que Castiel da. De pies a cabeza. Todo lo contrario a mí, por supuesto, como siempre lo es. El viento corre, veloz y en dirección contraria a la nuestra, y me revuelve el pelo con rebeldía a la vez que soy incapaz de poder impedirlo. De vez en cuando el chico que camina frente mío guiándome lejos del instituto se gira para mirarme. Cada vez que lo hace es imposible confundir el frescor que siento impregnado en mí que me da el aire junto con el frescor que siento en mi pecho que me dan sus ojos.
Es totalmente diferente, y se siente totalmente bien.
El cielo está lleno de nubes que se van moviendo lentamente en dirección del viento, y en el momento no parece lo más importante, pero en el fondo me digo a mí mismo que más tarde lloverá como si no hubiese un mañana. El paso tranquilo que Castiel tiene de repente se acelera, y denotando que no lo piensa tan siquiera, sólo me mira de reojo antes de cogerme del brazo y jalarme hacia su lado.
—Das pasos demasiado cortos, Nathaniel.
Lo primero en lo que pienso es en quedarme callado y no contestarle, ya que para ni siquiera eso tengo fuerzas. Castiel es tan alto, mientras que yo a su lado me siento pequeño tanto literal como metafóricamente. Todo en mi interior anhela muchísimo más su contacto. Mis manos sudan y a lo único que atino a hacer es apartarme un tanto de su lado y restregar con frenesí las palmas de mis manos contra mi pantalón. Miro hacia abajo, mirando mis propios pies chocando contra la acera y creando un sonido sordo pero insignificante a la vez. Las líneas pasan por debajo de las suelas y por un momento me concentro más en ello que en seguir al lado de Castiel. Si no fuera porque mi brazo sigue entrelazado con el suyo, hubiera vuelto a mi lugar anterior, detrás de él, sin siquiera darme cuenta.
No encuentro mi propia voz, se ha ido junto con la cordura que quedaba en lo más profundo de mí y que ha desaparecido en cuanto Castiel me vuelve a mirar de reojo. Sus ojos grises queman mi sentido común, dejando sólo cenizas.
—Nathaniel —musita mi nombre, y yo me giro hacia él. Parece querer mirarme pero se resiste y no hace más que posar su mirada sobre el camino al que me está guiando, con la cabeza inclinada. Es como si hubiera llegado a su propio límite—, deja de pensar.
Su voz se oye ronca y retumba en mis oídos una y otra vez, erizándome la piel y desconcertándome.
—Estás pensando demasiado de nuevo. Sabes lo que pasa cuando lo haces.
Él explica, como si supiera que no estoy entendiendo nada de lo que está diciendo, y me siento tan distraído, tan confundido y tan raro. Él me hace sentirme de esta manera. Sí, lo sé. Castiel también lo sabe al parecer, aunque pensé que después de tanto tiempo y de tantas cosas que han pasado no lo recordaría, ni mucho menos que le gustaría recordarlo junto a mí: parece ido, como si no estuviera aquí realmente y estuviera en donde hace dos años.
ESTÁS LEYENDO
Ella se lo pierde, Castiel »casthaniel
FanfictionSEMI AU. En el instituto Sweet Amoris, la profesora de Lectura y Redacción empieza un proyecto al que le gusta llamar "Maneras de enamorar", el cual consiste en que los grupos tienen que escribir en una libreta las maneras de enamorar a una persona...