Capítulo dieciséis

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Manera de enamorar número tres: Ignorancia

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Manera de enamorar número tres: Ignorancia.

—Lynn, sólo olvídalo, ¿quieres? Haz como si nunca hubiera dicho nada. Es más, nunca lo hice. Así que vamos a seguir con nuestras vidas, como normalmente lo hacemos.

—¿Estás loco, Nathaniel? ¡Pero por supuesto que no! Me confiaste un secreto tan grande al decirme que, en lugar de odiar a Castiel como él a ti, tú lo amas con tanta intensidad... —su tono tomó un camino diferente en el momento en el que su rostro empezó a conmoverse.

—No, nunca te confesé eso.

—¡No hizo falta! Tus ojos brillaban intensamente, demostrando cada una de tus más profundas emociones, y ellos fueron quienes me lo dijeron —cerró los ojos y pude adivinar que estaba imaginándose el momento.

—No —me acomodé la corbata y, con la voz tan cargada de incomodidad que tuve que aclararme la garganta para hablar, una vena se remarcó en mi frente, y posteriormente sostuve entre mis dedos mis sienes, denotando mi molestia—, estoy seguro de que eso no pasó.

Lynn sonrió, y me golpeó con suavidad el hombro.

—No te preocupes, Nath. Nada de lo que pasó en el restaurante saldrá de estos labios. —alcé las cejas, y se rió con complicidad— Lo prometo.

 —alcé las cejas, y se rió con complicidad— Lo prometo

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Pasaron cinco días.

"¿Dónde estás? Te dije que nos viéramos en el sótano después de tus ensayos con la banda para organizar el plan."

Escribo rápidamente y envío el mensaje, con un silencio rodeándome en las cuatro paredes del vacío sótano. Incluso puedo escuchar mi respiración agitándose lentamente debido a mi ansiedad. No puedo dejar de mirar la pantalla del teléfono celular entre mis manos. La señal aquí es casi nula, pero suficiente para que el mensaje se logre enviar con éxito. Sólo falta que empiece a morderme las uñas de las manos para terminar de parecer en un desesperado.

Tarda un poco en contestar, y el tiempo en que lo hace es el tiempo en el que me quedo en esa habitación sofocante sin dejar de mirar la pantalla y casi sin parpadear, hasta que el teléfono vibra entre mis manos. Su respuesta aparece en la pantalla.

Ella se lo pierde, Castiel »casthanielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora