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Capítulo 3

" La parole ne représente parfois qu'une manière,

 plus adroite que le silence, de se taire.   "

" La palabra, a veces, no representa más que una

 manera más hábil de callarse que el silencio."


Relámpagos aparecieron en medio de un cielo gris, repleto de nubes tan oscuras que tapaban las estrellas que alguna vez se vieron. Parecía estar a punto de llover pero aún Ladybug no sentía ninguna gota caer sobre su cabeza. Estaba parada sobre un tejado, observando a lo lejos como la torre Eiffel decoraba el paisaje de lo que todos llamaban Paris. Sin embargo, sobre uno de los edificios, una figura gatuna. Sabía muy bien que era Adrien, pero el Chat Noir que conocía jamás permanecería ni un solo segundo sentado justo como ahora sucedía. Le costaba darse cuenta cuánto había cambiado, no sólo en personalidad —que conocía gracias a rumores—, sino también en físico. El Chat Noir de veinticinco años era un muchacho esbelto y tenía buen porte, a través de sus saltos, decididos y ágiles, podía notar que había mejorado en sus habilidades pero también dejado de lado aquél lado bromista. Lo extrañaba.

En las noticias jamás volvieron a juntar a Chat Noir y a Ladybug como un equipo, los dos eran super héroes por separado y no tenían nada en común salvo sus habilidades.

Dio un paso con nerviosismo y arrojó su yo-yo a una larga distancia. Juntó aire, necesitaba intercambiar palabras luego de tanto tiempo. Hace mucho que no lo encontraba, que no lo veía en persona, ni a Adrien ni a Chat Noir. De alguna forma, el rubio se las había arreglado para no aparecer ante ella hasta hoy. Y de alguna forma, la estaba seduciendo con su presencia. La llamaba, sabía que le estaba diciendo "Oye, ven a mí si te atreves"

No había esperado tantos años, arrepintiéndose y llorando en su almohada para mantenerse de pie como una estúpida y conformándose con mirarlo desde lejos.

Se arrojó y a los pocos segundos llegó a unos metros de él, su espalda era mucho más ancha que la última vez que la había visto. El pecho de Ladybug subía y bajaba debido al ritmo de su respiración, estaba tan nerviosa que sentía que en cualquier momento se desmayaría.

—Tienes agallas... —la voz pequeña y tierna del chat noir que conocía había sido reemplazada por una grave y sensual que impactó en sus pensamientos como una roca sobre un cristal. Ladybug pasó saliva por sus labios, inquieta al verlo levantarse.

—¿P-Por qué debería tenerlas? —Apretó los puños.

—Dejar de lado tu orgullo y venir luego de tantos años...

—¿¡"Orgullo"!? —exclamó ofendida y se acercó a él apuntándolo con su dedo índice—. ¡Yo no fui la que no se apareció durante mucho tiempo!

Uno de los movimientos del muchacho la tomó por sorpresa, pues, éste se giró en cuestión de segundos y la tomó del brazo para en pocos segundos darla vuelta y dejarla al borde del edificio. Ladybug abrió los ojos como nunca y observó la gran altura que los separaba del suelo. Tragó saliva y juntó coraje, alzó su mirada y por primera vez en tantos años pudo ver aquellos ojos verdes que tanto le gustaban. Ahora más pequeños pero no perdían ese toque gatuno, y aunque la máscara tapase su rostro, se veía claro que ya no era el adolescente de quince años. Una sonrisa de lado, traviesa apareció en su rostro.

—No deberías mirarme así, preciosa —la jaló con suavidad y la atrajo nuevamente al pavimento, donde estuviese completamente segura y no al borde de un edificio. Rió un poco—. No me malinterpretes, no esperaba que lloraras del miedo, sé que tú no lo harías, Marinette.

—¿Estás jugando conmigo? —preguntó irritada, sabía muy bien sus intenciones y no iba a caer en ellas—. Al parecer es verdad que te has vuelto frío como tu padre.

—¿Te molesta?

—No, me desilusiona.

—No es como si fuese tu aprendiz.

—¡ÉRAMOS UN EQUIPO! —exclamó tan molesta que llegó a golpear con fuerza su pie contra el suelo para luego gesticular con brusquedad sus brazos—. ¡TÚ ERAS MI COMPAÑERO!

A diferencia de ella, Chat Noir lucía calmado, traía una expresión serena en su rostro que enfadaba a la joven. Lo vio avanzar unos pasos a tal punto de quedar frente a ella cerca, quizás demasiado cerca como para contar un secreto.

—Incluso estando separados, nunca dejé de pensar en nosotros como un equipo —respondió observándola, era tan alto como Nathanael, la pasaba por dos cabezas—. En cambio, tú, señorita... Fueron tus palabras las que confirmaron lo que negaba. Aquella nota que diste... La recuerdo muy bien. "Él y yo no somos más un equipo". ¿La recuerdas? Porque yo la tengo bien guardada aquí —dijo ahora con su dedo índice señalando su cabeza—. De todas formas, todo esto ya es un caso cerrado —se alejó de un salto y desapareció entre las casas viejas de Paris.

Ladybug se quedó de pie observándolo, su contestación y tenerlo tan cerca, le había quitado el aliento. 

Sexto Sentido (Miraculous LadyBug)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora