Capítulo 8
" Avant de choisir le prénom d'un garçon, pensez toujours a la femme qui aura a le murmurer plus tard. "
" Antes de elegir el nombre de un chico, piense siempre en la mujer que deberá murmurarlo en el futuro."
—¡Bien! Ahora los dos espalda contra espalda. ¿Recuerdan la portada de esa película de espías? ¡Los quiero de esa forma! —exclamó el fotógrafo entusiasmado quien daba un paso y retrocedía segundos después para tener un mejor plano.
Rozar su espalda le provocaba mareos, tan sólo el tacto. Marinette se veía enfrascada en una botella de vidrio, en esas que los niños más pequeños hacen agujeros para meter a su nueva mariposa y oruga. Pero esta vez, el niño que jugaba con ella no era más que un adulto, a quien más había querido por tanto tiempo.
Una simple sonrisa de Adrien bastaba para que el fotógrafo estuviese satisfecho pero Marinette, quien aún no estaba acostumbrada a tanta fama, debía esforzarse el doble. Cuando hubo un descanso para ellos dos, un mensaje de Nath llegó a su celular.
Nath
¡Buena suerte! ;)
Se le escapó una sonrisa al ver el mensaje y continuó caminando, ahora guardando su celular en su bolsillo. Los pasillos del edificio eran angostos, y a esa hora parecían desiertos, supuso que los generales serían más amplios. Ahora su celular vibraba y cuando vio la pantalla, Nathanael la estaba llamando por lo que para que nadie escuchase su conversación, entró a una pequeña sala donde guardaban objetos de escenografía. Aquella charla telefónica duró pocos minutos, Nathanael tan sólo quería escuchar su voz. Al finalizar la llamada, Marinette nunca se imaginó que la puerta volvería a abrirse y que Adrien, con sumo cuidado la cerrase detrás de él.
—¿Me seguiste? —preguntó Marinette algo asustada por lo que llegaría a pasar.
Adrien comenzó a desabotonar la camisa negra que llevaba puesta y que contrastaba con sus ojos verdes. Continuaba con la mirada fija en la joven, con una expresión seria. La Marinette adolescente taparía sus ojos o haría un escándalo, pero ésta ya era adulta, tenía más control sobre sí misma aunque sus mejillas siempre le fallaban y se tornaban coloradas.
Fue peor lo que siguió. En el pecho de Adrien se encontraban varias cicatrices que parecían profundas, probablemente el dolor habría sido insoportable para el muchacho. De éstas, surgía una niebla negra, como la que rodeaba las akumas.
El rubio avanzó varios pasos hasta quedar frente a la chica y dejarla sin salida, ahora Marinette rozaba el borde de una mesa, sin escapatoria. Lo observó atemorizada.
—Duele como si clavases una y otra vez una cuchilla afilada —le dijo y señaló una cicatriz que se hallaba cerca del hombro—. Es incluso más doloroso que eso, lo probé pero por más afilada que estuviese... No dolía de la misma forma.
—¿Q-Quién te hizo esto...? —preguntó entre balbuceos acercando su mano a su pecho pero Adrien la tomó de la muñeca y la detuvo. Movió su dedo índice hacia ambos lados, negándole.
—Hawk Moth no es el mismo que antes, encontró algo... Algo que lo hizo evolucionar —le confesó con la respiración entrecortada—. Los akumas ya no son tan fáciles de capturar, Marinette. Ellos pueden tomar... a una persona estando totalmente consciente y no sé cómo detener eso.
—¿Quieres decir...? Que ya no los controla... Que ellos...
—Ellos hacen una vida normal, están akumatizados y saben lo que hacen, lo aceptan, aceptan a Hawk Moth. Creo que mi padre es uno de ellos. Hawk Moth ya no ataca de una forma simple, se han vuelto naipes Marinette... Esto es más difícil que cuando éramos niños. Es como si todo se volviese una mafia...
—¿Y éstas heridas quién te las hizo? ¿Qué pasó?
—Dime quién es el chico con el que sales, Marinette —le pidió con voz ronca.
—No... No creo que...
El chico la miró fijo a los ojos y luego soltó un suspiro. Ahora dejando caer sus manos a los dos lados de su cuerpo con pesadez.
—Antes me respondías todo —caminó y se sentó arriba de otra mesa, volviendo a abotonar la prenda.
—Antes hablaba con un Adrien que me agradaba —replicó apretando sus puños. Lo vio bajar la cabeza, pasar su mano por entre sus cabellos dorados, peinándose hacia atrás y notó una leve sonrisa de derrota en su rostro.
—Ese chico con el que sales tarde o temprano te descubrirá.
—Te estás volviendo un manipulador, Adrien. Exactamente como tu padre y no caeré en eso —le señaló con el dedo índice, molesta. Adrien movió hacia ambos lados su cuello y alzó sus hombros.
—Soy realista, Marinette. Déjame adivinar, ¿aún no van a vivir juntos? Claro que no, sino ya hubiesen terminado. Él sospecharía que lo engañas o quizás ya tienes algo en mente para contestar sus preguntas cuando llegue ese momento.
—¿Quién eres? —Marinette abrió los ojos, le costaba escuchar sus palabras. Eran verdad, pero le parecía irreal escucharlas de su boca.
—Soy el mismo. No. Es verdad, cambié —entrecruzó sus piernas y la miró con la mirada apagada—. Pero a ti no te importa, ya tienes a alguien.
—Si me importas... —respondió al instante y el rubio se bajó de la mesa.
—No, sólo te importa el Adrien de tu adolescencia. Ese maldito Adrien, ¿y sabes qué? Aún lo sigo siendo porque en esa época me gustabas y aún lo sigues haciendo —dijo entre dientes, remarcando cada una de sus palabras casi como si por poco las escupiera. Pasó saliva por sus labios y la miró con los ojos llorosos—. También quedó algo de ese Adrien en mí... El sujeto que era sencillo, que quería hacer amigos... Que quería hacer el bien.
Marinette bajó la vista temblorosa sin saber cómo responderle, la confesión que más había esperado desde joven llegaba muchos años más tarde y en el peor momento. Su corazón amenazaba con salir disparado de su pecho de tan fuerte que palpitaba. Podía escuchar los latidos dentro de su mente, como una canción agitada. La destrozó alzar la vista y ver que los ojos de Adrien se veían cristalizados, al parecer se estaba esforzando mucho, apretando su mandíbula para no dejar salir las lágrimas.
—Lo siento... —retrocedió un paso en dirección a la puerta—, no puedo corresponderte.
—¿Vas a huir de nuevo? —Preguntó con voz carrasposa de pie—. Deja de ser cobarde conmigo, Marinette.
—No lo soy sólo contigo. Soy cobarde con muchas cosas —murmuró en voz baja pero el chico aun así fue capaz de escucharlo. Apartó su vista, ahora enfocándola en el suelo pero escuchó pisadas, y cada vez se hicieron más fuertes. De pronto, Adrien volvía estar frente a ella.
—También lo soy, pero no contigo... Ya no —respiró con fuerza por la nariz y acercó su rostro al de Marinette, frotando la punta de su nariz con su mejilla para luego hacer lo mismo con sus labios. Bajó lentamente hacia el mentón de la joven y luego los subió hasta encontrarse con los de ella, rozándolos. Buscó la mirada de Marinette con calma y terminó por encontrarla, aquellos ojos azules que tanto disfrutaba.
—No... —musitó Marinette.
—Las palabras no me apartarán de ti, lo sabes. No quieres alejarme, aún sientes algo por mí... —susurró.
Al instante de escuchar sus palabras lo apartó con fuerza y salió corriendo de allí. Dejándolo solo, volviendo a abandonarlo como años antes.
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Sexto Sentido (Miraculous LadyBug)
FanfictionEn un departamento de Paris viven dos chicas de veinticinco años. Dedicadas a su trabajo pero disfrutando el tiempo juntas, viven una vida tranquila: Marinette, ahora diseñadora, comenzó a hacerse muy conocida en el mundo de la moda. Y Alya, periodi...