Si bien era cierto que me encantaba el pequeño de ojos azules, el... Él tiene un toque especial a la hora de recostar a una mujer en la cama, pero hace una semana que se había ido a casa de su padre a ayudarlo en el taller y no sabía nada de su existencia. Necesitaba algo, mejor dicho, necesitaba a ALGUIEN que me hiciera recordar por que colecciono muñecos. Necesitaba un NUEVO juguete.
La puerta comenzó a sonar, sacandome así de mis húmedos pensamientos.
- ¿Quién es?
- Abreme. ¡¡Estoy congelandome!!
Era Liam, mi compañero de cabaña. Ambos fuimos enviados con el mismo próposito al ser los primeros en la facultad; "INSPIRACIÓN EN UN ÁREA RURAL" já. Aún el pensarlo me causa depresión, creo que la desesperación por civilización me había causado el estar acostandome con varios chicos.
Abrí la puerta y el corrió a tomar un abrigo.
- Que descuidado eres. Sabes que es invierno y que se sale a fuera con abrigo. Es lógico.
- Hoy desperté más caliente de lo normal - de inmediato noté su doble sentido.
- Así que no fui la única - dije coqueta mientras le servía una taza de café.
Sentí como unos brazos me rodeaban por la cintura, luego sentí una respiración por el cuello. Sonreí.
- ¿Qué tal si nos damos calefacción mutuamente? - me susurró atrevidamente al oído.
Me giré y lo besé, comenzamos temerosos por la reacción del otro. Nunca esperamos terminar juntos teniendo relaciones. Luego sentimos confianza y proseguimos a bearnos con lujuria, con pasión, deseosos de probar más, el me subió a su cintura para que enrollara mis piernas y nos fuimos así a su cuarto.
Me tumbó sobre el colchón y se comenzó a quital la camisa de cuadros rápidamente. Yo hice lo mismo con mi blusa y me desabroché el pantalón. El me miró y esbozó una sonrisa.
- Ven y quitamelo tú - dijo mientras sonriente miraba su pantalón seguido de su erección.
Me arrodillé frente a el y jugué con su broche para sentir su angustia.
- ¡Vamos mujer! ¡Hazlo rápido!
Sonreí triunfante mientras con la boca le desabotoné el pantalon y le bajaba el ziper. Con furia los lanzé lejos y prosegui con su ropa interior. La rocé por encima y lo miré, el hombre se veía desesperado.
Saqué su miembro erecto y comencé a surrarlo lentamente de arriba a abajo, el disfrutaba, gemía, era música perversa para mis perversos oídos.
Lamí la punta y así sucesivamente hasta el final. Luego lo metí en mi boca y comencé a hacerle lo que tanto había ahnelado, él me tomó por el cabello y comenzó a esclavisarme contra su miembro.
Subió mi rostro, me besó y caímos nuevamente sobre la cama, él se postró sobre mi y bajó por el cuello, me quitó ágilmente el sostén dejando expuestos mis senos, comenzó a acariciarlos mientras le propinaba unas cuantas lamidas a mis pezones.
Yo gemía fuertemente.
- Vamos, más fuerte - dijo mientras me surraba excitantemente.
- Oh Liam, vamos, demuestrame que eres un semental - le dije mientras le acariciaba la cabeza.
Comenzó a dejar un camino de besos y lenguetazos por mi vientre, yo me arqueaba de placer en cada sensación de lengua.
Bajó más hasta llegar a mi feminidad y su lengua caliente me hizo excitar aún más. Ya ninguno de lo dos aguantaba más. Se arrodilló frente a mi y me penetro, comenzó lento, aun que el sufría por acelerar quería verme sufrir.
- ¡Liam! por favor. - supliqué
El sonrió de medio lado y comenzó a penetrarme cada vez más rápido mientras acariciaba mi cuerpo. Yo bajaba mis dedos por su pecho, aquel fuerte pecho agitado y sudado.
Ambos llegamos al clímax y caímos rendidos. El durmió junto a mi, estabamos arropados y desnudos rozando nuestros cuerpos para cumplir con la misión: "Darnos calor"