La cena en casa de Lou no estuvo tan mal, aquel día me sentí realmente bien. Su familia me acogió y hasta el momento solo lo tengo a él aquí en Springs Town. Nada iba mal hasta ésta mañana en la que la universidad me contactó y me pidió que regresara a retomar mis clases, pues iban a rotar a los que estaban por fuera de la facultad.
Nuevamente una sensación de nerviosismo cayó sobre mí, me senté en la esquina de mi habitación, mi obscuro departamente absorbía los rastros de mis lágrimas. Tenía miedo. No soportaba la idea de volver a ver a Harry o a Liam. Me daba vergüenza el simple hecho de que mi vida colapsara por mi pasado una vez más.
El teléfono comenzó a sonar, sacándome de mis fríos y dolorosos recuerdos.
-¿Sí? - Intenté sonar confiada y estable, pero creo que no resultó.
- ¿_____? ¿Ocurre algo? ¿Qué pasa? - Era Louis, él tan amable y atento, se preocupa por mí y siempre está cuando lo necesito, pero las palabras no salían de mi boca. No podía hablar, no podía contarle nada y menos por el teléfono. - Voy para allá - dijo antes de colgarme.
Al llegar. me tocó mirarlo a los ojos, tomar un poco de aire y contarle lo que ocurrió esa tarde. Él se sentó a mi lado y me recostó a su pecho.
- No pasará nada. - me dijo mientras me surraba su mano por el cabello mientras con la otra me sujetaba fuerte.
- ¿Y si le cuentan a todos? - pregunté un poco más tranquila, intentando asimilar más mi nueva situación.
- Me iré contigo. - dijo serio.
- ¿¡QUÉ!?- exclamé. - ¿Por qué harías algo así? ¿Qué pasa con tu familia? ¿Tu empleo? ¿Tus amistades? - dije casi atropellando las palabras.
- Tu eres más importante para mí.
Mis ojos volvieron a cristalizarse, lo abracé como nunca, él ha sido el único que me ha sabido apoyar, comprender y sin nada a cambio, pero muchas veces pregunto ¿debería darle algo a cambio?, a pesar de que me ha ido mal, él no es malo, nunca me lastimaría y esto quedaría entre el y yo ¿cierto?. Mi mente de nuevo colapso en el vacío, pero ya no hay más tiempo. Miré el reloj, las 10:42 p.m. Siempre sospeché que Louis sintiera algo por mí, quizás así no me rechaze.
Levanté la cabeza y lo ví a los ojos. Se veía extrañado, pero tierno, se le notaba cariño en la mirada.
- Louis, dejame poderte compensar. - le susurré al oído.
El se alejó un poco con la mirada confusa.
- _______, no hago esto a cambio de recompensas.
- Shh.. Yo lo haré por que quiero.
Si bien, mi amigo era débil, así que ahí comenzó la acción.
Comenzamos a besarnos lentamente, sus labios eran suaves, algo indescriptible. Luego de un rato su lengua pidio entrar y yo no la rechazé, nuestros besos fueron tornando un rumbo más desenfrenado.
Decidí subir la cabeza y el comenzó a bajar por mi cuello, sus besos húmedos, hacía ya un camino. Nos detuvimos. Me quité mi blusa y el su camisa, siguió bajando hasta llegar a mis pechos, aquí a esta altura me miró como un niño, preguntando con la mirada, yo le sonreí dandole un Sí como respuesta.
Sus mano frías recorrieron mi espalda hasta que desabrochó mi brasier, a éste punto ya no había marcha atrás y lo sabía.
Su lengua y su aliento caliente surraban mis pechos y mi abdomen, haciendo contraste con sus manos frías por mi espalda hacían que me arqueara cada vez más, mis gemídos y sus susurros sonaban como sinfonía. Bajó hasta llegar al broche de mi short y me miró de nuevo dudoso, yo le tomé las manos y lo ayudé a desabotonarlo, nos despojamos de lo que quedaba de nuestras ropas y comenzamos de nuevo la acción.
Ésta vez el tomó iniciativa y empezó a pasar su lengua por mi feminidad haciendome arquear, le comencé a tocar los hombros y a darle pequeños arañasos en la parte superior de la espalda, ambos gemíamos.
Podía sentir su respiración entre cortada, yo me levante y lo tumbé a el. Era mi turno de jugar. Tomé su miembro entre las manos y comencé a masturbarlo. El se mordía los labios y miraba el techo, estaba complacido y eso me agradaba.
Puse su miembro en mi boca y proseguí a lamer y a darle calor con mi aliento.
Se nos notaba a ambos que queríamos más.
Era el momento. Me senté arriba de su miembro dandole chance de que entrara en mí, soltando un gemido agudo que lo hizo excitar aún más.
Él me tomó por la cintura y comencé a saltar, ambos estabamos al borde del clímax.
Ya cansada, me detuve, pero quería más y él igual, así que me acostó y se arrodillo frente a mis piernas, abriendolas e introduciendo su miembro erecto en ellas, y dandome emboscadas rápidas y ágiles. Nuestro fuerte jadeo nos indicó que era hora. Ambos gritamos un poco cuando sucedió.
Ya cansados, nos acostamos y nos arropamos. Dormimos juntos, pero ésta vez, no había remordimiento, sin embargo, sentí una punzada, una punzada que me indicaba lo que tanto temía: Extrañaba a los demás, no solo por que sí, me había enamorado de todos, pero..
¿CÓMO ERA ESO POSIBLE?.