Decidida caminé hacia la farmacia de la calle. No sabía exactamente que sentía, bueno... No quería sentir más nada. ¿Toda la vida me iba a perseguir aquello? ¿Por qué no puedo olvidar el tema?
Al llegar me dirigí hacia los frascos de pastillas.
Migraña. Compré tres de migraña.
Me dirigí hacia mi departamente, aproveché que Louis estaba dormido para ir a mi cuarto sin levantar sospecha.
Estaba decidida a terminar con todo.
Me senté en el borde de mi cama, miré los frascos, analizando cuanto daño podría causar.
¿Daño?, no, no tengo familia. Louis tiene, Harry tiene, Zayn tiene.. Liam igual, y Niall tiene a su padre al menos.
Tomé un puñado de estas y las introduje en mi boca. Comencé a tragarlas, una sobredosis sería suficiente para acabar con mi sufrimiento en la tierra. Allá estaría con mis padres. ¿No?.
Con el paso de unos minutos comencé a sentir retorcijones dentro de mi, mi corazón latía muy fuerte y cada vez era más lento.
No necesitaba más que esto. Solución encontrada.
Pasaron unos minutos más... Mi vista se tornaba borrosa, ya veía todo más opaco cuando escuché una voz a lo lejos:
- Oh _______, ¿qué has hecho?, ¡no te vayas! ¡estarás bien! ¡lo juro!. - la voz sollozaba miles de súplicas, pero no lograba saber de quién era.
¿Importaba acaso? Quiero que todos vivan su vida como si yo nunca hubiese existido.
Ya no sentía nada... Nada excepto por frío. Todo era muy frío y había una gran luz blanca que me cegaba totalmente, pero.. No era la luz blanca que yo habría deseado.
*Beep* *Beep* *Beep*.. ¿Qué demonios era ese sonidito?.