Era viernes, el día de mi segundo tratamiento.
Desperté con más energía y mi cuerpo casi no me dolía. Hice mi rutina de la mañana, y Logan y yo partimos a la escuela.—¿Te veo en la salida? —preguntó Logan.
—Recuerda que iré al hospital en unas horas. Te veo en la casa. —le dije. Él asintió, me abrazó y se fue.
Me dirigí a la clase del Sr. Cowell, y llegaba temprano, pues sólo él estaba sentado en su escritorio y dos chicos en la parte de atrás.
—Buenos días —dije al cruzar la puerta.
—Buenos días Alex —respondió.
Me senté en el lugar usual y dejé mi mochila al lado de la silla. Segundos después recibí un mensaje de texto de mi mamá diciendo que ella pasaría por mi en unas horas.
La clase comenzó minutos después. Con Lauren a mi lado era imposible concentrarme, pues siempre golpeteaba la pluma contra en escritorio o movía la pierna como loca.
Nate no había aparecido hasta veinte minutos después.—Llegas tarde Hayes —le dijo el profesor.
—Lo sé —dijo, y se acomodó el cabello.
Le hizo una señal para que pasara, y Nate volteó y me sonrió.
—A su lugar —le recordó el Sr. Cowell.
Como ese día no habíamos trabajado en parejas, no pude hablar con él hasta que se acabó la clase.
—¿Cómo estás? —preguntó mientras entrelazaba sus dedos con los míos.
—Bien —respondí. —¿Y tú?
—Bien, me quedé dormido y por eso llegué tarde.
Pude notar unas leves ojeras bajo sus ojos y su cabello más despeinado de lo normal.
Yo sólo reí como respuesta.—¿Vas a inglés? —preguntó.
—¿Vienes?
Tenía la misma clase, y en esa nos sentamos juntos. Una maestra suplente nos puso una película de los años ochenta, y aunque yo terminé de verla, a Nate le pareció tan aburrida que se durmió a la mitad.
Así pasaron otras dos horas, hasta que eran las 10:30. Estaba en historia, y la secretaria del director vino por mi.
Caminamos hacia la oficina y ella hacía bromas sobre el peluquín de uno de los profesores. Me hizo reír tanto que me faltó el aire.—Hola mamá —dije.
Ella me recibió con un abrazo.
La vi parada en su ropa para el trabajo. Unos pantalones negros combinados con un blazer con botones dorados, y debajo una blusa blanca de encaje. Me sentí mal por tener que sacarla de su trabajo.A las 10:54 llegamos al hospital.
—Hola —le dije a Jane, quien estaba detrás del mostrador. Hubiera mencionado su nombre, pero no sabía si ella me recordaría, así que evité ese momento incómodo.
—Hola ¿lista para tu segundo tratamiento, Alex? —contestó.
Asentí. Aunque no fuera cierto. No era la primera vez, pero aún así seguía siendo algo nuevo a lo que no me acostumbraba, y creo que nunca lo hice.
Mi madre habló con mi doctor Joel, mientras Jane se encargaba de ponerme la intravenosa.
—¿Cómo ha estado tu día? —preguntó Jane mientras me ponía alcohol en la muñeca con una bolita de algodón.
—Pues, apenas son las once de la mañana, pero bien. ¿Qué tal tú?
—Bien. Tengo resaca de ayer, pero bien.
Ambas reímos. Minutos después el doctor cruzó la puerta.
—Hola Alexis —dijo con una sonrisa amigable.
—Hola.
Él cerró la puerta detrás de él, dejando a mi madre del otro lado y se paró cerca de mí. Tenía una de esas tablas para poder escribir en los papeles, y de hecho, algo escribió.
—Bueno, la sesión de hoy será quince minutos más larga que la anterior. Tenemos que asegurarnos de que esté funcionando. La próxima sesión será de una hora, y ese tiempo se quedará en los demás tratamientos, si todo va bien.
¿Quince minutos más? Si treinta eran una eternidad, ¿qué serían 45?
Jane reclinó el sillón donde yo estaba un poco para que me sintiera más cómoda. Luego, puso la intravenosa en su lugar y empezó el tratamiento.
Había estado viendo al techo por veinte minutos, tenía una sensación extraña en el cuerpo, no era dolor, era más bien un hormigueo.—¿Y cómo va la escuela? —preguntó Jane.
—Bien —respondí. No pensaba dar más información de la que ella me estaba preguntando, pero era muy aburrido e incómodo estar ahí con ella y sin hablar, así que continué con la plática— Sabes, uno de mis maestros sabe de mi enfermedad. El otro día habló conmigo sobre eso, y mencionó que debería dejar la escuela un tiempo para dedicarme a curarme. Qué tontería.
Ella levantó la vista y me miró.
—Bueno, no creo que sea mala idea. Después de todo necesitas descansar— respondió.
—¿Cómo? Eso sería detener mi vida por esto, y eso es justamente lo que no quiero. Mis calificaciones son perfectas en este momento, dejar la escuela significaría arriesgar mi futuro, perder amigos y aislarme totalmente.
—Alex— suspiró— Hay veces en las que deberás dejar lo que más amas para encontrarte a ti misma. Creo que una de esas veces, es este proceso.
Sentía que ella estaba equivocada, obviamente no sabía lo importante que era para mí.
—A demás, tus amigos no te dejarían sola. Bueno, si son buenos amigos— sonrío y después yo lo hice.
Estaba en un punto donde el estrés estaba formando parte de mi ser.
Suspiré. No podía responder a eso, y tampoco tenía ganas de hacerlo.
Mientras más tiempo pasaba, el hormigueo se extendía por mi cuerpo y era peor cada minuto. Empezaba por los pies y terminaba en mis manos.
—Jane —dije.
—¿Qué pasa? ¿Sientes algo?
—Mi cuerpo está adormecido, ¿es normal?
—Sí, es normal —sonrió— eso significa que el medicamento está afectando a todo tu cuerpo, es genial.
Cerré mis ojos, y después desperté cuando mi enfermera me sacudió suavemente el hombro.
—Alexis, tu madre te está esperándote afuera. Tu segunda sesión ha terminado.
Le sonreí algo adormilada y me levanté del sillón. La intravenosa había sido ya retirada, y como mi madre no hizo preguntas, suponía que el doctor había hablado con ella.
Revisé mi teléfono y tenía tres llamadas perdidas de Lauren, una de Jayden y otra de Nate. Empecé a preocuparme, pues ellos sabían que estaría en el tratamiento.
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Alex & Nate [Editando]
Fiksi RemajaCuando conoces a alguien, todo se trata sobre la primera impresión. Pero, fue diferente para Alex al conocer a Nate. Dos jóvenes que se enamoran y viven la mejor etapa de sus vidas. Hasta que una noticia inesperada podría cambiar sus vidas y cambia...