➳ 118 | Final

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El marcador negro se cayó de la mano de Rubén cuando abrieron la puerta del baño.

Rubén miró la persona que tenía delante suyo: Miguel Ángel Rogel, ni más ni menos que su querido amigo con la cual escribía en los azulejos.

—Mira quien tenemos aquí —dijo, con una sonrisa de satisfacción.

"No creo conseguir hablar contigo" estaba escribiendo como respuesta antes de la interrupción, y ahora lo confirmaba: No conseguía decir una palabra, y Miguel solo sonrió más al ver como Rubén tenía dificultad en hablar.

El mayor le ofreció una mano para ayudarlo a levantarse, estaba agachado escribiendo ya que los mensajes eran muchos y se estaban quedando sin espacio. Rubén se había preguntado algunas veces si limpiaban los muros del baño, llenos de dibujos, y ahora podía asegurarse que la limpieza de los baños en esa escuela no era la mejor.
Alargó su mano para agarrar la de Miguel, quien seguía mirándole sonriendo: esa sonrisa que le encantaba.

No tuvo tiempo ni de mirarlo una vez de pie que ya estaba contro el muro, y parecía que Miguel no le iba a dejar irse tan fácilmente.

—¿Qué haces Miguel? —apoyó las manos en el pecho del mayor, con un intento de alejarlo, pero el otro aprovechó para poner las manos en su cintura y acercarlo un poquito más.
Como si la distancia que les separaba era mucha, dos centímetros y se podían tranquilamente besar.

—¿De verdad, Rubén? —Miguel abrió los ojos, aunque mantenía esa sonrisa divertida —Después de todo lo que nos hemos dicho, y el hecho que tú te hayas escondido todo éste tiempo, ¿Me preguntas qué hago?

Rubén no respondió, no tenía ni la más mínima idea de que decirle.
Apoyó la cabeza en el muro, echandola para atrás intentando aumentar la distancia entre los dos; aunque las manos, inconcientemente, las tenía todavía apoyadas en su pecho.
Miguel apretó más fuerte su cintura, y se acercó hasta apoyar la frente contra la suya.
Los ojos de Miguel viajaron hasta el encontrar el primer mensaje que escribió Rubén en el baño: "Estoy disponible".

—¿Estás todavía disponible? —preguntó, y apuntó el mensaje cuando vio la mirada interrogativa de Rubén —¿Estás disponible o has conseguido ligar con alguien en los baños de los chicos? —Se acercó más, hasta que sus narices se tocaban y sus labios de rozaban.

—Creo que eso me lo tienes que decir tú —Rubén se preguntó de donde sacó la fuerza para decirle eso a su amor platónico desde hace un año, pero esa pregunta se esfumó cuando vio la sonrisa de Miguel y sintió sus labios apoyarse y moverse contra los suyos.

Las manos pasaron desde su pecho hasta su cuello, en un intento de abrazo. Las manos de Miguel apretaban su cintura y acercó sus cuerpos hasta que la distancia desapareció.

Por una vez en su vida, Rubén agradeció tener esas particulares ideas para ligar, expresando su disponibilidad –que ahora había perdido– en el baño de los chicos.

Bathroom Wall | RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora