Capítulo 2.

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Veia a través de la ventana como las rayas blancas de la caretera, los árboles, todo lo que nos rodeaba, pasaba a gran velocidad, exactamente la misma que llevaba el coche. Durante las dos primeras horas mi padre había intentado mantener una conversación civilizada conmigo, pero yo no respondí de la misma manera. Me dediqué a ignorarle todo el trayecto, mientras las melodías de Kings of Lion llenaban el espacio que mis ausentes palabras dejaban. Poco tiempo después, demasiado poco para mi gusto, mi padre aparcó delante de la casa en la que pasaría, como mínimo, el próximo año. La miré sin bajarme del coche. Hacía más de diez  años que no venía por aquí, pero la casa estaba tal y como la recordaba. Las paredes blancas, las cortinas de cada una de las ventanas abiertas de par en par, para que la luz iluminase el inerior, el césped perfectamente cortado, como a  mi tía le gustaba...

- Brigitte, escuchame. - Por primera vez desde que salimos de casa me digné a mirarle a la cara. - Sé que es duro, pero es la única solución. Todo va a salir bien, ya lo verás. Y ahora cambia esa cara, por favor, que viene tu tía. - Antes de poder apenas contestar vi a mi tía acercarse al coche, hasta llegara a mi puerta y abrirla. 

- ¡Brigitte, pequeña! Como has cambiado desde la última vez que nos vimos. Siento que tus prims no estén aquí, llegarán más tarde, me ha sido imposibe retenerlos en casa. - Me ayudó a salir del coche, envolviéndome enseguida con sus brazos.

- Hola, tía Karen. Tranquila, no pasa nada.

-¿Estás bien?. - Mi padre tenía razón, mejor sonreir y fingir que me gustaba la idea de quedarme ahí, no levaba ni dos minutos y ya habían notado que algo iba mal. Mi tía solo tenía buenas intenciones, ella era última persona con quien quería pagar mi mala suerte. 

- Claro, solo un poco cansada, papá me ha hecho madrugar. - Fingí la mejor sonrisa que pude y fui a coger las cosas que quedaban en el maletero, que aún mi padre no había sacado. 

- Vamos dentro, antes de que se eenfrie la comida.

Mi tía me cogió una de las cajas y me guió hasta el interior de la casa. Por dentro sí que se habían cambiado un par de cosas, moviiario nuevo, fotos más recientes, pero aún seguía manteniendo el estilo típico de la casa de los Payne, reconocible para mí. Mi tio Geoff, que estaba acabando de poner todo en la mesa, vino corriendo a coger todas las cosas que yo cargaba, y abrazarme tras dejarlas en una esquina. 

En seguida fuimos a la mesa, que estaba a revosar de comida ¡Comida casera, por fin! Hacía muchísimo que no comía algo que no fuesen esos productos precocinados que compraba mi padre en el suermecado de la esquina, o algo del retaurante de comida para llevar. Algo bueno iba  a tener quedarse aquí. Durante todo el rato que pasamos sentados en la mesa, la unica conversación que hubo fue la de los tres adultos hablando sobre el nuevo trabajo de mi padre. 

Cuando acabó todo el ajetreo, por fin me dejaron ir a instalarme a mi habitación. Se encontraba en la planta baja. Al parecer el sótano había sido reformado años atrás, creando un espacio individual para Liam, con cocina propia, baño, dos habitaciones, salón, hasta una entrada propia por el jardín... Como una casa particular, pero debajo de la de sus padres. Al parecer fue él quien insistió en que me quedase ahí. 

Sentada en el sofá, por fin un momento de tranquilidad para mi sola. Con su foto en la mano, mis pensamientos volaron de vuelta hasta ese día, casi dos años atrás. Ella se fue para no volver jamás, me la arrebataron de las manos. Fue entonces cuando todo empezó a cambiar. En ese momento me di cuenta de que mi padre no tenía la culpa, aunque a veces no nos guste que sea así, la vida sigue adelante, y él a de seguir con sus negocios. Aunque ella ya no esté para cuidar de mí en su ausencia. Unos ruidos en el jardín me sacaron de mis pensamientos. Volví a guardar la foto en su sitio justo en el momento exacto para girarme hacia a puerta y verle entrar.

- ¡Bri! - Me rodeó con sus brazos y me levantó en el aire. Comencé a reir como una loca. Liam era una de las personas más importantes para mí, además de mi primo era mi mejor amigo. Apesar de que nos manteniamos en contacto, no era lo mismo que tenerlo delante. Lo había echado de menos. - ¿Cuándo has llegado?

- Hace un par de horas. Pero se ve que tienes una vida demasiado ocupada para venir a recibir a tu prima. - Fingí enfadarme, pero desde que lo había visto, en apenas unos segundos, mi ánimo había mejorado un 200%. 

- Sé que no te hace mucha ilusión el estar aquí. Pero este va a ser un año genial, ya lo verás. 

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