Por alguna razón que se escapaba a mi entendimiento cuando estaba con Liam las horas pasaban como horas. Me encantaba estar a su lado, era como el hermano que nunca había tenido. Hablar con él siempre me hacía reflexionar y pensar ls cosas dos veces, la mayoría de ellas incluso cambiar de opinión. Por eso, cuando vino mi padre ha despedirse, me lance corriendo a sus brazos y practicamente me eché a llorar. Liam tenía razón, mi padre no era el culpable de lo que había sucedido, y si ahora se marchaba al extranjero a trabajar era para poder sacar la familía adelante, como había hecho siempre. Lo hacía por mí, y tendría que estarle agradecida. Me costó muchísimo verle marchar. Entre sollozos le pedí perdón por mi comrtamiento en los últimos días y le supliqué que me llamase siempre que pudiese, pues le iba a echar muchísimo de menos. Había pasado del mayor desprecio hacia él, de ignorarle totalmente, a esto en cuestión de minutos. Cambios hormonales supongo.
El resto de la tarde, una vez se me pasó el estado depresivo, la pasé colocando todo en mi habitación, con la ayuda de mis primas - Liam ni si quiera quiso oir hablar de la palabra «decoración» - hasta que quedó todo a mi gusto. A pesar de ser pequeña era muy acojedora, y mi tía me había comprado sabanas nuevas, un par de cuadros y espejos y varias cosas más, todo del mismo estilo, que hacían del lugar una habitación femenina, pero sin llegar a ser cursi.
Después de cenar toda la família junta, Liam y yo fuimos al salón del sótano. Me encantaba ese sitiio, era como ser totalmente independiente, pero con la segurida que te da ssaber que hay dos adultos en el piso de arriba.
- ¿Qué pelicula quieres ver, Bri? - Ya me había puesto el pijama y me tiré en el sofá mientras mi primo rebuscaba en el armarito que había debajo de la televisión hasta encontrar la película adecuada.
- Me sirve cualquiera. Aunque si tienes alguna de superheroes mejor.
Liam escogió una película al azar y la puso en el reproductor. Me tendió una bolsa de doritos, que anteriormente habíamos secuestrado de la cocina de su madre.
- Déjame sitio, culo gordo.
Me aparté un poco para dejar que se sentara en el sofá, pero volviendo a colocar los pies en su regazo en seguida. Soy incapaz de recordar de que iba la película, pues no habían pasado ni diez minutos cuando dejamos de prestarle atención a la pantalla para ponernoss al corriente de nuestras vidas.
- ¿Sigue el pequeño Liam colado por la preciosa Megan? - Subí un poco el tono al final de la frase, solo quería molestarlo. Megan era una amiga suya de toda la vida, y durante muchos años mi primo estuvo loco por ella, pero sin atreverse a dar un paso hacia delante. Desde que yo me enteré lo usaba como tema de conversación para hacerle rabiar.
- Cállate idiota. Megan y yo solo somos amigos. ¿Que pasa contigo y con Adam? - Levantó las cejas y puso una sonrisa de medio lado. Mierda, había tocado mi punto débil. Capullo. En ese momento comenzó una pelea en la que los doritos volaban por toda la sala y los cojines chocaban contra nuestras caras.
Sabía de sobra que estaba soñando. Los koalas con alas rosas no existen. Pero ahí seguía yo, paseando con mi amigo Drake, sí, el koala se llamaba Drake, hablando sobre la pancarta que haríamos para intentar llamar la atención de Ringo en el concierto de The Beatles de la semana siguiente. Y a pesar de la incómoda postura en la que me encontraba, prefería eso a despertar. Pero entonces Drake se dio cuenta de que había aguien más metido en nuestro mundo y decidió desaparecer. Fue en ese momento cuando yo misma sentí que había alguien más en la habitación, que hablaban en susurros, y que me estaban jodiendo el sueño.
Intenté gitar, pero del mismo susto que me llevé ni si quiera las palabras salían por mi boca y me costaba respirar. Nada más abrir los ojos lo primero que vi fueron tres cabezas, mirándome desde arriba fijamente. Una era una chica rubia de ojos claros. Las otras dos cabezas correspondían a dos chicos.
- ¡Liam, por fin a despertado! Pero creo que está enferma, está muy pálida. - Dijo antes de que pudiese decir nada uno de los dos chicos. ¡Normal que este pálida, me acabo de llevar el susto de mi vida!.
- Pero dejarla en paz de una vez, Louis, la vais a asustar. - Me primo contestó desde algún lugar de la sala, pero no vino a rescatarme. En ese momento me di cuenta de que me había quedado dormida en el sofá. Y ahora tres desconocidos me estaban viendo en pijama, que suerte.
-¿Buenos días? - Sono más como una pregunta. Me incorporé y miré al rededor. Bien, había tres personas más en la sala a parte de mi primo ¡Que buena forma de despertar! Reconocí a dos de las personas que estaban con mi Primo en la mesa. Aunque hacía tiempo que no la veia estaba segura que la chica morena era Megan, y Zayn quien estaba a su lado. Los había conocido en mis anteriores visitas a casa de mi primo, años luz atrás. Junto a este último se encontraba un chico rubio. Me levanté y fui hasta la mesa. Los tres que estaban al rededor del sofá me siguieron. Me sentía como un bicho raro al que tuviesen que estudiar para algún tipo de clase de ciencias. Era incómodo.
- Desayuna bien y arreglate rápido. Hoy va a ser un día largo. - Esta vez quien habló fue la chica rubia. ¿Qué? ¿Me lo decía a mí? Miré desconcertada hacía todos lados y pude ver como mi primo contenía la risa. ¿Pero que estaba pasando? ¿Dónde me había metido?