6. El verdadero talento

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—Ya era hora que despiertes. —Ryder dice al verla salir de su habitación. Le estaba dando la espalda ya que tenía las manos ocupadas en la cocina.

—¿Qué hora es? —ella preguntó con la voz ronca. Apoyándose contra el marco de la puerta.

—Las diez y media de la noche. —respondió todavía dándole la espalda.

A Dylan le sorprendió que le diga aquellos números. ¿Tanto pudo dormir? No sabía si le estaba tomando el pelo o qué pero para verificarlo miró el reloj que estaba en la mesada y corroboró que él tenía razón. Había dormido por más de cinco horas sin interrupciones, era extraño que lo haya hecho sin tener pesadillas, mucho menos si ni siquiera era momento para descansar.

—¿Por qué no me levantaste más temprano? —preguntó acercándose a él. Estaba cortado pimientos sobre una tabla de madera, era muy rápido y preciso con el cuchillo. Ella sabía muy bien cómo aprendió a manipularlo y la experiencia que tenía con él.

—¿Lo dices en serio? —dijo con sarcasmo— No puedes dormir bien desde que vives conmigo, supongo que pasaba lo mismo antes también, y pensabas que iba a levantarte cuando finalmente puedes hacerlo.

En ningún momento la miró pero su tono de voz era protector. ¿Por qué se comportaba así con ella? Apenas se conocían y Ryder había hecho más por ella que lo que cualquier otro pudo hacer. Jordan había sido el único que la cuidaba de esa forma y no creía que alguien más pudiera hacerlo.

—Dormiste bien, ¿cierto? —al no escuchar la respuesta de Dylan, él comenzó a dudar.

—Sí, dormí bien. —respondió.

—Entonces te sirvió de algo hablar conmigo. —dijo con una sonrisa— Estoy haciendo carne al horno, sé que te gusta.

—¿Por qué me cocinas? —ella notó que estaba haciendo la comida para ambos. Él pasaba un buen rato ahí y casi siempre se encargaba de los platos, Dylan también cocinaba pero no era muy buena en eso, solo hacía cosas básicas.

—Porque esta es mi casa y me gusta cocinar. —respondió en seco— Que sea hombre y haga trabajo sucio no significa que no me puede gustar la cocina.

Él terminó de usar el cuchillo y dejó las verduras en una bandeja donde se encontraba la carne. Estaba bastante concentrado en su plato.

—Ryder. —ella mencionó apoyándose a un lado mientras miraba como se movía de un lado para el otro buscando las especias para condimentar la carne.

—¿Qué pasa?

—¿Cuándo te diste cuenta de que lo que haces ahora es lo que querías hacer?

Tenía mucho interés en aquella pregunta. Ella todavía no podía respondérsela pero Stonovan era tan seguro de sí mismo y se compenetraba tanto en su trabajo que daba por seguro de que sabía muy bien que el camino que había elegido era el correcto.

Ryder dejó la bandeja en el horno y finalmente la miró.

—Tal vez cuando me di cuenta de que podía usar mi talento para ayudar a otros y darle su merecido a los que se la buscan. —sus palabras eran firmes.

—¿Y cuál es tu talento? —Dylan era consciente de que ese chico tenía más de uno.

—Luchar. —dijo apoyándose al lado de ella de la misma manera— Cuando tenía once empecé a boxear, siempre me atrajo ese deporte. Mi papá no quería porque decía que era peligroso pero había empezado a tener problemas de ira cuando era niño y, al mandarme a un psicólogo, le recomendaron a mi padre que me mande a entrenar y así fue.

The rise of wolves [l.r.h.] #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora