Después de que ese tipo se fuera, y verificar que ciertamente hubo alguien conmigo hace un momento para asegurarme de no haber perdido la cordura decidí buscar a Leikan y a su madre por toda la casa, pasé allí un largo rato, busqué desde arriba hasta abajo, fui a la habitación de la tía Conner (como me dice que la llame), busqué también en la habitación de Leikan, pero sin embargo no encontré señales de ninguno de los dos, hasta en el sótano busqué, estando en el sótano de pronto sentí que alguien me estaba observando, lo cual me incomodó mucho, así que subí de nuevo las escaleras hacia la sala luego de ese incomodo momento, logré vislumbrar unos objetos sobre el mesón de la cocina y me dirigí hacia ellos.
— Esas armas son para ti —, sonó una voz, que llegaba de todas partes pero, dé ningún lugar al mismo tiempo, repentinamente recordé que una vez la señora Conner, me dijo que Leikan tenía un tío lejano que venía de vez en cuando.
— Me pregunto... — murmuré mientras seguía mirando las armas que estaban sobre el mesón,
— ¡¡¡DEBES DARTE PRISA INUTIL!!! —, rugió la voz desde un punto cercano a donde yo estaba, salí corriendo nuevamente hasta la sala, donde estaba otra vez el mismo tipo, pero esta vez era de una estatura normal como 1.75 cm quizás, vestía una chaqueta de cuero color marrón obscuro con la cremallera cerrada a escasos centímetros del pecho que dejaba ver una camiseta roja debajo, llevaba un Jean vaquero negro al estilo rasgado, unas botas militares que le llegaban debajo de las rodillas de pulcro color negro lustroso y sus típicas gafas de hace rato.
¿A caso este tipo tiene mucho tiempo para jugar con efectos especiales?, estoy muy lejos de encontrar a mi mejor amigo o a su madre para saber si están bien o no y este estúpido individuo está jugando, eso me quita la muy poca paciencia que tengo.
— Yo soy Ares — dijo el extraño con tono grave.
— ¿Cómo el programa para pc? —, pregunté distraídamente, y al parecer no le gustó que preguntara eso.
— ¡NO! —, esta vez el sonido de su voz hizo que todo al rededor temblara.
— ¡DESGRACIADO MORTAL! —. Me Regañó
¿Me dijo mortal? ¿Qué le pasa a ese hombre? Creo que él sí que está loco.
— ¿Cómo hozas decirme eso? —, ok creo que me pasé pero, vamos, se ofendió por eso, ¿en serio? (-_-), entendí entonces que no estaba jugando al decir que era Ares, mejor conocido como; El señor de la guerra.
Solo que lógicamente es imposible que un ser mitológico como un dios inmortal exista y dado el caso de que eso sea posible ¿Qué hace en casa de mi mejor amigo y por qué ni él, ni su madre estén por ningún lado?
Sin darme cuenta Ares me tomó por el cuello de mi camiseta con fuerza he hizo que mirara las llamas de sus ojos, instantáneamente comencé a presenciar escenas de guerras violentas.
De un lado gente indígena de a pie corrían con espadas, machetes y arcos en las manos, algunos tomaban espadas de guerreros muertos en batalla iban vestidos únicamente con taparrabos, al otro lado venían hombres que llevaban uniformes correspondientes a los soldados españoles que nos mostraron alguna vez en libros cuando estaba primaria, entre ellos montado en un caballo negro Ares encabezaba a los altos rangos que observaban la destrucción a unos pocos metros luciendo unas macabras sonrisas.
En otra escena pude ver como los soldados que había visto antes entraban en las chozas de los indígenas caídos y tomaban a sus mujeres por la fuerza, logré ver en la distancia a una indígena que trataba de escapar de un soldado que quería abusar de ella sexualmente, sentí el impuso de querer enfrentarme a golpes con ese bastardo pero yo no existía en ese sitio solo era un espectador de lo horrible, por suerte ella logro acertar una patada en los genitales del tipo y salió huyendo.
De nuevo estaba en medio de una batalla pero ahora ya no eran indígenas y españoles, la verdad el ambiente estaba muy obscuro para divisar algo más que destellos producidos por fusiles, en medio del camino un enorme tanque del tamaño de un autobús se abría paso en la penumbra disparando bombas produciendo a su vez un sonido que hubiera hecho que cualquier perro a cien kilómetros de distancia muriera infartado del susto, de nuevo encontré a Ares en ese momento disparando gozoso el Cañón del tanque.
Regresé a la sala de Leikan tratando de tomar bocanadas de oxigeno pero Ares me sostenía del cuello elevándome por sobre el suelo, me lanzó al suelo con fuerza, caí golpeándome la rodilla izquierda, tosía y jadeaba tratando de respirar.
— ¿Có... cómo... n... no lo noté antes? — dije con respiración entrecortada. Sin sonar muy sarcástico gracias a mi falta de aire.
— ¡No lo sé inútil calamidad humana! — me respondió amargamente.
— Solo sé, que debes acatar esta orden que te daré — dijo — o sufrirás las consecuencias de no respetar mis demandas — sentenció con rudeza golpeando la palma de su mano con el puño, una señal muy clara de que podría pasarme si no obedecía.
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En Busca Del Hijo De La Guerra (Editando)
FantasySinopsis ¿Qué harías si de repente tu mejor amigo desaparece el día de tu cumpleaños sin dejar rastro? Además, descubres que debes buscarlo porque su desaparición podría desencadenar una enorme guerra y poner en peligro tu vida. Eso es lo que me suc...