Capitulo IV Una nueva amiga

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Al salir de la casa de Leikan noté que ya era casi de noche, el cielo teñido de color naranja terracota me recordaba cuando jugaba con barro y arcilla en las épocas de lluvia, no puedo creer lo mucho que tardé tratando de digerir todo lo anterior, me fui corriendo a mi casa, tomé el camino largo sin utilizar atajos, quería pensar que todo lo que estaba viviendo era simplemente un mal sueño, por andar sumergido en mis pensamientos, no me di de cuenta por donde caminaba, así que tropecé con una persona, con una chica para ser especifico.

La chica era linda en realidad, era un poco alta no tanto como yo pero si algo, tenía la piel de color blanca, el cabello castaño con toques de rubio en las puntas, un carácter fuerte, y el ceño fruncido, llevaba puesta una camiseta de tirantes blanca y un pantalón de licra azul sencillo. Me miraba como si quisiera matarme, claro la entiendo la tumbe al suelo sí, pero no fue mi intención, aunque ella no sabía eso.

No sí, todos contra Hope —, dijo con tono de rabia.

— Dis- discúlpame no fue intencional — tartamudee un poco.

Quiso decirme algo, pero fue interrumpida por un; ¡¡¡BOOM!!! , un auto estacionado a unos pocos metros de distancia estalló tirándonos al suelo, por todas partes caían desechos en llamas por la explosión, miré al rededor para saber qué había pasado con la chica que estaba frente a mí, antes de que ese automóvil explotara de esa manera.

Aun con la vista nublada pude divisar una mancha borrosa que gritaba como loca, reconocí la voz, era la misma chica de antes, ¿qué rayos son esas cosas?

Reparé en los pequeños duendes de color verde, con cara de perro regañado que la arrastraban forzosamente hacia la calle ''Comercio''.

Los extrañas cosas poseían cuerpo de cerdo, pero un cerdo humanoide todo raro, lo que me hizo recordar a un compañero de la escuela, pero mucho más diferentes él.

Su piel era de un tono verdoso como si tuvieran clorofila en sus venas en vez de sangre y tenían pliegues de grasa de bebé, a sus espaldas un par de alas secas y quebradizas como cáscaras de maíz mostraban sus puntas cuando estaban de frente, mechones de pelo blanco como las pelusas del maíz cubrían sus frentes pálidas y demacrados rostros padecían un severo problema de acné con granos de cereales. Sus ojos eran de un color verde sólido, y tenían colmillos caninos como dientes.

Cuando volví en sí, pude notar que ni ellos ni la chica estaban en el lugar donde los había visto hacía unos segundos antes, trastabillé hasta que al fin logre levantarme del suelo, por todas partes trozos de metal fundido y goma espuma de los asientos del auto quemándose hacían una pista de obstáculos desde donde estaba hasta casi veinte metros más abajo en la calle.

— ¿¡¡¡ACASO NO PIENSAS AYUDARME!!!? — gritó la chica desde el medio de la calle, aun siendo arrastrada por los extraños mutantes.

En el entorno escuché que las lejanas sirenas de los bomberos y las ambulancias se acercaban rápidamente, el auto que estalló seguía en llamas. Seguramente tendrían muchas preguntas como las que se estampaban en mi cerebro ahora mismo; por ejemplo ¿que causó que el automóvil estallara de esa manera?, ¿qué rayos fueran esos mutantes cerdos humanoides extraterrestres o ye que se son? y lo más evidente de todo ¿porque llevaban arrastrada a una chica de unos diecisiete años gritona he histérica?

No sabría que responder , sinceramente no creo que mi sarcástica manera de hablar me ayudara a salir de esto, los nervios tampoco me estaban aponiendo las cosas más fáciles que digamos.

Seguí corriendo detrás de ellos antes que desaparecieran, de un momento a otro llevaba corriendo casi cien metros seguidos, los cerdos giraron a la izquierda hacia un callejón indudablemente con la intención de perderme, menos mal no lo lograron dejaron de correr cuando creyeron haberme perdido muchos metros atrás.

Me oculté detrás de un montón de bolsas de basura que tenían un olor a perro muerto inconfundible, estaba exhausto de tanto correr es la primera vez en mi vida que corro tanto, bueno la primera desde aquella vez cuando niño hice una travesura y mi madre me persiguió por toda la calle con sus sandalias en la mano para golpearme como castigo, qué tiempos aquellos.

Acuclilladodetrás de esas bolsas escuché como gruñían despectivamente hacia Hope,inclinado hacia abajo intenté descifrar lo que decían pero al parecer o hablan españolrepentinamente recordé que tenía las armas que me dio Ares, sin titubear toméuna de las flechas de mi carcaj y descolgué el arco de mi espalda, salté de miescondite arruinando completamente el factor sorpresa llamando su total atenciónpara mí sin pensarlo mucho apunte directo la cabeza de una de esas cosas y disparé.

En Busca Del Hijo De La Guerra (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora