Ocaso

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Ni siquiera estoy seguro de porqué iba rumbo hacia ese lugar. El camino de tierra estaba sumamente deteriorado y la cafetera que llevaba por automóvil saltaba y se sacudía de una forma súbita, en cada bache y con cada piedra. Tal vez lo hice solo por mi nata curiosidad. Si lo que decían los e-mails que ese hombre me escribió era cierto, la historia se podría volver viral. No solo en todo el país, sino en el mundo entero.

Sin embargo, todo era muy misterioso ¿Por qué citarme en un lugar tan alejado de la civilización? Bien podríamos habernos reunido en una librería o un cibercafé. Incluso un encuentro casual en un restaurante hubiera estado bien, pero no. Ahí estaba yo, conduciendo hacia la nada.

¿Cuál era su intención? Asustarme ¿Tal vez? ¡Que estupidez! Si yo fuera de los tipos que se amedrentan con cualquier pequeñez, no trabajaría en donde lo hago. Ni visitaría los lugares a los que estoy acostumbrado viajar para ganarme el pan: Casonas abandonadas, panteones, iglesias antiguas, pueblos fantasmas, etc. Me sonaba de lo más ridículo que alguien tratase de atemorizarme. Claro que los planes de mi enigmático contacto podrían ser otros, pero me era difícil creer que lo que planeara fuese un secuestro. No hay ni una sola alma en todo este loco planeta que pagaría un mísero centavo por rescatarme. Y en cuanto a mí, se podría decir que mis ganancias eran un delito. Lo suficiente para solventar gastos básicos y sobrevivir. Pues mi canal apenas superaba por poco los 100,000 suscriptores, o sea lo suficiente para que me pagasen por subir contenido en él. Sin embargo, mi trabajo es mi pasión. Lo hago porque quiero hacerlo, por la emoción de retar a lo desconocido. El dinero lo considero un bono extra.

Cuando por fin llegué al sitio que se me había indicado, eran las 5:23 pm del 25 de Octubre del 2015. Estoy seguro de ello, pues esa es la hora que mi cámara marcaba cuando empecé a grabar, justo antes de bajar de mi automóvil. Otro auto estaba estacionado en el área, imaginé que le pertenecía al hombre que me había escrito los mensajes. Me detuve un momento a recorrer el paisaje con la cámara. Con el tiempo me había hecho a la costumbre de captar la mayor cantidad de detalles que pueda de los lugares a los que voy. Había un lago enorme a unos 10 metros de la deteriorada cabaña fincada en el sitio. Un sendero de tierra se alargaba desde la base de las escaleras principales hasta donde comenzaba el bosque. A parte del inmueble, no había otra construcción cerca del área, todo alrededor era naturaleza pura.

Tras terminar esta pequeña labor, tomé pie hacia la cabaña y toqué la puerta. Pasaron varios segundos, pensé que no habían escuchado y me dispuse volver a tocar. En ese instante, la puerta se entreabrió y una silueta apareció en las sombras. Un hombre de aproximadamente unos 40 años me miraba fijamente, supuse que era quien me había contactado. Me presenté y dije a lo que venía.

Buenas tardes, señor. Me llamo George, George Box... ¿Es usted el usuario de la cuenta "alfa&omega@hotmail.com"? He venido para investigar su caso, tal como me lo solicitó — Me enfoqué en sonar lo más amable posible.

- Sí, claro. Pasa, te estaba esperando.

El hombre respondió de una forma igual de cortés. Se notaba que estaba forzando su tono de voz, como si quisiera sonar más animado. Con un ademán me invitó a entrar. Pregunté sí podía grabar toda la casa y él solo asintió y se dió media vuelta.

Sin prestar mucha atención al significado de su actuar, volví a encender la cámara y me dispuse a hacer mi trabajo. La cabaña era fría. Las habitaciones olían a humedad y un cortante sentimiento de soledad te penetraba la piel. Esa no era la primera vez que visitaba un sitio así, pero esa sensación seguía siendo desagradable. En el primer cuarto al que entré, no había nada "sobrenatural" que recalcar. Solo muebles cubiertos de polvo y telarañas. Parecía que nadie había pisado ese lugar en demasiados años. Me dirigí entonces a la sala, donde una vez más no noté nada sobresaliente. Lo mismo en el otro cuarto; sin rastro de algún fantasma, ente o alguna presencia espectral. A parte de las 3 habitaciones anteriores, había otra puerta al final del pasillo que se encontraba cerrada con llave. Fui hacia la cocina, en donde estaba el hombre y le comenté sobre ese cuarto. Él se quedó en silencio momentáneamente y después me dijo que no podía abrir esa habitación, pues había cosas muy importantes para él allí. Al ver su rostro, noté una gran tristeza en él. Así que decidí no volver a insistir.

El lugar era el típico retrato de una casa abandonada, pero si trabajo como investigador paranormal es por algo. Tengo un sexto sentido que se activa cuando hay una presencia fantasmagórica cerca de mí, pero no había sentido algo parecido desde que llegué a la cabaña. Decidí no perder más el tiempo e ir al grano.

Señor, usted me dijo en sus mensajes que tenía una historia. Una historia como ninguna otra y por eso estoy aquí. Pero para ser honesto con usted, no percibo nada raro en este lugar. Así que me temo que debo preguntar ¿Cuál es esa historia? — hice lo que pude para no sonar molesto, pero creo que mi tono no fue el correcto.

El hombre pareció no notar mi surgiente desagrado, y si lo hizo, no le importó. Me dijo que esperara, fue a su auto por unas velas y dos sillas plegables. Nos sentamos en la sala, él prendió las velas y las puso en el piso. Empezaba a anochecer y era obvio que la casa no contaba con una fuente de luz eléctrica funcional. Tomé mi cámara, la enfoqué hacia el hombre y éste empezó a hablar.

- Es cierto que en los mensajes que te envié decía que tenía una historia para contar. Algo que haría que tu canal en Youtube causara sensación en el mundo de lo paranormal, si llegabas a noticiarlo. Me disculpo por eso. Siempre he estado en contra de mentir, pero hay veces en que es necesario hacerlo - El timbre de su voz se tornó más firme que en un inicio, aunque todavía sonaba vacío al articular.

Por mi parte, me sentí incómodo y fastidiado al oírlo. Si no tenía nada que contarme ¿Para qué me había hecho viajar tanto? Quise reclamar, pero antes de que pronunciara una sola sílaba, el hombre siguió de largo.

- Yo no voy a contar una historia, ni una leyenda y mucho menos un mito. Lo que voy a revelar justo ahora ante esa cámara, es una anécdota. También tengo que dejar en claro que el ser de quien voy a hablar, no es un fantasma ni ninguna otra clase de ser espiritual. Lo que es más, ni siquiera estoy seguro de que se le pueda clasificar como un ente, dado que no tiene nada que ver con religión alguna o con ningún Dios. No se le puede referir como un alma o un espíritu, pues nunca a sido humano y, aún así, guarda una íntima relación con nuestra especie. Y lo más importante, algo que siempre debes tener en cuenta. Es que mientras exista la humanidad... "Ella" jamás desaparecerá - La pesadez de sus palabras era abrumadora.

Eso fue suficiente para despertar mi curiosidad. Me costaba trabajo entenderlo, o mejor dicho, no tenía idea alguna de lo que estaba diciendo. Al inicio creí que estaba hablando de un extraterrestre o algo parecido, pero descarté esa idea al oírlo decir "Ella". Para no encerrarme en preguntas ni crear prejuicios o hipótesis innecesarias, me quité de rodeos y externé mis dudas directamente.

- ¿A qué se refiere con "Ella"? ¿Quién es "Ella" exactamente? -

De la misma forma en la que pregunté, esperaba una respuesta directa y clara, pero no fue así.

- ¿Sabes lo qué es el miedo? - Él me miró directo a los ojos, al momento de hacer la interrogante.

Inmediatamente después, él me pasó de largo y fijó su vista en los árboles del bosque frente a la cabaña. Sus ojos se volvieron vidriosos y pude detectar una leve vacilación en su labio inferior. Sin embargo eso no hizo disminuir mi disgusto por lo evasivo y profuso de sus expresiones y respuestas. Él me había citado en ese lugar, pero hacía parecer como si yo fuese solo un intruso. Así que no dude en responder a su torpe cuestión.

- Pues claro que sé lo que es el miedo. Es un sentimiento de angustia o tensión que tienen las personas cuando se enfrentan a una situación de peligro, ya sea real o imaginario. Señor, yo he trabajado con el miedo la mitad de mi vida. Lo conozco bien e incluso aprendí a dominarle, no hay nada sobre el miedo que yo no conozca. Ahora, si en verdad tiene una anécdota, como usted dice, para contar. Le pido de favor que lo haga de una buena vez - Esta vez no me molesté en ocultar mi enojo.

Ahora que estoy escribiendo ésto, me doy cuenta de la cantidad de estupideces que dije en una sola oración. Porque para mí desgracia, lo que aquel hombre contó después, me dejaría sin palabras.

El Síndrome De La OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora