Luz

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El hombre cerró los ojos y se frotó el entrecejo, para segundos después soltar un larga exhalación. Después enfocó su vista en el lente de la cámara. Tomó aire y entonces comenzó:

>> El miedo, es algo simple y sencillo. Es el miedo aquello te acelera el pulso, hace hervir tu sangre en el interior y extingue toda palabra de auxilio. Siempre latente, siempre al asecho, siempre tan incomprensible pero tan ordinario. Más que una sensación, es un principio natural e innato de todo ser vivo. Es el miedo quién mueve los hilos de este mundo desde las sombras.

Nunca supe si fue por desgracia, por castigo o por mero azar, pero yo nací sin la capacidad de sentir miedo.

Este concepto siempre fue un completo misterio para mí, pues nunca lo comprendí, pero eso nunca me importó. En ocasiones incluso me sentí superior a los demás por carecer de dicho sentimiento. Pero ahora pienso que si hubiese sido capaz de sentir miedo o el más mínimo rastro de temor, nunca habría tenido la proterva suerte de ver morir a quien yo más amaba, mientras ella me sonreía cariñosamente. Jamás hubiese tenido que escuchar esas tiernas y lastimeras palabras que ahora trato de enterrar en lo más profundo de mi ser, pero que a la vez las tengo tan presentes.

Quiero poner en claro que mi principal intención al relatar ésto es pretender, muy egoístamente, aliviar la culpa que lánguidamente me está carcomiendo desde dentro. Aunque bien sé que no arreglará nada de lo que ocurrió en aquel aciago fin de semana. Por momentos pienso que todo lo que viví en aquella ocasión fue solo una quimera de mi ensortijada y trastornada mente. Más el simple hecho de amanecer todos los días de mi injustificada existencia en una consumada soledad, abrazado la nada y penando el suave tacto de su piel, hacen reaparecer en mi mente esos tiempos de horror y desesperación.

Mi verdadero nombre no importa, mucho menos la fecha exacta cuando se desarrollaron los siguientes hechos. También aclararé que aunque mi relato pueda parecer sádico, grotesco, cruel o inhumano para ti o para cualquier otro que llegue a ser testigo de mis palabras, es mi deber el contar todo de la manera en que sucedió. Habiendo aclarado estos puntos, puedo empezar a revelar mi luctuosa anécdota:

Mi esposa Evangeline y yo nos acabábamos de casar. Ambos decimos pasar nuestra luna de miel alejados de todo para poder conectar más el uno con el otro. Y este fue el lugar que consideramos perfecto para ello. Era un sitio tranquilo y hermoso, con un lago cristalino justo al lado. Además, como bien habrás notado, el poblado más cercano esta a dos horas en auto, montaña abajo. Simplemente no podíamos pedir nada más. Aunque arreglar los papeles y permisos para comprar y construir en el terreno no fue fácil, consideramos que había valido la pena.

Sin embargo, hacer todo eso solo para pasar una sola noche en el lugar, no era los más sensato. así que decidimos hacer también una pequeña reunión para celebrar nuestro matrimonio, a la cual invitamos únicamente a nuestros familiares más cercanos. Por mi parte asistiría solo mi hermana Silvia y del lado de Evangeline irían su madre y su hermano menor. Evangeline y yo nos conocíamos desde niños, pues nuestros padres eran amigos muy cercanos. Ambas parejas viajaban mucho, y por azares del destino en uno de sus viajes ocurrió un terrible accidente. Únicamente la madre de Evangeline sobrevivió. Déjame aclarar que esto solo lo cuento para minimizar las posibles dudas que se lleguen a tener y no porque sea algo de importancia o porque me sienta afligido por aquel hecho. Lo que es más, pienso que fue mejor que hayan perecido en aquel accidente a que sufrieran lo que nosotros estábamos por experimentar.

La tarde anterior a la reunión, Evangeline y yo nos dedicamos a dejar la cabaña lo más presentable posible. No sería algo sumamente difícil ya que la casa, cómo pudiste ver, no es muy grande. Solo cuenta con la sala de estar en la que nos ubicamos, por aquellos tiempo era muy acogedora, el lugar ideal en donde podríamos pasar abrazados al calor del fuego de la chimenea las futuras noches frías. También estaban la cocina y comedor, no muy amplios, pero si bien equipados. El cuarto de baño y las tres habitaciones. Todas lo suficientemente grandes para dos personas cada una. Incluso podría mencionar el pasillo que conecta a todas estas habitaciones, el cual había sido adornado con algunas de las pinturas que Evangeline hacía con mucha dedicación en sus ratos libres.

El Síndrome De La OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora