El camino de regreso no era largo, pero como la cabaña queda montaña arriba y la carretera no se encontraba en mejores condiciones de las que está actualmente, el volver a pie resulta algo pesado. También debo mencionar el hecho de que solo dormí menos de 2 horas y llevaba más de 6 despierto, era inevitable que me sintiera agotado, así que decidí sentarme a descansar recargado en un árbol.
Mientras dormitaba, seguía pensando en el anterior desvarió mental. Sabía que no fue un simple sueño, así mismo sabía que aquella misteriosa mujer fue quien lo provocó ¿Con qué fin? ¿Acaso pretendía asustarme?... No, tenía la certeza de que "Ella" sabía que yo no podía tener miedo. Entonces, ¿solo lo hizo para llamar mi atención?, ¿para qué me interesara en ella? Me parecía algo estúpido pensar que tendría una intriga como esa. Más aquella premisa era lo único en lo que podía creer, o mejor expresado, era lo único que de verdad quería creer.
Aún después de plantearme todas esas preguntas y respuestas, había algo acerca de aquel sueño que me intrigaba. Todo lo que ocurrió en él fue creado por aquella mujer, eso dejaba claro que mi comportamiento dentro de ese sueño también fue obra suya, ¿cierto? El que yo recurriera a algo tan exagerado y extremista como el hecho de sacarme los ojos, no creía que de verdad fuese algo que yo haría. Y aun así, en esa oscura realidad, lo hice ¿Por qué lo hice? Acaso realmente se debió a no querer ver su rostro. Y si fue así, ¿por qué no quería ver su cara? Podría ser que le "Temía" a lo que pudiese ver tras ese velo de sombras que la cubrían, no, eso era imposible, me negaba por completo a aceptar esa idea, debía existir alguna otra razón. Después de todo, no fui yo quien vivió esa experiencia realmente, solo fue una ilusión, una fantasía rotundamente irreal creada por "Ella".
Mientras más pensaba en aquello, más enredadas se volvían las dudas en mí. Por lo que distraje mi mente en otras rumias. Comencé a pensar en Evangeline, en su sonrisa, en su mirada, en su voz, en su piel suave y tersa. Llegaron a mí los recuerdos de nuestro pasado: Cuando le pedí que fuera mi novia, e incluso cuando le ofrecí matrimonio. Recuerdo que en ambos momentos sus ojos se llenaron con lágrimas de felicidad y que apenas pudo de darme el "sí", con una voz vocinglera y ahogada por la emoción. En esas dos escenas de mi vida, me sentí sumamente alegre, eufórico de felicidad. No hay palabras que describan exactamente la fuerza que te recorre el cuerpo entero cuanto algo así sucede. Pude sentirme casi humano, como si el resto del mundo hubiera desaparecido y el planeta entero estuviera disponible para nosotros dos.
No solo recordé aquellas memorias. A la par llegaron a mi mente otras situaciones que viví. Como mis épocas en la escuela, o mejor dicho, en el internado.
Ya mencioné anteriormente que mis padres gustaban de viajar mucho, pero la mayoría de las veces que lo hacían era por cuestión de negocios. Mi padre era dueño de una gran industria armamentista que mi abuelo había fundado y hecho florecer durante la segunda guerra mundial, y el padre de Evangeline era su mano derecha. En cuanto a mi madre, ella era dueña y co-fundadora, junto con la madre de mi esposa, de una de las zapaterías más reconocidas en el país. Por este motivo casi siempre se encontraban muy ocupados y ambas parejas decidieron que lo mejor era que sus hijos estuvieran seguros y recibieran una educación de la más alta calidad. Así fue como Silvia, Evangeline y yo terminamos recluidos en el internado "Alas de Ángel". El cual no era un lugar lúgubre, oscuro y aterrador como es el estereotipo que comúnmente se tiene de este tipo de instituciones, sino todo lo contrario: Los horarios de clases eran muy accesibles, los maestros y asesores casi siempre eran comprensivos y dedicados, las instalaciones estaban demasiado bien equipadas para aquella época y los pintorescos edificios resaltaban junto a los florecientes jardines. Además contábamos con 3 meses de descanso anuales, en los que casi siempre vacacionábamos con nuestros padres. Quienes a pesar de ser gente de "la alta sociedad" disfrutaban de los gustos simples de la vida, es cierto que el tiempo que pasaba con ellos era relativamente corto, pero fue el suficiente para darme cuenta de lo mucho que ellos se preocupaban por nosotros.
Fue exactamente en una de esas temporadas vacacionales, cuando yo tenía 17 años, en la que decidí pedirle a Evangeline que fuera mi novia. Al contrario de lo que se podría pensar, mi propuesta no fue nada extravagante. Se lo pedí mientras cenábamos en la casa de mis padres, y allí frente a todos nos dimos nuestro primer besos, con las risas y los aplausos de nuestros familiares. Los años subsecuente fueron los mejores de mi vida, Evangeline y yo pasábamos casi todas nuestras horas libres juntos. Aunque estos ratos no eran muy extensos, ya que aparte de las clases regulares, teníamos instructores particulares con distintas especialidades y diferentes disciplinas. Evangeline estudiaba pintura, danza, apreciación musical, teatro y escultura, aunque ella me confesó en más de una ocasión que ésto no llamaba mucho su atención, pero que aun así le parecía divertido aprender. En cuanto a mí, bueno, yo fui instruido en "artes" un tanto menos ortodoxas, como: mecánica, logística, manejo de armas y variados estilos de pelea. Éstas dos últimas me eran impartidas por el mismo instructor, quien había participado y sobrevivido en Vietnam. Era un viejo sarcástico que se quejaba de todo lo "actual", también era muy estricto. Bajo su tutela, yo me volví un experto en en armas y en peleas. Creo importante decir que, muy extrañamente, yo tenía un don particular para ello. Recuerdo muy bien las conversaciones que solíamos tener, en especial la que tuvimos en mi último año en Alas de Ángel. Después de terminar mi sesión de entrenamiento en manejo de armas, él se acercó a mí, con una sonrisa en su rostro que después se convirtió en una mueca bastante seria,
- Bien, hijo, esta es la última vez que nos veremos. Te debo confesar que nunca conocí a nadie como tú, aprendiste todo demasiado rápido ¿Sabes? En mis tiempos, durante la guerra, nos hubiera sido de ayuda gente como tú, personas que pudieran matar sin dudarlo, y sin sentir remordimiento por ello -
- ¿De verdad cree que yo pueda matar a alguien y no sentir culpa alguna? -
Él me miró y soltó una pequeña sonrisa sarcástica.
- Por supuesto que sí, hijo. Ya lo dije, si hubieras estado durante la guerra, ¡Te habrían proclamado como un héroe!... Sí... pero ahora, me temo que el mundo no necesita gente como tú o como yo. En estos tiempo no serías más que un monstruo -
Después puso su mano en mi hombro y se despidió con una sonrisa muy sincera en su rostro. Por desgracia, aquel viejo perro de guerra tenía razón. Un año después, mientras Evangeline y yo pasábamos por un parque a altas horas de la noche, un ladrón intentó asaltarnos con una pequeña navaja. Puse a Evangeline detrás mío y me negué por completo a entregarle alguna de nuestras pertenencias. Él se abalanzó sobre mí con la navaja por delante. Sin mucha dificultad detuve su ataque, tomé la navaja y sin pensarlo siquiera, se la clavé en el cuello y le abrí la garganta por completo. Sí, lo hice sin vacilar, sin dudarlo ni un poco, y no me sentí mal por ello. Incluso fue peor de lo que supuso mi instructor. Llegué a disfrutarlo, me sentí bien haciéndolo. Mientras él se desangraba y Evangeline gritaba por ayuda, yo me quedé de pie junto al ladrón, sonriendo ligeramente. Ahí fue cuando me dí cuenta que mi "Falta de Miedo" no era el único problema mental que tenía. Pero también descubrí que no podía haber otra persona con la que pasar mi vida, que no fuera Evangeline. Ya que le conté todo y aun así siguió conmigo, me aceptó junto con los demonios que cargaba, y decidió cargarlos junto a mí.
Después de mucho divagar en recuerdos, volví en mí y me incorporé de pie. Miré mi reloj, 9:03 am y aún era de noche, pero ya no le dí importancia a este hecho. Seguí mi camino. Al llegar a la cabaña, me detuve en las escalones y noté que había un ligero rastro de sangre sobre ellos. El rastro seguía hacia el interior, la sangre daba hasta la habitación donde se estaba quedando la Sra. Soto. Entré al cuarto y la escena que se presentó ante mí, solo la podría describir como algo extremadamente enfermizo.
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El Síndrome De La Oscuridad
TerrorGeorge es un joven con una gran afición al Terror y todo aquello que sea considerado paranormal. Al tal grado que posee un canal en YouTube sobre estos temas. Él es citado, através de varios e-mails, hasta una cabaña en las afueras de un pueblo perd...