Miedo

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La maquiavélica sonrisa de aquella misteriosa mujer se extendía de mejilla a mejilla. Resaltando con un brillo tenue entre la silueta de su cara. Dí el primer paso en su dirección. Ansioso por darle un fin a aquélla retorcida historia de la que "Ella" nos había hecho participes a mí y a mi familia. Sin demora, llegué hasta ella y me detuve justo frente a su lívida silueta, pero ella permanecía inmutable. Con su cabeza en dirección al bosque, como si su mirada estuviese absorta en los robustos troncos y las frondosas copas de los árboles. Parecía que mi presencia no era importante en lo más mínimo para ella. Aun así eso no me detendría.

¿Qué eres tú? ¿Por qué le hiciste esto a mi familia? —, pregunte a la mujer con un tono firme pero a la vez susurrante.

Ella no respondió con palabras, solo se limitó a dirigir su mirada hacía mí y su sonrisa no hizo más que crecer aún más, sin emitir risa o sonido alguno. Ese gesto bastó para fulminar la poca cordura que yo conservaba con mucho esfuerzo. La tomé del cuello y la alcé en el aíre con una facilidad increíble, como si pesara lo mismo que la pluma de un ave. "Ella" sujeto mi brazo con ambas manos, intentando zafarse. Y a pesar de sus movimientos raquítico, seguía sonriendo descaradamente. Sin soltarla del cuello la azoté contra el piso fuertemente, tanto que la sangre saltó desde su boca y me salpicó el rostro. Aún así, ella continuaba mostrando la misma sonrisa burlona. Comencé a apretar su garganta con mis dos manos, haciendo tronar lentamente sus vértebras.

Al momento en que se acercaba su último respirar, la mano derecha de mi víctima se postro débilmente sobre mi mejilla. Entonces vi con desconcierto y horror a quién tenía bajo mi agarré. Contemplé a quien era objetivo de mi furia... Evangeline me miraba con una mezcla de dolor, tristeza y amor en sus ojos, mientras que su boca esbozaba una lánguida sonrisa. Una sonrisa tan llena de calma y sinceridad como nunca antes la había visto. Fue entonces cuando por primera vez en mi existir sentí a mi corazón acelerarse, mi respiración se cortó de pronto y todos mis músculos se tensaron por completo. Solté su cuello, me aparté de encima suyo y la abracé colocando su cabeza en mi pecho. Sin embargo ya era tarde, yo lo sabía tan bien como ella. Evangeline moriría en solo unos pocos segundos. Aún estando cociente de eso, yo me negaba a aceptarlo.

-— ¡No! ¡Esto no puede estar pasando! ¡No! —, mis gritos resonaban llenos de sufrimiento, de cólera, de tristeza y de algo más. Una sensación desconocida para mí.

Alfa... Te amo... Recuerda... Somos... Extremos de un mismo conjunto... —, débilmente, Evangeline se apartó un poco de mi pecho y volvió a sonreírme.

Con el sudor y las lágrimas brotando de mí, pude ver claramente como la vida se escapaba del cuerpo de mi esposa. Una vida que yo mismo arranqué, fue ahí donde lo comprendí. Entre lagrimas y dolor, todo se esclareció para mí. Hasta eso entonces, yo pensaba que no le temía a nada, pero solo era mi ingenuidad hablando. Era cierto que no me asustaba con lo que normalmente lo hacen las personas, pero sí le temía a algo. No nací con ese temor, sino que creció dentro mío, sin que yo lo notase. Mi mayor y único miedo, era lastimar a Evangeline. El herirla de forma alguna, siempre fue impensable para mí. Y justo en ese momento, aquella desconocida fobia mía se había vuelto realidad. Yo asesiné a mi amada Evangeline, con mis propias manos.

Solo desearía que ahí hubiera terminado mi agonía. Que pensamiento tan iluso de mi parte, pues el tormento a mi ser no había hechos más que empezar. De golpe, como una gran tormenta de arena en el desierto, llegó a mí una ráfaga de recuerdos, con los que se acrecentó y completó mi tormento. Me vi frente al pequeño Anthony, con un cuchillo en mi mano. Me aproximé a él sin prisa, tomé el cuchillo con calma y lo enterré en su vientre. Otra escena viene a mí: Silvia está en el suelo, agonizante por la caída, pero viva. Yo la tomé de la cabeza y con un rápido movimiento rompí su cuello. Intenté pensar que solo eran más artimañas mentales que "Ella" me implantaba, pero algo en mi interior sabía que esos grotescos actos eran reales. Que los escenarios en que Anthony se quitaba su propia vida y Silvia moría al caer del risco, eran las verdaderas ilusiones. Desde que empezó aquella noche hasta ese momento. Yo pensaba que me enfrentaba a "Ella" en un sangriento juego de ajedrez, donde ambos éramos los reyes, las piezas más importantes del juego. Pero entonces me di cuenta de que yo solo era una ficha más en el juego y "Ella" era quien manejaba las piezas del tablero a su antojo. En una sola noche me hizo matar a mi familia entera, sin que me diera cuenta de ello.

Pasaron varios minutos, o tal vez fueron horas. No estoy seguro de eso. Yo seguía sentado al bordé de la escalera de la cabaña, aún con Evangeline en mi regazo. Y así sin más, "Ella" se mostró frente a mí. Con su piel de niebla y su cabello de sombras. Se acuclilló a mi lado y una sonrisa picara se formo en sus labios. Esa sonrisa ya no me molestaba. Solo me hizo pensar que era lo más hermoso que había sobre la faz de la Tierra. Se acercó a mí lentamente y me beso de modo fugaz, para después desaparecer de mi vista eternamente. Entonces reí, reí fuerte y alegre, hasta quedar sin fuerzas y desfallecer. Cuando desperté, el sol salía por el oriente. Todo había acabado y solo yo seguía vivo. Por lo menos en persona, pero ya no era el mismo hombre, eso lo sabía bien. Mucho de mí murió en aquel mundo oscuro de eterna noche. Tomé los cuerpos de mi familia y los llevé hasta la habitación del fondo, cerré con llave y me retiré caminando del lugar.

Hasta hoy, jamas había vuelto a pisar este suelo. Es obvió que te estás preguntando el porqué decidí revelar ésto hasta ahora y porqué te elegí a ti. La verdad es que no lo sé. Algo en mí me dijo que era momento de liberar este secreto, y encontré tu canal por casualidad. Tu debes saber que vivimos en una época  hiperacelerada, en el que el consumo de información es tan masivo que las personas piensan que lo saben todo y por eso mismo ya no creen en nada. Esto a hecho que conceptos como la vida, muerte, felicidad, tristeza y demás, sean ahora más que antes. arcaicos y abstractos. Sin embargó hay un concepto que yo siempre tendré clavado en la mente. Lo dije al inicio de esta grabación y me imagino que sabes a que me refiero. Sí, es ese sentimiento que invade el cuerpo de los hombre cuando las luces se extinguen, cuando todo dentro de ti te dice que corras y grites por tu vida. Es el síndrome de la oscuridad, es lo que "Ella" era. Es el miedo. Para el miedo, no somos más que juguetes rompibles y reemplazables, un mero método de diversión. Esto no significa que estemos a su completa merced. Sí, es imposible no tener miedo.  Pero es exactamente porque tenemos miedo que podemos vencerlo. Con voluntad, coraje y determinación. Es difícil, la mayoría falla en el intento y es consumida, pero estoy convencido de que se puede. Aquella vez yo me enfrente cara a cara con el miedo. Perdí, indudablemente. No fui capaz de imponerme a él, pero pude comprenderlo. Y es por eso que... sigo aquí.>>

El hombre calló por unos instantes y luego se incorporó ante la mesa. Yo hice lo mismo con cámara en mano.

Mira la hora. Faltan 20 para las 6:00, está por amanecer. Es mejor que te alejes lo más que puedas si quieres volver a ver el alba —, el hombre dijo con aire de broma, no dio nada de gracias.

Me despedí de él y salí del lugar tan rápido como mi coche me lo permitió. Pasé varios días pensando si publicar la historia o no. Viendo la cinta una vez tras otra, hasta que noté algo muy extraño. En varios momentos de la grabación, se podía ver la silueta de una mujer parada tras el hombre. Pero no era "Ella", como Alfa le decía, era alguien más. Solo pude imaginar que se trataba de su esposa, Evangeline. Tras darme cuenta de esto, publiqué la historia de inmediato. Sí, mis suscriptores se multiplicaron en pocos días. Esas eran excelentes noticias. Más nunca dejé de pensar en aquel hombre. Pues a pesar de que intenté volver a contactarlo, jamas supe de él nuevamente.  Lo único que sé con exactitud, es que en el mundo de infinita oscuridad donde se encuentra... Él, no está solo.

FIN...

El Síndrome De La OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora