Elva Blanco
Probablemente pasaron unos pocos minutos, no más de veinte, pero juro que para mí aquello se hizo eterno y cada segundo se alargó hasta el infinito. Cuando por fin nos separamos, enredados entre la hierba mojada, las ramas caídas y nuestro pelo, yo no sabía qué hacer.
Me había dejado sin palabras. Cuando me lo había imaginado, había pensado que sería un simple beso de unos segundos y ya. Al fin y al cabo, aquello no era verdad, era una estúpida escena que teníamos que "practicar". Que después de aquello ya estaba todo practicado, que por mí podíamos seguir practicando toda la vida. Pero no lo había parecido... las ganas con las que me había besado no habían parecido falsas.
Quizá era yo haciéndome ilusiones una vez más.
Pero aún así, estaba orgullosa de mi misma. Aquella vez había conseguido no apartarme.
Leon me miró, con una expresión que a mí me pareció un poco desconcertada. Estaba esperando a que él hablara porque no sabía qué decirle. Yo por mí volvíamos a hacía unos segundos...
Con esos ojos tan bonitos que tenía, quise perderme un rato en ellos, pero noté como me ruborizaba de golpe así que bajé la mirada. Leon me puso una mano en el hombro y la otra bajo la barbilla y me levantó la cara. Estaba sonriendo.
Me dieron ganas de llorar; en vez de eso, sonreí. Él se rió un poco, y se levantó. Después me ayudó a levantarme.
No me dijo nada, y yo a él tampoco. Por mi parte, no necesitaba palabras, pero sí que me hubiera gustado que me dijera algo. Lo que fuera. Cualquier cosa.
Caminamos en silencio hasta nuestras cabañas, y en mi puerta yo frené en seco. Me giré hacia él.
-Hasta mañana, entonces.- dije, a media voz. Llevaba un rato grande sin hablar así que me salió ronca y entrecortada.
-Hasta mañana, Blanco.- me respondió él con una sonrisa de oreja a oreja. Se inclinó sobre mí y me dio un beso en la mejilla. Después me guiñó un ojo y se fue.
No me había dado cuenta de lo flojas que tenía las piernas hasta ese momento, así que si no llego a apoyarme sobre la puerta, me hubiera caído al suelo. Respiré profundamente y seguí a Leon con la mirada mientras caminaba cinco pasos hasta su cabaña. Me sonrió antes de entrar en ella.
Estaba en el séptimo cielo y no quería bajar nunca.
Empujé la puerta y me encontré a Valeria y a Javi sentados bajo la ventana. Solté un pequeño grito.
-¿Se puede saber qué hacéis aquí? Casi me matáis del susto.
-¿SE PUEDE SABER QUÉ HACÍAS TÚ CON LEON?-me gritó Valeria.
-¿TE PUEDES CALLAR? La cabaña de Leon es ESA- dije señalando a la ventana que se veía a través de la mía. La luz estaba encendida.- Te puede haber oído perfectamente, dios, Valeria, te voy a matar.
-Eh, eh, chicas, relajaos. Vamos a ver.- nos dijo Javi, cogiéndonos a ambas de las manos.
Yo respiré rápidamente.
-Cuéntanoslo TODO. Pero con velocidad, que tenemos fiesta pijama en la cabaña de Sarah en cinco minutos. Ven, te acompaño a por el pijama.
Valeria Vailati
La envidia que sentía era grande, pero estaba muy feliz por Elva. A pesar de todo, seguía siendo mi mejor amiga y me alegraba por ella.
Ya en la puerta de la cabaña de Sarah, Elva me dijo que no dijera nada, que quería que fuera un secreto. Luego me dijo que ya hablaríamos de todo al día siguiente.
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Las Fieras Fútbol Club 6
FanfictionImagina por un momento que tu vida es perfecta. Tienes 17 años, y eres la escritora más famosa del momento. Te llamas Elva y vienes de una pequeña ciudad llamada Oviedo, en el norte de España. Acabas de publicar tu primer libro, "Utopía en pedazos"...