6. Primer día (parte 1)

536 18 8
                                    

Elva Blanco

Era el primer día de rodaje, así que me levanté y me puse el chándal de mi "equipo": los monstruos de Starnberg. Tenía entendido que en las películas no se rodaban las escenas en orden cronológico, pero en esta sí. Así que empezaríamos por el principio.

Fui a desayunar y me sorprendí al ver el comedor lleno de gente. No solo el equipo de rodaje y el directivo, sino el resto del elenco de actores. Me acerqué a la mesa en la que ya estaban sentados Jimi, Leon, Sarah, Kevin, Wilson, Javi y Valeria, y dos personas que yo no conocía. Una era una chica altísima, rubia y con mirada altiva, y la otra un chico bajito que me sonaba muchísimo, que resultó ser Konrad, el que hacía de Juli. Sin embargo, no tuve tiempo ni de sentarme, ya que Joachim apareció por detrás de mí y me llevó afuera con el pretexto de "repasar el guión".

Me lo sabía casi de memoria. Años después de la última película, Markus iba caminando por la calle cuando de repente se encuentra con Vanessa y su abuela. Los dos comienzan a buscar a todos los antiguos miembros de las fieras y consiguen reclutar a diez: ellos dos, Leon, Marlon, Nerv, Raban, Joschka, Klette, Juli y Maxi. Un día, jugando entre ellos en un campo de fútbol escolar, un equipo de fútbol se les acerca y les propone un torneo de fútbol que durará diez días, durante los cuales deberán vivir todos en ese campo y jugar partidos. Las fieras aceptan, pero no saben que dentro de ese equipo hay de todo: gente normal que solo quiere jugar al fútbol, personas que quieren sabotear la amistad de las fieras, y también que quieren quitarles el título de uno de los mejores equipos de fútbol.

-Elva- me dijo Joachim cuando llegamos al lago.- Solo quería preguntarte si estabas de acuerdo con todo el guión. Sobre todo, con la última parte, la de...

-La de la página 512-completé yo. Maldita página 512.

-Esa- contestó él riendo.-Soy consciente de que es mi hijo y de que no había nada escrito, pero fue un cambio de última hora. De hecho, solo está incluido en vuestros guiones, por si no estuvieseis de acuerdo.

-Sí, o sea, no, no me importa- en realidad sí que me importaba, notaba el color subiendo por mis mejillas.

-Perfecto-contestó él.- Y otra cosa más, estábamos pensando que, aparte de lo que os puedan enseñar todos estos, podíamos buscaros a un profesor de alemán para los tres. Ah, y comenté con el equipo directivo que tus amigos salieran como extras, y todo en orden.

-¡Genial! Muchísimas gracias Joachim.- contesté yo. Caminamos juntos de vuelta al comedor, pero como ya se había ido todo el mundo, fuimos hasta el campo de fútbol para por fin rodar la primera escena.

Conocí al resto de mi equipo: éramos diez, cinco chicas y cinco chicos. Yo, la chica que había visto antes en el comedor, una tal Bailey, que ni saludó, y otras tres chicas que parecieron muy majas. Había también unos trillizos holandeses y un par de chicos más pequeños que el resto. Algunos tenían nombres impronunciables.

Resultó que me gustaba actuar. Lo pasábamos genial entre toma y toma y al final del día todos nos hicimos amigos. Todos, menos Bailey. No quería hablar con nadie y no paraba de echarme miradas asesinas.

-Pero, ¿a esta qué le pasa?-dijo Jimi cuando le tiró un balón al pecho para que lo recogiera solo porque "estaba en su camino". Después se sacudió el pelo y se marchó del campo.

-Será la nueva princesita del rodaje- replicó Kevin.

-Eh-dijo de repente Javi, pegándole una patada a la pelota que tenía a los pies para estrellarla contra el fondo de la portería.- ¿Qué os parece, un partido de fútbol nocturno entre todos? ¿Para romper el hielo?

La propuesta de mi mejor amigo tuvo como respuesta un murmullo de aceptación y en menos de dos minutos estábamos divididos en dos grupos heterogéneos y pasándonos el balón los unos a los otros. No todos jugábamos igual, pero no importaba. Leon y Javi jugaban uno en cada portería, pero el resto estábamos tan pronto de defensa como de delanteros.

-¡Eh, Leon!- gritó Jimi cuando se aproximó hacia su portería con el balón rodando a sus pies. -¿sigues siendo un enano capullo que me metió harina en los calzoncillos cuando teníamos diez años, o ya has madurado?

-Cállate, Jimi, no me distraigas.

Gol.

Gol.

Gol, uno tras otro, en ambas porterías, no importaba de quién fuera, lo festejábamos todos juntos por igual. Jugamos dos horas seguidas hasta que caímos rendidos a la orilla del lago.

Las Fieras Fútbol Club 6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora