Vospominánije

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Chanson souvenir

Témoin de tant de bonheur 

Qui vient souvent 

Tirer à blanc 

A bout portant 

Sur ma mémoire

················

Me desperté con el sonido del despertador y lo paré tan rápido como pude.

¿En qué momento me fui a dormir?

Ni siquiera lo recordaba, creía recordar que Lillian me había subido a cuestas hacia mi cama porque me había quedado dormido esperando a que sacara la tarta del horno que estaba haciéndome. Pero ni siquiera ese era un recuerdo seguro, recordaba muy poco de ayer.

Puto alcohol, aunque creo que disimulé mi desparpajo muy bien para ser yo.

Me desperecé y quité el edredón de encima mío. 

Qué verguenza, por dios. Lillian debió ponerme el pijama tambien. Puse los pies en el suelo y corrí hacia el cubo de la ropa sucia para ver si estaban mis pantalones de ayer.

Saqué toda la ropa y allí encontré el pantalón.

-¡Uf!- suspiré aliviado.

Metí la mano dentro y ahí estaba. La guardé y fui a desayunar a la cocina. Como siempre, Lillian no estaba, pero debió haber dejado las llaves del coche en la entrada. Al irme las cogería.

Desayuné unos misteriosos cereales que mi madre había comprado. Su nombre, All-Bran, me producía una estúpida sensación de protección, por lo que decidí darles una oportunidad. Juro que nada se sintió mejor en ese momento. La leche caliente y los deliciosos cereales llenaron mi pobre y consumido estómago.

En diez minutos recogí y me vestí con lo primero que encontré. Había días que no me sentia con el humor de pasarme diez minutos decidiendo qué ponerme. Puse el papel en el bolsillo de mi chaqueta de esquiador, aunque de esquiador sólo tenía el nombre. Preparé los libros que necesitaba para la bonita jornada que me esperaba... Sí, tenía una taquilla para guardar mis libros, pero qué se yo, eso no iba conmigo.

Estaba ya en la puerta de la entrada pasando la mano entre mis rizos, intentando dejarlos de una forma medianamente decente, cuando los dedos de mi otra mano no sintieron en la mesita ningún metal frío con un llavero de copito de nieve.

Mierda

Hoy no pod-

Piiiii PIIIIII PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII

Como si Dios me hubiese venido a visitar, un coche acababa de aparcarse delante de la valla de mi casa y no dejaba de tocar el cláxon y quién sabe por qué pero tuve una ligera sospecha que era...

-¡Harry! ¡Vamos sal ya!- oí vociferar desde ese coche viejo.

Louis.

Otra vez

Me acababa de joder la mañana

No tenía otra opción. Puse la mejor de mis sonrisas y salí fuera corriendo hacia su coche.

Cuando me vio llegar atisbé a ver un amago de sonrisa en sus labios, de hecho era una irónica sonrisa, de esas que sabes que se están completa y profundamente riendo de ti.

Llegué delante del auto.

-Ayer te esperé a la salida, no apareciste- dije, sin darle tiempo a hablar.

Crisálida ||l.s||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora