Glava 1

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Moya mechta




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Empecé a caminar más rápido, notaba como si algo o alguien me estuviese siguiendo. Me giraba continuamente. Nada. El mero ruido de las hojas empujadas con suavidad por el viento es todo lo que perturbaba el ambiente sombrío de aquel bosque; oscuro, tenebroso y espeluznantemente cautivador. Me encontraba exhausto. Veía mis pies desaparecer en la maleza cada vez que daba un paso. Todo estaba encharcado. A mi alrededor no encontraba nada más que árboles gigantescos de la altura de rascacielos, por los cuales era imposible mirar hacia arriba y ver algo más que no fueran hojas enormes meciéndose de un lado al otro desde la copa de los árboles. Era hermoso, a su manera. La luz, solamente un pequeño rayo se filtraba entre las copas de los árboles, suficiente para poder seguir mi camino. Conforme avanzabas se iba haciendo más y más estrecho. Tenía que llegar al final, solo tenía eso en mente. Hoy por fin llegaría.

De golpe el pie se me hundió más de lo normal. Me vi atrapado entre dos arbustos que desentonaban frente a sus hermanos gigantes. Me quedé sin respiración. Apenas era capaz de tomar pequeños sorbos de aire . No entendía qué me estaba pasando. No podía moverme. Algo me paralizaba. Giré mi cabeza lentamente. Nada. Completamente nada. Yo mismo me impedía moverme. Algo me hacía quedarme quieto. Instinto. Hice de mi presencia una imaginación de quien creyera verme entre aquellos hermosos confines de la Taiga siberiana. Apreté mis labios hasta hacerme sangre. Estaba muy nervioso. Algo andaba mal. Incliné mi cabeza lo que pude hasta darme de bruces contra el rostro más hermoso y a su vez terrorífico que jamás había visto. Me tendió sus brazos. No me moví. Entonces toda la luz resplandeciente de su cara se tornó en un mueca espantosa. No podía ser. Era ella.. Veronika. La miré a los ojos, al menos dónde se suponía que debían estar. A penas la reconocía.

'-Veronika, ¿Me oyes? Soy yo, ¡Soy yo! Vamos ven, yo te puedo curar Veronika...- Sonaba a modo de súplica. Justo lo que era. Las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos. Ella había vuelto a por mí. A que la salvara.

Por un momento creí estar viendo el amor fraternal y la esperanza en sus ojos. Me reconocía. Oh Dios. Le sonreí y le alargué mi mano hasta tocarla. Estaba fría. Fría como si la muerte le hubiera invadido cada esquina de su cuerpo.

Abrió la boca y vi un gran abismo negro. Me empezó a engullir. El abismo me atraía hacia sí. Yo quería gritar. Quería pedirle ayuda a los árboles. Quería que me sostuvieran y no me dejarán ir. Pero nadie acudía. El ser monstruoso sonrió. Esa no era Veronika. Ese monstruo estaba absorbiendo mi alma y yo no podía evitarlo. El dolor se intensificó en la parte izquierda de mi pecho. En mi corazón. Se acabó. De pronto todo se volvió de un blanco cegador.

Pero de repente, unos brazos me arroparon contra su pecho y oí su voz.

-Te tengo mi lyubov', shh cálmate- Empezó a entonar una melodía. Empezó a susurrarme la letra, con la dulzura más infinita.

Duerme niñito mío, prenda mía

Arrurú, arrurú

La luna silenciosa está mirando

Dentro de tu cuna

Te contaré cuentos de hadas

Y te cantaré cancioncitas

Pero debes dormir cerrados tus ojitos

Arrurú, arru-SWOLLEN WITH LIQUID

READY TO BURST A LOAD OF MY LYMPH WILL QUENCH THIS DEAD BODY'S THIRST

Crisálida ||l.s||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora